Hombres fósiles

Pattison, K. (2020/24). Hombres fósiles. La búsqueda del esqueleto más antiguo y los orígenes de la humanidad. Móstoles (Madrid): Capitán Swing.

Que un periodista estadounidense dedique ocho años de su vida profesional a proporcionarnos una fundamentada historia sobre Ardi (Ardipithecus ramidus, 4,4 millones de años de antigüedad, uno de los descubrimientos más importante de nuestra era, que ha aportado luz al periodo oscuro anterior a Lucy) es de agradecer, pues debido a ella -a este relato- vemos cómo la ciencia va haciendo camino al andar, siendo conscientes de que a veces los logros científicos no siempre son valorados por sus coetáneos, sobre todo cuando suponen una alteración del statu quo. Ello es debido a que unos marcos conceptuales -los antiguos- han de ser sustituidos por otros -los nuevos- que responden mejor al conocimiento riguroso de la realidad.

Además, no debiéramos olvidar que la ciencia está llevada a cabo necesariamente por seres humanos, por lo que conviene tener en cuenta también los sesgos, el arribismo, los resentimientos o las luchas entre personas o grupos académicos rivales (maniobras políticas dignas de Maquiavelo). Esta es la parte más oscura de la ciencia, pero merece la pena que sea desvelada para evitar males mayores. Aquí se nos da cumplida cuenta de ambos lados de la moneda del proceso investigador –a escala internacional-: la cara (pruebas, falsación, autocrítica…) y la cruz (intrigas, autoestimas desorbitadas, frecuentes zancadillas y enemistades entre colegas…).

Hay una figura central en esta historia: la de Tim White (afamado paleoantropólogo y mentor de otros igualmente bien conocidos paleoantropólogos) en su intento por encontrar a las criaturas simiescas -primero, como colaborador, en el caso de Lucy (Australopithecus afarensis) y, ya después, con el descubrimiento de Ardi– que han dado razón de ser -son las/os ancestros- de nuestra ulterior existenciaHominidae: Homo sapiensen el planeta tierra.  Nos hallaríamos, por tanto, ante las anheladas -supuestas- raíces de la humanidad.

Durante un tiempo se creyó que con Lucy -primera antepasada, bípedo primitivo, 3,2 millones de años- daba comienzo la humanidad más primitiva. Hoy sabemos que esa hipótesis ya no se sostiene –ha dejado de ser el ancestro más antiguo del hombre-, gracias a los hallazgos de las criaturas que precedieron a Lucy. No es, por tanto, el primer ancestro de los seres humanos que se separaron de los simios, caminando erguidos, evolucionando de pies (los modestos pies no han recibido el reconocimiento merecido: pérdida del pulgar oponible del pie…) a cabeza -reducción de los caninos…-, pasando por la pelvis y la columna vertebral, desarrollando herramientas y, sobre todo, modificando el cerebro (incremento, organización… cerebro reconfigurado), todo ello en momentos históricos distintos y consecutivos –simios remodelados-. Con Ardi (simio terrestre, especie raíz del linaje humano) se retrocedió en el tiempo -más de un millón de años- y hubo que reinterpretar la historia, incluida por supuesto la de la propia Lucy. Los simios del Mioceno parecen ofrecer un buen punto de partida para trazar la evolución humana.

El marco actual predominante (aunque continúan las pertinentes disputas específicas entre especialistas de distintas áreas de conocimiento y dentro de cada campo de investigación) para la comprensión de nuestra especie -contando ya con lo conocido a través de Lucy y Ardi– es que el género Homo fue muy diverso en el pasado -formas diversas de Australopithecus y Ardipeithecus-. De hecho, el Homo sapiens -nuestra especie: superdepredadora que invadió el mundo– es un delimitado remanente de esa diversidad. La versión del árbol -la Eva mitocondrial– no acabó resultando, en consecuencia, suficiente para entender la perspectiva de bosque de la procedencia de los humanos modernos: descendemos de muchas poblaciones que se diversificaron, cruzaron y convergieron en la humanidad moderna. Por eso, mejor que la metáfora del árbol -de la vida-, tal vez haya llegado el momento de sustituirla por la de red de vida -la hibridación va apareciendo, en consecuencia, más como la norma que como la excepción (metapoblación)-.

Libro bien escrito y documentado, en el que se contextualizan los hallazgos científicos actuales -sobre nuestros orígenes (nuestros ancestros/as)- dentro de marcos históricos, políticos -paleopolítica en Etiopía…- y personales -de los principales investigadores…- detalladamente contados. La lectura, pues, supone un aprender disfrutando gozar del asombro-, de gran utilidad para nuestras vidas y las de nuestros congéneres. Qué más se puede pedir.

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