El 12 de abril de 2023 tuvimos la oportunidad de transformar unas necesidades sentidas, que son de carácter vital para profesores, alumnos y familias, en necesidades expresadas, lo que en modo alguno es poca cosa.
Las personas representantes de las principales instituciones implicadas en la enseñanza formal hemos sido testigos fieles del aumento de problemas comportamentales –básicamente de tipo psicológico: del bienestar psicológico– en los centros de enseñanza, sobre todo después de la última pandemia causada por el SARS-CoV-2.
En el intento más que justificado de solventarlos, hemos sido conscientes de que a todas luces nos desbordaban, por lo que era imprescindible, en un primer momento, convertir estas necesidades sentidas en expresadas ante las autoridades ministeriales. En concreto ante el actual Secretario de Estado de Educación y Formación Profesional y las personas más relevantes del propio Ministerio, por él elegidas.
Se les ha comentado que son necesarios especialistas en los centros, debidamente formados por las universidades –ya se cuenta con estas personas desde hace tiempo-, para que puedan afrontar científicamente estos problemas. Específicamente se han requerido psicólogos/as educativos.
Los datos, a escala internacional, son contundentes cuando se comparan centros con estos y sin estos especialistas, en favor de los primeros. Además, afortunadamente, ya contamos con potentes instrumentos de valoración digitales en la detección temprana de este tipo de problemas. De hecho algunas Comunidades Autónomas en España los tienen a disposición de sus centros para que puedan ser utilizarlos de forma gratuita en todos y cada uno de ellos.
Si estamos ante problemas vitales muy importantes, si contamos con conocimientos científicos para resolverlos, si también tenemos tecnologías avanzadas para su detección temprana y si ya tenemos a personas especializadas en la resolución de los mismos –psicólogas/os de la educación-, ¿qué nos faltaría?
La firme voluntad política para su puesta en funcionamiento. Esto es, en síntesis, lo que se le ha solicitado al Secretario de Estado, que de inmediato se ha comprometido a seguir trabajando en este mismo sentido con todos nosotros, a través de las personas de su confianza presentes en esta reunión.
Ahora nos corresponde una vigilancia activa para ver lo que nos va deparando en cada momento el futuro inmediato. Alumnos, profesores, familias y toda la sociedad en su conjunto nos estamos jugando mucho en ello: nuestro bienestar psicológico. Merece la pena, pues, seguir trabajando sin descanso en esta línea hasta lograr satisfacer debidamente estas necesidades sentidas, y ahora ya oficialmente expresadas, en torno a los acrecentados problemas comportamentales actuales que ocurren en los centros educativos de la educación formal, a escala nacional: bullying escolar, adicciones, violencia sexual y de género, depresiones, burnout del profesorado, fracaso escolar, entre otros englobables bajo la denominación general de salud mental –emocional- y bienestar psicológico.
Parece, por tanto, que vamos por el buen camino. Primero, la detección temprana de los problemas, gracias a las herramientas digitales ya existentes y que ya se están utilizando por parte de algunas Comunidades Autónomas. Después, los pertinentes asesoramientos e intervenciones de tipo psicoeducativo. Finalmente, el seguimiento también por parte de los psicólogos/as educativos, trabajando siempre y en todo momento en estrecha colaboración con las autoridades ministeriales, el profesorado, las familias, los propios alumnos, los sindicatos y las instituciones educativas que hayan previamente manifestado su deseo de colaborar conjuntamente en esta misma dirección.
Todas estas instituciones, que en su momento solicitamos la reunión con el Secretario de Estado, elaboramos, terminada la misma, un comunicado valorativo conjunto: evaluación positiva.
