Dettmer, P. (2021/22). Inmune. Un viaje al misterioso sistema que te mantiene vivo. Barcelona: Deusto.
Desde el comienzo, este autor, muy conocido en las redes sociales –YouYube-, quiere dejar bien claro cuál va a ser su objetivo: proporcionar un conocimiento básico, que se necesita con urgencia, sobre el sistema inmunitario (SI), del cual en gran medida depende nuestra propia existencia. Además, conocer los mecanismos del SI nos permite poner las cosas en su debida perspectiva. Su aportación principal: explicar estos mecanismos de forma sencilla y útil, siendo lo más fielmente posible a los datos aportados por la ciencia y siendo conscientes de que, tras el cerebro humano, el SI es el sistema biológico más complejo.
Ya en el primer capítulo -¿qué es el SI?- vemos que cumple con lo estipulado, al concluir con una constatación –bien razonada-: tener un SI rápido y eficaz es tan importante como mantenerlo bajo control y evitar que se desquicie y se vuelva destructivo. Tanto cuando falla como cuando se implica en exceso se producen enfermedades y daños importantes (uno de los casos más patentes es el de las enfermedades autoinmunes).
A partir de aquí comienza el viaje. El ejército del SI está muy bien preparado. Y la prueba de ello es que ya ha acabado con miles de millones de enemigos y lo seguirá haciendo, afortunadamente, con muchos más.
Cuando hablamos del SI, necesitamos distinguir entre SI innato – kit básico de inicio para una primera línea de defensa- y SI adaptativo –células especializadas que coordinan y asisten al kit básico-, utilizando la mayor biblioteca del mundo y evolucionando a lo largo de cada ciclo vital.
El SI está en estado de alerta, con sus mecanismos de defensa preparados ante los patógenos –omnipresentes en nuestro planeta-, que son los responsables de buena parte de nuestras desgracias en el ámbito de la salud. La primera barrera con la que contamos contra los patógenos es nuestra piel, magníficamente bien pertrechada para cumplir esta misión de eficaz rechazo y, más si cabe, tras el acuerdo –metafóricamente hablando- entre el SI y los millones de bacterias instaladas en ella.
Si los patógenos pretenden desplazarse piel adentro –heridas- se encontrarán de inmediato con los macrófogos y neutrófilos –fagocitos- que intentarán por todos los medios dar buena cuenta de todos ellos. Son también responsables de la inflamación. Las plaquetas están llamadas a cerrar las heridas y las células dendríticas, a través del sistema linfático, a notificar el estado de la situación al SI para su pertinente actuación. Las células del SI, para su comunicación, utilizan las citoquinas –tormenta de citoquinas: cuando la situación va de mal en peor, hasta poder acabar con la propia vida-, captadas por sus receptores –reconocimiento de patronos microbianos: receptores de tipo toll-. Los monocitos actúan como refuerzo en cuento es necesario.
Pero el SI cuenta con más componentes esenciales. Uno de ellos es el sistema del complemento (billones de proteínas), con funciones muy específicas: mutilar y matar a los enemigos –patógenos-, activando y guiando a las células inmunitarias hacia ellos, que se encuentran ya opsonizados –preparados para su más fácil aniquilación-.
Con lo ya dicho uno puede inferir acertadamente la complejidad de nuestro SI, pero todavía necesitamos conocer más. El SI tiene el potencial de reconocer la inmensa variedad de antígenos de los distintos patógenos. El centro de aprendizaje: el timo. Al final, cada célula –linfocito- T (colaboradora) cuenta con un tipo específico de receptor capaz de conocer un antígeno concreto (molécula CMH de clase II). Son las coordinadoras del SI. También están las T citotóxicas (CMH de clase I), con una específica función: asesinato en serie (apoptosis). Además, el SI cuenta con las células B (célula plasmática), que nacen en la médula ósea y que son las productoras de anticuerpos.
Llegados hasta aquí es la hora de la constatación del funcionamiento del SI -innato y adaptativo-, en plena colaboración, en el reino pantanoso de las mucosas, los intestinos, los pulmones, con sus específicas defensas antivíricas (interferones: citoquinas que interfieren con los virus, células dendríticas plasmocitoides, pirógenos) y antibacterianas.
Por si todo ello fuera poco, gracias a las células de memoria podemos gozar de inmunidad natural y, afortunadamente, en nuestros días, ya también contamos con la inmunidad artificial (las vacunas: vivas atenuadas, desactivadas, de subunidades, ARNm).
Libro, en definitiva, de lectura muy entretenida, bien documentado –en tanto obra de divulgación-, que merece sin duda la pena ser leído. Es difícil encontrar una oportunidad como esta para adentrarse en un sistema biológico tan complejo y tan esencial para nuestra existencia como el SI y, además –lo que no es poca cosa-, de forma tan amena.