Los mitos de la inmigración

de Haas, H. (2023/24). Los mitos de la inmigración. 22 falsos mantras sobre el tema que más nos divide. Barcelona: Península.

Portada del libro

Nos ponemos en manos de un muy buen asesor, a escala internacional, si nos preocupa de veras esta materia que tanto nos está polarizando -mal asunto-, personal y socialmente. En medio de tanta falsa noticia –falsos mantras-, nos puede venir bien un fundamentado -científicamente- conocimiento, ¿no te parece? Pues vamos a ver lo que da de sí este volumen.

Buen comienzo: con la clarificación de conceptos, dada la falta de una terminología clara, además de señalar las bases de datos -las fuentes- utilizadas frente a esa veintena –22 concretamente- de mantras (verdades pseudocientíficas que van a ser desmontadas). El objetivo: ofrecer una visión radicalmente nueva (integradora: holística) de la migración -frente a la que se suele enseñar en escuelas y universidades (relatos dicotómicos) y a las políticas fracasadas sobre su control (empeoramiento)-, basada en pruebas empíricas -las causas-. La migración ha existido siempre y es tan antigua como la propia humanidad. Es posible -se mostrará cómo- diseñar mejores políticas de las llevadas a cabo hasta el presente para la migración. Lo que en modo alguno es poca cosa.

Avancemos ya con el primer mito (visión eurocéntrica u occidentalcéntrica del mundo): la migración se encuentra en máximos históricos (descontrolada, crisis de desplazamiento global…). Datos: estabilidad a lo largo de las dos últimas décadas (en torno al 3%), si expresamos la cifra de migrantes internacionales en relación con la población mundial. De hecho, los niveles -tasa- eran más elevados a finales de siglo XIX y principios del XX. El colonialismo europeo se ha constituido en la mayor emigración ilegal de toda la historia humana (giro migratorio global, flujos migratorios globales). La migración interna o doméstica (de lo rural o lo urbano) es muy superior a la internacional. Hemos de contar también con la movilidad no migratoria, tan específica de nuestros tiempos, debido a la digitalización.

Pasemos al segundo mito: las fronteras se han descontrolado (inmigración masiva, éxodo, invasión…). Realidad: la mayoría de la gente migra legalmente. La inmigración ilegal, que no está aumentando, representa una minoría de llegadas a Europa y es también bastante inferior a la legal en EE. UU. Es más, la inmigración ilegal es, mayoritariamente, deseada. Luego, no hay por qué sucumbir en modo alguno al pánico.

El tercero de los mitos de la migración reza que el mundo se enfrenta a una crisis de refugiados. La realidad -datos- es bien distinta: las cifras de refugiados son relativamente bajas, no aumentan linealmente, fluctúan según las guerras, se da en las regiones de origen, no aumentan las solicitudes de asilo falsas. La mayoría de la gente huye a causa del conflicto y la opresión.

El cuarto mito nos dice que nuestras sociedades son más diversas que nunca, siendo así que venimos de un pasado mucho más diverso de lo que pensamos. La inmigración y la diversidad no tienen necesariamente por qué ser un problema (e puribus unum), sí los discursos de odio -los ideológicos-. 

Aunque a primera vista pueda parecer verdad –el desarrollo de los países pobres reducirá la migración (desarrollo en lugar de migración)- es un mito (el quinto). Hechos: la migración aumenta a medida que los países pobres se hacen más ricos, es una parte intrínseca del desarrollo (paradoja). La emigración no es sin más una huida desesperada de la miseria (sexto mito): representación sesgada y parcial -estereotipo- de la migración. La demanda de obra en el país de destino es el principal motor de la migración internacional.

Así es posible continuar hasta los 22 mitos, tanto en su versión más negativa -no son necesarios los trabajadores migrantes, roban y abaratan los salarios, erosionando el estado del bienestar y generando más segregación y delincuencia…-, como en la aparentemente más positiva -es beneficiosa para todos, resuelve los problemas de las sociedades envejecidas…-, así como algunas de las propuestas para acabar con ella -las restricciones fronterizas reducen la inmigración …), junto con los hechos probados, que los contradicen y prueban su falsedad.

Aquí justamente reside la fortaleza de este trabajo de investigación -de esta obra-: en el análisis riguroso de los datos y sus implicaciones (la inmigración no puede resolver las desigualdades globales, pues beneficia sobre todo a los ricos, no puede revertir el cambio estructural del envejecimiento, relevancia de la migración circular…).  

Si no contamos con lo que se nos describe, bien fundamentado, nuestra visión sobre la migración corre el peligro -incluso siendo supuestamente expertos: modelos push/pull…- de mantenerse más en el terreno de los mitos que en el de la realidad científica. Contribuyamos, pues, a parar este aluvión de mentiras -mediante debates de altura: científicos (más matizados: trilema migratorio …)-, para nuestro beneficio -estaremos menos polarizados– y el de nuestras sociedades- estado del bienestar: sociedades más sensatas, más sanas, más justas (solidaridad internacional)-. Tras la lectura del libro debiera aparecer un sentimiento claro: el del agradecimiento al autor por haber contribuido a introducir esta compleja realidadmás allá del marco simplista pro/contra la inmigración– en la vía de la buena ciencia -hipótesis, datos y su correcta interpretación (teoría provisional)-.

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