Las personas más raras del mundo

Henrich, J. (2020/22). Las personas más raras del mundo. Cómo occidente llegó a ser psicológicamente peculiar y particularmente próspero. Madrid: Capitán Swing.

Portada del libro

El autor, especializado en varias áreas del saber –antropología, ingeniería…- está perfectamente cualificado, como se pondrá de manifiesto en esta extensa obra, para hablarnos con fundamento de una población muy especial (la WEIRDrara, sesgada-): la referida a las personas occidentales, educadas, industrializadas, ricas y democráticas –una minoría-, en comparación con todo el resto de poblaciones a escala mundial. No representa en modo alguno, aunque así se ha venido asumiendo, el patrón humano.

Como buen botón de muestra, de tipo psicológico, valga tener en cuenta que más del 90% de los participantes en los experimentos de Psicología han provenido, hasta recientemente, del norte de Europa, Norteamérica (Estados Unidos) o Australia –en torno al 70% han sido universitarios estadounidenses-. Alguien tenía, pues, que poner el dedo en la llaga de un sesgo científico tan flagrante.

El dato del que se parte para poner en su sitio al sesgo es el bien constatado hecho de que  la alfabetización cambia la biología y la psicología de las personas sin alterar el código genético subyacente: renueva el firmware. No es pertinente, científicamente hablando, separar cultura y biología –retroalimentación catalítica entre genes y cultura, virtuosos bucles de retroalimentación, efectos sinérgicos, coevolución, autopistas de dos sentidos-, pues la primera estimula y condiciona el recableado físico del cerebro y, por ende, configura nuestro modo de pensar, sentir, percibir y actuar –la psicología weird y el auge de occidente-.

Así, en el caso de las personas weird, la alfabetización ha propiciado que acabemos siendo individuos más centrados en nuestros logros y aspiraciones que en nuestras relaciones y papeles sociales: nos vemos más como seres únicos (individualismo,  independencia, equidad impersonal –imparcialidad-, mentalidad de suma positiva/mejora, prosocialidad impersonal –competencia intergrupal domesticada o benigna-, lex mercatoria, universitas, culpa) que como nudos de una red social –parentesco (intensivo), favoritismo intragrupal-, que se extiende a lo largo del espacio y el tiempo (interdependencia social y emocional, conformidad, obediencia, mentalidad/cosmovisión de suma cero, implacable competencia intergrupal, vergüenza).

Las personas weird, en general, sabemos bastante sobre cada árbol –pensamiento analítico-, pero menos sobre el bosque –pensamiento holístico-. En otras muchas sociedades e individuos aparece el patrón opuesto: más pensamiento holístico o relacional y menos analítico –relevancia de la interdependencia culturalmente construida-. Si recurrimos a la base de datos Ethnographic Atlas, constatamos que el 99.3 por ciento de las sociedades recogidas en esta base mundial manifiestamente se desvía del patrón weird, en los cinco rasgos de parentesco seleccionados.

La inferencia sólida a partir del reconocimiento de que la alfabetización cambia la biología es que debemos asumir tanto la diversidad –individual y social (humana)- como el cambio –pasado, presente y futuro: evolución-, de personas y sociedades, fruto de la rigidez y de la flexibilidad que vertebran las instituciones y  las bases genéticas. Ambas características conviven, pues, en la realidad de nuestro devenir cotidiano.

Los diversos conjuntos de creencias sobre los más diversos asuntos –matrimonio, propiedad, herencia, normas, venganza, intencionalidad, obediencia, moralidad, autoridad, paciencia, mercado, autocontrol, personalidad, rural, urbano, trabajo, disposiciones (aptitudes)…- han ido conformando a lo largo de la evolución humana nuestros particulares modos de entender la vida y de comportarnos, dejando la correspondientes huellas en los cambios funcionales y estructurales de nuestros cerebros. Un caso manifiesto es la monogamia weird –con su endocrinología y psicología peculiares-, que ha sido extendida bastante recientemente a una buena parte del mundo.

Somos, los humanos, en consecuencia, una especie cultural, cuya característica esencial es el aprendizaje adaptativo, con el consiguiente recableado adaptativo-. Si nos queremos comprender bien, hemos de analizar pormenorizadamente ese aprendizaje cultural que se produce dentro del amplio marco de los mundos culturalmente construidos: somos pues el fruto muy diverso de la evolución cultural acumulativa, que por supuesto incluye la innovación.

Tras la asimilación de los contenidos de esa voluminosa obra, creo que podemos decir con rigor que es muy difícil que la persona que la lea salga defraudada. Incluso si uno no comparte en su totalidad la tesis defendida sobre la población weird, es tal el cúmulo de tan rica y documentada información –conocimientos-, que por este solo hecho ya merecería la pena recomendarla.

No dejes pasar, por tanto, esta oportunidad. A buen seguro que tu marco conceptual cambiará para bien y con él tu propia vida y las relaciones con los demás. La buena ciencia es así: te ayuda a mejorar cognitiva y comportamentalmente, pues nos va poco a poco acercando a la anhelada sabiduría.

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