El código de la vida

Isaacson, W. (2021). El código de la vida. Jennifer Doudna, la edición genética y el futuro de la especie humana. Barcelona: Debate.

Portada del libro

Esta no es la primera reseña de obras de buen periodismo científico. Su autor, periodista, escritor, biógrafo, es bien conocido internacionalmente por sus obras previas: Einstein, Leonardo da Vinci… En esta ocasión la protagonista es sin duda Doudna, reciente ganadora del Premio Nobel de Química de 2020 junto con Charpentier. También se comentan sus hallazgos, su modo de ser como persona e investigadora y las relaciones personales y académicas entre ambas.

Para comprender en profundidad y destacar sus aportaciones científicas, se analizan con cierto detenimiento los contextos académicos que posibilitaron el relevante trabajo doudniano, con sus claras implicaciones para la especie humana (sistema CRISPR: CRISPR-Cas9). Se trata de poder reescribir el código de la vida y, por tanto, una parte del futuro de los humanos mediante la edición genética proporcionada por estas herramientas.

Dado que hemos seleccionado un buen trabajo periodístico, su autor no podía pasar de largo sin comentar debidamente los importantes descubrimientos de Mojica en el campo CRISPR, previos a las de Doudna y Charpentier. Este volumen viene como anillo al dedo en estos momentos de pandemia, pues podemos aprender mucho de cómo las bacterias han sido capaces de hacer frente a los virus desde hace más de mil millones de años. Este fue precisamente el origen de la aportación de la tecnología CRISPR llevada a cabo  por Mojica.

Al inicio del código de la vida situamos al ADN –los genes-, en concreto su estructura, descubierta por Crick, Watson y Wilkins, galardonados con el Premio Nobel de Fisiología y Medicina en 1962.  A continuación parecía llegada la hora de centrarse en el ARN –el mundo del ARN, el ARN autorreplicante-, la molécula estrella del libro y de la carrera de su protagonista: Doudna. Si ciertamente no es posible entender la vida sin comprender el ADN, no es menos cierto que no la comprenderemos completamente sin entender la estructura del ARN. Es más, todavía no sabemos con certeza si hemos de anteponer el ARN al ADN a la hora de dar cuenta de los orígenes de la propia vida en la tierra, pues el ARN se manifiesta como una enzima que se corta, se ensambla  y se replica a sí misma.

Sobre estas bases ya podemos ir a la búsqueda de las herramientas de edición genética, gracias a la simbiosis de la ciencia fundamental –básica- y aplicada, y también a una coreografía participativa de investigadores de muy distintos países. Estos investigadores/as eran conscientes de que estaban estudiando un área arriesgada y novedosa con importantes implicaciones para los humanos, pues de edición genética estamos hablando, lo que supone la posibilidad de mejorar la vida de las personas –lucha contra el coronavirus, enfermedades genéticas…-, pero sin perder de vista los innegables riesgos, sobre todo si la intervención se produce en la línea germinal. En el horizonte se podría vislumbrar, para bien y para mal, un mundo gattaquiano(Gattaca), un Homo sapiens versión dos punto cero, un hackeo de nuestra propia evolución.

Centrándonos en las terapias –aplicación terapéutica de la edición genética- sobre las células somáticas, ya podemos constatar los primeros éxitos de estas herramientas CRISPR (en la anemia falciforme, en el cáncer, en la ceguera congénita…), aunque los costes todavía son muy elevados, por lo que se podría agrandar aún más la brecha entre ricos y pobres. Otro objetivo obligado: la actual pandemia. El sistema CRISPR supone ya contar con test más baratos y rápidos que los que estamos utilizando (PCR). Además estos nuevos dispositivos están capacitados para la detección de cualquier tipo de virus.  En cuanto a las vacunas, cabe señalar que las centradas en el ARN –asunto clave del libro- han tenido éxito al convertir nuestras células en plantas de producción de la proteína espicular, a fin de que nuestro sistema inmunitario pueda hacer frente después al coronavirus.

Ahora bien, el futuro está más bien del lado de las bacterias en su lucha contra los virus, es decir, en las herramientas CRISPR, capaces por sí mismas –por sí solas- de acabar con los distintos virus. Ya en estos momentos podemos hablar de edición de bases y edición de calidad (asombrosa ciencia de las CRISPR).

Por lo ya indicado, son varias las razones para recomendar la lectura de esta obra: 1) está muy bien escrita, como corresponde a un magnífico periodista; 2) está muy bien documentada: se han seleccionado las mejores fuentes, a escala internacional; 3) el asunto tratado es sumamente actual y con inmensas repercusiones para toda la vida en nuestro planeta; 4) ofrece una imagen muy certera de cómo avanza la ciencia ante los grandes retos de la humanidad, poniendo de manifiesto tanto sus muchas virtudes -colaboración, creatividad, entrega, compromiso, entre otras-, como también sus defectos –afortunadamente en menor número y menos relevantes: rivalidad desmedida de tipo personal e institucional, ocultaciones egoístas, apropiaciones indebidas…-. Si queremos afrontar el futuro del mundo biológico de una forma más racional y consciente, aquí se nos ofrece una gran oportunidad para hacerlo. No la desaprovechemos.

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