El amanecer de todo

Graeber, D. y Wengrow, D. (2022). El amanecer de todo. Una nueva historia de la humanidad. Barcelona: Ariel.

Difícil empezar con mejor pie una reseña: obra deslumbrante (Chomsky) o un festín intelectual (Taleb). Si, además, se nos invita a asistir a un duelo dialéctico en el que se pondrán a prueba las cosmovisiones de los autores en esta voluminosa obra –más de 800 páginas- con las de otros, cuyas libros ya hemos recensionado (Diamond, 2019; Harari, 2013, 2015, 2018; Pinker, 2018), ¿quién puede resistirse a su lectura, si quiere estar científicamente bien informado, para poder hacer frente, con elegancia académica, a los desafíos inmediatos de nuestro futuro?

Comencemos sin más dilación, pues, este prometedor viaje académicogran narrativa de la historia de la humanidad: nueva ciencia de la historia–  que a buen seguro no nos va a dejar indiferentes.

El comienzo no puede ser otro que el de poner de manifiesto la falsedad –y sus implicaciones reales para nuestras vidas- de las narrativas previas (corrientes principales: la agriculturaRevolución Agrícola– no supuso una ruptura tan grande como lo que se nos ha hecho creer) y que han predominado a lo largo de nuestra historia –los últimos 30.000 años- (trampas semánticas, espejismos metafísicos, cuentos de hadas, poderosos mitos).

Estas historias, que no se corresponden del todo con la realidad –nacimiento de la civilización, surgimiento de la complejidad social-, incluso han sido elevadas a la categoría de leyes que nos están imposibilitando comprender científicamente –necesitamos encontrar las preguntas adecuadas– nuestra específica naturaleza: nuestros proyectos de autocreación colectiva esquizogénesis culturales: diferenciación recíproca y autoconsciente, inversión cultural consciente-, pues hemos sido actores políticos (autoconscientes), a lo largo y ancho de toda la historia de la humanidad –ecología de la libertad, flexibilidad ecológica-.

La nueva metodología consiste en traer a colación y sopesar con rigor las fundamentadas contraargumentaciones (contraejemplos) –a las narraciones dominantes-, derivadas de las historias asentadas en debates abiertos e inclusivos, que en su momento fueron dejadas de lado –olvido selectivo, civilizaciones perdidas-, para que se impusiese la historia universal, que previamente había sido juzgada como la única verdadera esquema canónico, narrativa única, historia teleológica y de inevitabilidad-.

Nos guste o nos desagrade, los humanos somos africanos, sin una historia única de sociedad humana –unidireccional: trayectoria lineal, calle de sentido único-, con sus correspondientes estadios definidos de evolución que culminarían en el periodo más avanzado de la humanidad: el nuestro (estados y civilización industrial). Tampoco se corresponde con los hechos el que las personas seamos  bien halcones hobbesianos o, por el contrario, palomas rousseaunianas.

Los datos no apoyan hoy en día la existencia de una mentalidad primitiva. Los humanos de otros tiempos han sido más interesantes, diversos, flexibles, cambiantes  e inteligentes de lo que nosotros solemos pensar. No parece acertado seguir con esa visión unidimensional que nos dificulta o impide ver la complejidad del ser humano a lo largo de la historia.

De hecho, ha habido buenos pensadores –lúcidos- en todos los tiempos y sociedades humanas, con manifiesta semejanza intelectual a la nuestra en los distintos momentos históricos.

Los humanos, en consecuencia, han estado experimentando conscientemente –sea el caso de las variaciones estacionales– con diferentes posibilidades sociales en cada momento: no hay pues un solo y único patrón histórico –un paquete estándar-. Han existido muchas maneras de ser libres. La verdadera cuestión es por qué hemos ido perdiendo la flexibilidad y libertad que en otros tiempos nos caracterizaron: libertad de mudarse de entorno, libertad de desobedecer, libertad de crear realidades sociales nuevas. Es posible constatar que los periodos de relativa libertad e igualdad han sido dejados de lado, es decir, fuera del marco predominante de la historia. Gracias a esta obra nos damos cuenta de que afortunadamente podemos recuperarlos.

La documentación para justificar la tesis defendida es muy abundante y sólida: se trata de hacer justicia a la diversidad bien asentada –gran variabilidad y complejidad, muchos experimentos sociales conscientes-. La adopción de perspectivas –aprender de los demás: de la crítica indígena, por ejemplo- nos enriquece. La visión de túnel –convertir nuestra perspectiva en la única válida- nos empobrece. Si queremos, ahora tenemos justamente una magnífica oportunidad -con la lectura del libro-, para poder llegar a ser personas más libres, más sabias –con una mentalidad más abierta-, más creativas –tecnológica y socialmente- y, no menos importante, más generosas. Materialicemos, pues, esta nueva historia de la humanidad. Seguro que nos alegraremos –y mucho- con este enriquecimiento intelectivo, claramente inclusivo.

Marcar el enlace permanente.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *