La ecuación de Dios

Kaku, M. (2021/22). La ecuación de Dios. La búsqueda de una teoría del todo. Barcelona: Debate.

Portada del libro

Pocas dudas hay –los hechos así lo reflejan- de que nos encontramos ante uno de los divulgadores científicos más conocido del mundo. Además, el asunto tratado se ha apoderado de la imaginación de los mejores científicos de nuestros días, a escala internacional. Por si esto no fuera suficiente para motivarnos a la lectura de esta obra,  se  pretende dar cuenta de hasta qué punto seremos capaces de lograr lo que ni siquiera el propio Einstein pudo conseguir: ver hecho realidad el gran sueño de la humanidad, que se inicia con Newton: la teoría del todo –la ecuación de Dios-. Si bien el autor –catedrático de física teórica-, señala el camino que juzga hoy más prometedor –la teoría de cuerdas-, reconoce con la humildad característica del buen científico que se encuentra sumida en apasionadas controversias –la teoría más polémica de la física-.

Comencemos sin más dilación con el  reconocimiento de los marcos conceptuales –mejor que paradigmas-, proporcionados por las personas verdaderamente grandes en la ciencia –siempre desde una perspectiva internacional-, pues sin sus logros teóricos –leyes del movimiento, electricidad, magnetismo, relatividad, teoría cuántica…-, hoy no podríamos disfrutar de las nuevas tecnologíasrevolución tecnológica– de las que nos sentimos, por un lado, tan necesitados y, por otro, tan satisfechos y orgullosos: ordenadores y  superordenadores, transistores, láseres, internet, teléfonos inteligentes… -todo lo cual implica una auténtica revolución social-. De hecho, la unificación de las leyes de la mecánica cuántica ayuda a revelar tanto los secretos del universo como el propio árbol de la vida: nuestros orígenes y evolución.

Continue reading

La luz en la oscuridad

Falcke, H. y Römer, J. (2020/21). La luz en la oscuridad. Los agujeros negros, el universo y nosotros. Madrid: Debate.

Portada del libro

Uno de los logros casi inimaginable –sueño extravagante– de la gran ciencia  se hace visible urbi et orbi el 10 de abril de 2019 (día único): se trata de la primera imagen de un agujero negroobjeto en completo colapso gravitacional-. Comenzaba así a desvelarse uno de los mayores secretos de la física.

Antes, fue preciso un inmenso trabajo de un gran número de investigadores, ayudados por las más modernas y poderosas tecnologías –muy concretamente los radiotelescopios-, empleadas en esta ocasión, afortunadamente, para beneficio de toda la humanidad. Tal es en estos momentos el poderío –para bien o para mal: su empleo- de nuestras avanzadas tecnologías.

Pero, ¿cómo se ha podido llegar hasta ese momento y qué hacer a partir de él? Partiremos de hechos aparentemente contradictorios: en ciencia, los fracasos pueden ser revolucionarios. Un caso prototípico es el intento de poner a prueba las diferencias de la velocidad de la luz, sobre la base de la existencia del éter. Ni el éter existía ni era válida la concepción de espacio y tiempo absolutos. La teoría de la relatividad einsteiniana hacía así su entrada triunfal en nuestro mundo, sustituyendo de este modo algunos de los pilares esenciales de la física clásica.

Hoy sabemos que la velocidad de la luz es la única medida verdaderamente constante en el universo. Además, gracias a la luz, conocemos con rigor que estamos a 1,3 segundos de la luna o a 8 minutos del sol, que nuestra estrella vecina más cercana –Próxima  Centauri- se halla a una distancia de 4,2 años luz -1,3 pársecs- y que nuestra separación de la nebulosa de Orión es de mil trescientos años luz. Quien emplea una regla para medir lo hace en unidades de luz. Ésta, en definitiva, es una medida fundamental de todo, incluso del propio tiempo. Y no sólo mide. También la luz, que es partícula y onda a la vez,define el espacio y el tiempo. De hecho, es el “aparato” más elemental para medir el espacio-tiempo.

En este marco, el de la radioastronomía (radiointerferometría) –universo dinámico: en expansión tras la explosión primigenia– es en el que nos tenemos que encuadrar para avanzar en la comprensión científica de los agujeros negros (y de los cuásares). Sin él no fuimos capaces, a lo largo de la historia, de sospechar ni siquiera de su existencia –hasta ya iniciado el siglo XX-, mucho menos de sus específicas características –principios básicos de la astrofísica de los agujeros negros-.

Cuando se pretende ver agujeros negros hay que iluminarlos: sombras y anillos de luz (cacofonía de los datos que se convierten en una armoniosa sinfonía: la imagen del agujero negro –anillo de color rojo candente con una mancha oscura en el centro-). La invariancia de escala de Einstein era así confirmada experimentalmente con una precisión impresionante –de casi ocho decimales-. Si queremos oírlos, lo hacemos gracias a las ondas gravitatorias que se originan con la fusión de dos agujeros negros.

 Es imaginable que alguien pueda preguntarse con razón: ¿y a mí qué? ¿Qué tiene que ver mi vida con estos agujeros negros? ¿No es algo sólo para especialistas en radioastronomía? Hay que señalar que tal vez este asunto pueda ser de una utilidad considerablemente mayor de la imaginada. Con la lectura de esta obra se podrá comprobar. Así, nuestra propia concepción, como humanos, se hace más realista cuando contamos con el contexto abarcador que se extiende mucho más allá de nuestro planeta o incluso de nuestra galaxia.  Si los agujeros negros cambian este contexto sideral, como sin duda alguna ocurre, entonces nos obligan por ende a modificar nuestra visión de nosotros mismos en un universo esencialmente cambiante.

De hecho, son varias las razones para aconsejar la lectura de este libro: 1) está muy bien escrito, por lo que es un auténtico placer leerlo; 2) es rico en buenos contenidos científicos; 3) nos posibilita comprender cómo es el camino –el método- de la buena ciencia, gracias al cual disminuye considerablemente el ruido Qué esfuerzos ingentes asumen los humanos para investigar y ampliar horizontes!)-; 4) nos ayuda, en consecuencia, a ser algo más sabios –con mejores visiones del universo y de nosotros mismos- y, si utilizamos debidamente estos conocimientos, tal vez a ser mejores personas, completando o sustituyendo –lo que proceda en cada caso- las visiones específicas proporcionadas por las creencias –incluidas las religiosas- de cada cual.

Hasta el final del tiempo

Green, B. (2020). Hasta el final del tiempo. Mente, materia y nuestra búsqueda de significado en un universo en evolución. Barcelona: Crítica.

Green es de esos profesores e investigadores que no necesita especial presentación para los amantes del conocimiento científico pluridisciplinar, en la faceta de la divulgación científica. Sus libros ya le han proporcionado el merecido reconocimiento internacional. Como no puede ser de otro modo, si continúa con su característica trayectoria expositiva –conocimientos bien fundamentados y presentados  con claridad-, en esta obra tendremos una buena oportunidad de reflexionar sobre nosotros mismos, partiendo del contexto proporcionado por lo que hoy ya sabemos, con rigor, sobre la evolución –pasado, presente y futuro- de nuestro universo. ¿Es que no sentimos de inmediato una sana curiosidad de emprender tan fructífero y enriquecedor –científicamente hablando- viaje?

Comencemos, pues, sin demora este relato científico (relatos encajados con sus traspasos de testigo a cada escala correspondientegrupo de renormalización-), de la mano de la entropía –leyes de la termodinámica (sin un entorno de baja entropía los humanos no habríamos visto la luz)- y de la evolución -darwinismo molecular y estándar-, siendo conscientes desde un principio de que solo los humanos podemos reflexionar sobre el remoto pasado, imaginar el lejano futuro y percatarnos de la oscuridad última que necesariamente nos aguarda: el desvanecimiento en la negritud (los planetas, las estrellas, las galaxias, incluso los agujeros negros, todo es transitorio, incluida la vida inteligente).

Para comprender el pasado (punto de partida) contamos hoy con la cosmología inflacionaria: sin intención ni diseño, sin planificación ni deliberación, el cosmos ha ido produciendo configuraciones ordenadas de partículas, átomos, estrellas y de la propia vida, sin que se viole el inexorable aumento del desorden, gracias al paso a dos de la entropía, catalizada por la gravedad y ejecutada por la fuerza nuclear. En este contexto, a la entropía ha de añadirse la evolución. Entre ambas obtenemos un relato bien fundamentado de esa vida que, al menos en parte, se puede definir como física orquestada. La vida, así considerada, ni contraviene ni puede contravenir las propias leyes de la física.

Esto no significa que, en la actualidad, el problema difícil –el de la consciencia: experiencia consciente- esté en modo alguno resuelto, aunque hayamos sin duda avanzado en su estudio científico, como ponen de manifiesto, en tanto únicamente botones de muestra, la teoría de la información integrada –información integrada y diferenciada- o los enfoques fisicalistas –explicación fisicalista-. De ahí que ya podamos afirmar, con manifiesto apoyo empírico, que la específica configuración de partículas de cada cual –el yo, la individualidad-, que aprende, piensa e interactúa, imprime responsabilidad a cada una de las acciones llevadas a cabo.

En este mismo sentido, tampoco tenemos resueltos en estos momentos asuntos de capital importancia como los de la libertad –distinta del libre albedrío-, el origen de nuestro lenguaje, nuestra capacidad de narración, la creatividad… aunque cada vez vayamos contando con mejores relatos, si bien sin poder encajarlos aún dentro de un único marco relativamente coherente.

Y del futuro, ¿qué podemos decir con un mínimo de rigor académico –ascenso exponencial hacia el futuro-? Que el sol, que un día nació –se formó- y que gracias a lo cual nosotros podemos vivir en nuestro planeta –seguirá posibilitando nuestra vida todavía durante al menos unos cinco mil millones de años más-, pero después se desvanecerá en la negrura. ¿En medio del gran desgarro? A medida que nos alejemos en el tiempo, el espacio será cada vez más negro y desolador: planetas fríos, estrellas apagadas y monstruosos agujeros negros –hoy amables gigantes-. Nuestros días –en tiempos cósmicos-, están ciertamente contados para nuestra especie, más allá de los distintos finales posibles del universo.

Ante este panorama no precisamente halagüeño de un futuro muy, pero que muy lejano, ¿qué hacer? Volver a nuestro localismo temporal, siendo conscientes de  que la vida y el pensamiento muy probablemente no ocupen más que un minúsculo oasis en el tiempo cósmico –somos efímeros, evanescentes-, pero ¡qué magnífico oasis! Disfrutémoslo, pues, con elegancia académica –sabiduría: buenos conocimientos científicos- y con el máximo de consciencia/conciencia posible: podemos crear belleza, desvelar conexiones casi inimaginables e iluminar misterios. Ello supone ir bastante más allá del carpe diem. Si este fuera el objetivo último –por cierto sumamente aconsejable-, esta obra sin duda nos puede ayudar y mucho a conseguirlo. ¡Ahí es nada!

Las diez claves de la realidad

Wilczek, F. (2021/22). Las diez claves de la realidad. Barcelona: crítica.

Portada del libro "Las diez claves de la realidad"

Sabemos que el autor es uno de los físicos actuales más originales, además de Premio Nobel. Ya tuvimos la oportunidad de recensionar otra obra suya hace tiempo.

Como cabía imaginar, asistiremos con esta lectura a las diez lecciones fundamentales –física moderna-, derivadas del estudio del mundo físico –fruto de la colaboración internacional entre científicos-, mundo que sigue cambiando y creciendo, por lo que estamos obligados a ir trascendiendo los dogmas religiosos, antirreligiosos y, por supuesto, científicos, aunque a primera vista pueda parecer un oxímoron. Para ello hemos de contar con una actitud de renacimientocuriosidad sin prejuicios, típica de los buenos exploradores: actitud científica-, a fin de alcanzar una comprensión profunda de la misma realidad constitutiva del yo y del no-yo.  

Comienza este especial viaje intelectual poniendo de manifiesto que hay mucho espacio (inmensidad del espacio), tanto dentro –cuerpo humano: diez mil cuatrillones de átomos- como fuera –universo: abundancia exterior (distancias de miles de millones de años luz: total = 13.800 millones de años luz)-. Además, en todas partes aparece el mismo material y con una manifiesta jerarquía de estructuras.

Continue reading

Génesis

Tonelli, G. (2019/21). Génesis. El gran relato de la creación del universo. Barcelona: Ariel.

Portada del libro

Hay asuntos muy relevantes para los humanos y otros muchos que no son tan importantes. El analizado por el profesor universitario y físico del CERN (Organización Europea para la Investigación Nuclear), Tonelli, pertenece sin duda a la primera categoría. Además, si la materia es tratada con pleno dominio científico y lo que se conoce se describe con suma sencillez a la par que con profundidad, estamos ante una obra que es prescriptivo recomendar para cualquier persona interesada en saber de dónde venimos hijos de las estrellas y bisnietos de las fluctuaciones cuánticas-, en dónde nos encontramos infantil deseo de estabilidad– y hacia dónde nos dirigimos – el sol que ahora nos ilumina y es fuente de vida dejará de serlo algún día, dentro de muchos millones de años-.

A esto se puede añadir que, aparte de la exposición de los útiles contenidos científicos, se nos proporciona también la oportunidad de aprender el camino que se ha de seguir cuando se pretende realizar buena ciencia (también, por desgracia, hay mala ciencia). La ciencia avanza sin cesar y cambia, en consecuencia, la forma de ver y entender el mundo.

Continue reading

El orden del tiempo

Rovelli, C. (2018). El orden del tiempo. Barcelona: Anagrama.

Portada del libro

Portada del libro: «El orden del tiempo»

El autor, físico teórico, cuya actividad investigadora se enmarca dentro de la gravedad cuántica y más concretamente en la denominada gravedad cuántica de bucles o teoría de los bucles (uno de sus fundadores), nos ofrece una obra sumamente ilustrativa y apasionante sobre el tiempo,  tal cual ha ido concibiéndose en la física (desde la clásica a la moderna –cuántica y relatividad-) y cómo lo hemos ido viviendo los humanos a la largo de la historia hasta nuestros días (nuestro ser es ser en el tiempo; nos atañe, pues, más que al propio cosmos). La naturaleza del tiempo ha sido justamente el centro de atención e investigación a lo largo de su vida investigadora. El libro está escrito en un lenguaje muy sencillo, pues es también un buen escritor y divulgador. Continue reading