Bergstrom, C. T. y West, J. D. (2021). Contra la charlatanería. Ser escéptico en un mundo basado en los datos. Madrid: Capitán Swing.
Ya hemos comentado algún libro sobre las noticias falsas (fake news), en el contexto de la posverdad. Ahora queremos reseñar esta obra que puede ser sin duda complementaria. Trata del engaño de forma disimulada (bullshit), que implica que la persona que lo practica es ajena a la veracidad o falsedad de la lógica y de la propia verdad. Algunos autores distinguen el engaño persuasivo (impresionar más que decir la verdad) del evasivo (eludir la verdad). En ambos tipos los humanos somos, lamentablemente, bastante buenos: solemos difundir afirmaciones engañosas.
Su lectura nos ayudará a mantener una actitud científica y a estar muy atentos a la charlatanería, muy especialmente al engaño cuantitativo. Es lo mínimo que se le puede pedir –este tipo de ayuda (recensión)- a una Asociación científica como ACIPE. Hemos de estar preparados, en consecuencia, para luchar contra los artistas del bullshit, siendo conscientes del principio de asimetría: producir engaños es mucho menos costoso –más fácil de crearlos y de difundirlos- que erradicarlos. Todavía, en la tercera década del siglo XXI, persiste el bulo sobre la relación entre autismo y vacunas (autismo y vacuna triple vírica), que tanto daño ha causado a una parte de la ciudadanía.
Partimos de un hecho bien constatado: el engaño está inundando el mundo –omnipresente- y nosotros ahogándonos en él (entremezclado en el aquí y el ahora del todopoderoso clic), aislados como estamos en cámaras de eco separadas, con nuestras epistemologías tribales, fieles a los círculos viciosos creados por los algoritmos y adictos a la conectividad. Se trata de un bullshit de segundo orden, de la nueva escuela.
Incluso los números pueden convertirse en medios propicios para promulgar el engaño. Para que sean transparentes se han de contextualizar dentro del marco apropiado que posibilite realizar comparaciones significativas. Los datos tal vez no mientan, pero sí pueden ser utilizados para engañar –más de lo que creemos, incluso en el propio ámbito científico-. Hay en nuestros días bastante numerosidad sin sentido.
Las nuevas herramientas –internet, redes sociales, teléfonos inteligentes…- proporcionan el abono propicio para la proliferación de la confusión, de la desinformación, de las noticias falsas y, por supuesto, del engaño (el lado oscuro de estas tecnologías, aunque para ser justos cuentan también con un lado muy positivo). Ambos aspectos –negativos y positivos, ventajas y desventajas- son consustanciales a los usos de las mismas.
A veces creemos que la ciencia está libre de esta auténtica plaga, pero lamentablemente no es así (pensemos en el p-hacking –pirateo de los valores p-, en el efecto cajón de sastre o en el editor depredador y las revistas carroñeras, por ejemplo). No obstante, no saquemos conclusiones demasiado apresuradas –se exige un pensamiento lento-: la ciencia funciona, y muy bien, sobre todo la buena ciencia, pues en su propia esencia está inscritoel uso del arte del escepticismo –nada está libre de ser cuestionado-, que conlleva la virtud de la autocorrección, aunque el principio de asimetría hoy por hoy aún siga funcionando incluso en los ámbitos académicos.
Hemos, pues, de estar ojo avizor: ojo con las afirmaciones prescriptivas provenientes de correlaciones, dado que correlación no es causación (probabilística, suficiente y necesaria) y, además, habría que contar con la existencia de las correlaciones espurias.
Necesitamos pues con urgencia una alfabetización mediática (una capacitación para entender con rigor el proceder de los medios de comunicación y sus efectos) y el desarrollo de un pensamiento crítico, que luche contra los sesgos –de selección o de confirmación, entre otros-, contra el ruido –argumentaciones intuitivas-, contra el desprecio por la lógica o la exactitud con la que se relatan los hechos, contra los vendedores ambulantes de matematicidad, contra las estadísticas zombi, contra las figuras/gráficos tipo pato –la ornamentación oscurece el significado- o tipo zapatos de cristal -tablas periódicas falsas, por ejemplo-.
Estas dos condiciones son manifiestamente necesarias –la alfabetización y el pensamiento crítico-, aunque tal vez no suficientes, para una lucha eficiente contra el engaño.
La aplicación de la regla –si algo parece demasiado bueno o demasiado malo para ser verdad, probablemente sea engaño- nos puede ser de gran ayuda para nuestra iniciación científica en el descubrimiento de las personas bullshiteras –engañosas- y sus productos. Igualmente, debiéramos ser conscientes de que si introducimos basura -del tipo que sea- en nuestras actividades cotidianas, no cabe esperar en la salida más que basura, por mucho que tratemos de ornamentarla. Esto es válido tanto para nuestras vidas cotidianas como para nuestro hacer científico. La lectura de esta obra nos será de gran ayuda para detectar el omnipresente engaño, a la par que para refutarlo, lo cual no es poco, ¿no crees? Aprendamos, pues. Nos vendrá muy bien en nuestro día a día, tanto desde el punto de vista personal como profesional. También a las sociedades en las que estamos incardinados. ¿Qué más podemos pedir?