Misión economía.

Mazzucato, M. (2021). Misión economía. Una guía para cambiar el capitalismo. Barcelona: Taurus.

Esta catedrática goza de merecida fama internacional por sus acreditadas ideas innovadoras encaminadas a la mejora de nuestras sociedades –bien común: colaboración entre naciones, interés público por encima del objetivo casi exclusivo del beneficio de los accionistas- y, por ende, de nosotros mismos –aprendizaje digital, redes sociales protectoras, derecho básico a un ingreso mínimo-.

El planteamiento es claro desde un comienzo: pensamiento (o enfoque) orientado por misiones (objetivos vitales: propósitos públicos, predistribuciones ex ante entre todas las partes interesadas fundamentales, creación de valor de forma conjunta).

Este enfoque  es capaz de reestructurar tanto al capitalismo –trayectoria de crecimiento sostenible- como a los gobiernos actuales, excesivamente ocupados en la privatización de los beneficios –las recompensasy en la socialización de las pérdidas –riesgos-. Los gobiernos deben transformarse a sí mismos en organizaciones innovadoras, capaces de crear valor y de estimular y catalizar la economía orientada a propósitos, a fin de que  las sociedades sean más resistentes, inclusivas y sostenibles.

Para que sea posible llevar a cabo esta transformación es imprescindible tener en cuenta los males ocasionados por una serie de mitos, que conllevan sus propias profecías autocumplidas. ¿Cuáles son estos mitos?: 1) pensar que las empresas crean valor y asumen riesgos, mientras que los gobiernos sólo aportan seguridad o facilitan el trabajo; 2) creer que la función esencial de los gobiernos es corregir los fallos del mercado; 3) asumir que lo mejor de los gobiernos es que funcionen como lo hacen las empresas; 4) tener la idea de que las externacionalizaciones ahorran dinero y reducen riesgos; 5) juzgar que los gobiernos no deben elegir ganadores, es decir, a quienes están dispuestos y preparados para materializar objetivos vitales –misiones-.

Superados los mitos, ya podemos contar con el hilo conductor para el cambio del capitalismo, empezando por el del propio gobierno. Es imprescindible la asociación –de lo público y lo privado- con un propósito,que es altamente probable que implique una organización dinámica –agilidad y flexibilidad-, la asunción de experimentación y riesgos y también un eficiente liderazgo, gracias a lo cual se obtendría el fruto de la innovación que acabará materializando la misión, el propósito.

Contando ya con los cambios, parece llegado el momento de hacer frente a los grandes retos de nuestros días, poniendo de manifiesto cómo es el modus operandi específico del enfoque o pensamiento orientado por misiones (mapas de misiones…). Se traen a colación algunos de los  principales objetivos de desarrollo sostenible de Naciones Unidas, pues parece razonable que puedan servir de guía para la elección de los desafíos más trascendentales de nuestros días –selección-. Sin duda alguna la emergencia climática demanda una misión: un nuevo pacto verde que implique, entre otras acciones, un mapa de misión para ciudades neutras en emisión de carbono, políticas audaces –Energiewende, como ejemplo- y cambios en el statu quo para una dirección política de la innovación –transformación drástica de la gobernanza, etcétera-. Otros objetivos igualmente de suma importancia, a escala global, pueden ser las desigualdades, la salud, la brecha digital, entre otros.

Ahora bien, esto nos obliga a ser conscientes de un hecho bien patente en el caso de los humanos: las misiones sociales son más difíciles de conseguir que las tecnológicas, pues requieren cambios profundos de tipo político y personal para que se cumplan los  anhelados objetivos, que han de estar bien definidos y, además, evaluados. 

Por lo dicho, tal vez alguien pueda pensar que en el libro se nos habla de una utopía con escasa relación con la realidad. En modo alguno. Ciertamente, estamos ante planteamientos nuevos y complejos, que requieren cambios profundos en la gobernanza nacional e internacional, en los comportamientos de las empresas y en las conductas de la ciudadanía. Obviamente, esto es cualquier cosa menos fácil. ¿Merece entonces la pena que dediquemos algo de nuestro tiempo a la lectura de este libro? Sin ningún género de dudas, salvo que estemos dispuestos a que el futuro –repensar el futuro juntos– nos encuentre con el pie cambiado, es decir, equivocado.

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