Quiénes somos y cómo hemos llegado hasta aquí

Reich, D. (2018/19). Quiénes somos y cómo hemos llegado hasta aquí. ADN antiguo y la nueva ciencia del pasado humano. Barcelona: Antoni Bosch.

Su autor, catedrático de genética de la Universidad de Harvard, nos recuerda desde un primer momento que lo más común de un investigador de nuestros días (en este caso de un genetista que puso en marcha y lidera su laboratorio) es escribir artículos y no libros. De ahí sus dudas, durante años, con respecto a la obra que ahora acaba de ver la luz, tanto en inglés como en castellano.

La razón para escribirla vale perfectamente para su lectura (Reich dixit): comprender, tanto por parte de legos en la materia como por especialistas de distintos campos –arqueología, antropología, lingüística y varias otras disciplinas, entre las que cabe incluir por supuesto también la psicología y la educación-, la así denominada revolución del ADN antiguo. Elestudio del genoma completo de ADN, extraído de huesos antiguos, nos está permitiendo una reconstrucción detallada de contactos, hasta ahora ocultos, entre las más diversas poblaciones de nuestros antepasados- y sus mestizajes-   y con nosotros mismos, gracias precisamente al análisis de las huellas genéticas (antiguas y actuales). El poder de esta metodología para el planteamiento de hipótesis alternativas y de elaboración de teorías bien fundadas empíricamente sobrepasa hoy en día al empleado por otras disciplinas que tratan de poner de manifiesto igualmente nuestros orígenes y nuestra situación actual como humanos.  

Gracias a esta nueva tecnología (tecnología rompedora –por su poder desestabilizador; test de cuatro poblaciones; poblaciones fantasmas antiguas) de análisis completo del ADN (turbopropulsada por el ADN antiguo) se han empezado a cuestionar ideas relativamente bien asentadas en esas otras ramas del saber científico y en la propia genética. Ese es justamente, según su autor, el poder transformador (discernir entre hipótesis enfrentadas) de los estudios del genoma completo. Así, por ejemplo, frente a la idea clásica de raza (de sus derivados e implicaciones: ideas racistas, nacionalismos), hoy sabemos que los humanos actuales somos una mezcla de poblaciones pasadas, que a su vez eran mezclas de anteriores. La mezcla de poblaciones (y las migraciones) aparecen, pues, como un rasgo esencial de la naturaleza humana, a lo largo y ancho de nuestro planeta, según ha quedado inscrito en nuestro genoma, dado que contiene en su interior la información sobre toda esa multitud de ancestros (decenas de miles de linajes): podemos contar así, de forma fidedigna, con la historia que nos cuentan todas esas multitudes que llevamos dentro, historia que da razón de ser de la formación de la familia humana, interconectada de miles de formas jamás imaginadas. Ningún grupo humano conocido, tanto perteneciente al pasado como al presente, está libre de esta clase de mezclas.

Un concepto clave del poder transformador del análisis completo del ADN (antiguo) es el de la hibridación. Hoy ya está bien asentada la de los neandertales y nosotros, pero ¿ha habido otras grandes hibridaciones en el pasado? Los datos apoyan la respuesta del sí. Un ejemplo ilustrativo es el de la incorporación de los denisovanos al mestizaje. El cruce de neandertales y humanos modernos (linaje) ayudó a éstos a adaptarse a nuevos entornos, al igual que ocurrió con el mestizaje con los denisovanos. A la luz de estos datos, y para su mejor comprensión, parece más acertada la  metáfora de la enredadera (se ramifica y se vuelve a mezclar) que la del árbol de la vida (tronco único -modelo arbóreo-), predominante todavía en nuestros días, a la hora de entender científicamente nuestra evolución histórica. Más allá del valor de los contenidos (nuevas teorías, nuevas hipótesis, aval riguroso a propuestas venidas de otras áreas de conocimiento: el origen de las diversas lenguas, la expansión de la agricultura, la ocupación histórica humana de los diversos continentes,…), que es muy elevado y novedoso, en el libro se pone de manifiesto también una de las maneras actuales de hacer ciencia: los sesgos personales y disciplinares, las hipótesis y teorías equivocadas, las conclusiones erróneas, las interpretaciones interesadas –los rasgos morfológicos varían en función de la dieta y el entorno, por lo que no es un criterio muy válido para la clasificación humana jerarquizada y naturalizada-, la desconfianza en la ciencia, la inclusión de nuevas tecnologías, la colaboración fructífera entre investigadores de distintas especialidades, lo que hoy verdaderamente conocemos, lo mucho que nos queda aún por conocer sobre nuestro origen y sobre quiénes somos realmente y hacia dónde nos podemos encaminar. El relato de la ciencia muestra aquí todo su poderío -frente a mitos o creencias infundadas (en tanto justificaciones de los más diversos tipos de discriminación histórica y actual)-, sobre todo por lo que respecta a esa nueva ciencia centrada en el análisis del ADN antiguo y sus múltiples y relevantes implicaciones.

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