Sobre el origen del tiempo

Hertog, T. (2023/24). Sobre el origen del tiempo. La última teoría de Stephen Hawking. Barcelona: Debate.

Portada del libro

Este cosmólogo, bien conocido internacionalmente, fue colaborador de Hawking a lo largo de muchos años, durante los cuales trataron de responder a la cuestión trascendental del origen de la vida -de nuestro lugar en el cosmos-, en el marco actual de una perspectiva darwiniana del origen del propio universo. Ahí es nada. Bajo ningún concepto te prives de este gran placer de conocer su propuesta. Comencemos, pues.

Con buen pie, por supuesto: con las felices coincidencias, como a) la era intermedia de expansión muy lenta de nuestro universo -entre una inicial de breve explosión inflacionaria y la actual fase de moderada expansión-, gracias a la cual fue posible la vida, o b) una gravedad débil sin la cual no podríamos contar con vida compleja, o c) las pequeñas variaciones en la temperatura de la radiación residual del big bang, pues mayores o menores variaciones ni siquiera hubiesen posibilitado el surgimiento de galaxias (cunas cósmicas de la vida).

Nos encontramos así de lleno con el enigma de la biofilia –el enigma del diseño– de nuestro universo: ¿por qué resulta tan acogedor para la vida? La clave para la propuesta de soluciónla iremos viendotal vez pueda estar en la perspectiva proveniente de una mirada cuántica del cosmos.

Pasemos ahora, con la vista puesta en ese horizonte cuántico, a los accidentes congelados: la evolución es fruto justamente de estos accidentes. De este modo, surgen -emergen- ciertos patrones biológicos -nuevos- afines a leyes. La teoría de Darwin sintetiza como ninguna otra la competencia de las fuerzas de variación al azar y la selección ambiental -natural-, evitando así que nada parecido al razonamiento antrópico tenga cabida en la biología (el Homo sapiens coevoluciona con el resto del mundo vivo).

Ya dentro de este horizonte cuántico incluso podemos echar un vistazo -científico-, gracias sobre todo al descubrimiento observacional de las ondas gravitatorias, al lado más oscuro del universo: a los agujeros negros (estrellas colapsadas ocultas tras un horizonte) y a la materia (25%) y energía (70%) oscuras, lo que supone una auténtica nueva manera de mirar a nuestro universo y a nosotros mismos.

Centrándonos en el lado que más nos afecta y preocupa del cosmos, parece que contamos con cierto apoyo teórico y empírico -las leyes de la física nacen y evolucionan a medida que el cosmos evoluciona (leyes efectivas)- para esa perspectiva darwiniana (serie de transiciones de ruptura de simetría transformadoras de la simetría primordial –supersimetría inicial– que da paso a la complejidad).

Nos encontraríamos ante una metaevolución en la que las propias leyes físicas de evolución cambian y se transmutan (nos sería dado así a conocer su genealogía: los principios de la evolución física coevolucionan con el universo que gobiernan). Ahora bien, la solución definitiva al enigma del diseño está todavía por llegar. Hemos de hablar por el momento de un conjunto de propuestas -hipótesis- diversas.

Una de ellas es la proveniente del multiverso (universos isla). Estaríamos ante una posible cosmología del multiverso antrópico, pero, razonando antrópicamente se puede convertir un fracaso en un éxito aparente y a la inversa (crisis kuhniana de libro). Cuanto más conocemos del universo, menos espacio le queda al principio antrópico.

Otra -hipótesis-, la descrita en este volumen (cosmología descendente: enfoque descendente de la cosmogénesis, cosmología holográfica). Se trata de que las teorías cosmológicas justifiquen nuestra existencia dentro del universo. Es, pues, un modo de pensar el mundo cuántico de dentro afuera (surfeando la onda cuántica universal). En un universo cuántico, la realidad física surge de un amplio horizonte de posibilidades gracias a un proceso continuo de interrogación y observación -función creativa- (no solo somos espectadores, sino participantes dentro de un universo participativo). Así, el principio antrópico se vuelve obsoleto. Nosotros creamos el universo tanto como el universo nos crea a nosotros (el tejido de la existencia se teje entero a sí mismo, siendo la tierra nuestro hogar: es la quintaesencia misma de la condición humana).

Al final, el sueño se ha hecho realidad: una teoría muy sólida -la darwiniana- sirviendo de inspiración -relativa- a una física -cuántica- que trata de desvelarnos tanto el origen del universo –cosmogénesis– como nuestro lugar y función principal en el mismo (somos agentes -muy activos- en el conocimiento y el desarrollo del propio universo). Así podemos, con fundamento, afirmar que todas las leyes científicas son emergentes, incluidas las leyes fundamentales de la física.

Lectura, en consecuencia, obligada para cualquier persona amante de la buena ciencia. Con alta probabilidad, no te arrepentirás de esta decisión tomada. Te verás a ti y al mundo de otra manera: de forma mucho más elegante y, sobre todo, más humana. Y recuerda: si la humanidad no escribe su propio guion, nadie lo hará por nosotros. Manos a la obra, pues. Mucha suerte.

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