Piketty, T. (2020/21). ¡Viva el socialismo! Crónicas 2016-2020. Barcelona: Deusto.
Si hay un autor que no necesita presentación en estos momentos es justamente Piketty, uno de los economistas internacionales más relevantes del siglo XXI. Me permitiré seguir una estrategia que creo que puede facilitar el acercamiento de los amantes del saber a sus dos obras principales: El capital en el siglo XXI y Capital e ideología, libros voluminosos –como él mismo los define y que considera demasiado largos- y que están plagados de datos esenciales – imprescindibles- para entender científicamente la compleja realidad económica de nuestras sociedades.
Esta obra recoge básicamente las crónicas desde 2016 a 2020 que vieron la luz en Le Monde. Es más fácil de seguir aquí el hilo conductor de su planteamiento o enfoque, por lo que de esta forma, a buen seguro, nos apetecerá buscar después los fundamentos rigurosos de su argumentación académica en los dos libros que merecidamente le han proporcionado su fama mundial, en el supuesto como es lógico de que no hayan sido aún leídos. Incluso así, merece la pena conocer lo más recientemente expuesto ahora.
Su tesis es que frente al actual sistema económico del hipercapitalismo (capitalismo globalizado de competitividad libre y no distorsionada: plena desregulación a fin de dejar actuar al mercado omnisciente e infalible) es necesario realizar un cambio (para superarlo) hacia un socialismo, participativo y descentralizado, federal y democrático, ecológico, mestizo –inclusivo- y feminista. No se trata tanto de estar en contra del neoliberalismo (que ciertamente fomenta las desigualdades de renta y de riqueza y que lleva camino de agotar los recursos básicos de nuestro planeta) como a favor de otra alternativa, se llame socialismo o no, que sea capaz de materializar la sociedad distinta que anhelamos. ¿Cómo? Mediante la herencia mínima para todos o herencia universal, la tarjeta individual de emisiones de carbono, la sustitución del PIB –Producto Interior Bruto- por la renta nacional, la circulación –redistribución- de la propiedad, los tipos impositivos –impuesto sobre la fortuna-, la justicia económica, fiscal y ambiental –federalismo social internacional-, la igualdad educativa, el Estado social y una manifiesta perspectiva feminista.
A partir de aquí en cada crónica se van a ir destacando algunos de estos puntos esenciales y sus derivados. Así comprobamos cómo se hará una crítica fundada: a las políticas de austeridad (intento de reducir demasiado rápido los déficits presupuestarios), a la ideología de la riqueza merecida –meritocracia-, a la sacralización del mercado (culto al mercado todopoderoso), a la escasa representación de empleos de las mujeres en los puestos mejor remunerados (si se sigue así habremos de esperar hasta 2102 para alcanzar la paridad), a la globalización tal cual la estamos viviendo (es necesario reorientarla a fin de lograr un desarrollo equitativo y sostenible), a la desigualdad –explosión desigualitaria– (mayor que la reconocida en el caso de China: ¿plutocomunismo?, o la negación desigualitaria francesa), que se ha convertido en uno de los grandes desafíos de nuestros días.
Sigue la crítica a la falta de inversión en educación y formación, que resulta determinante para la productividad (el rendimiento económico de los países), a la competitividad exacerbada entre países -frente a economías más sociales y productivas-, a los regalos fiscales a los más ricos (frente al impuesto sobre la fortuna), a la desregulación excesiva, al endeudamiento de los más pobres, al endurecimiento migratorio y a la escalada proteccionista, al dumping fiscal, a la hiperfinanciarización (ilusión monetarista), al negacionismo climático y desigualitario.
Las señas de identidad del autor, lúcido y comprometido investigador, agudo cronista de nuestro tiempo, es poner de manifiesto que los hechos bien fundados (la buena ciencia, la actitud científica) han de ser tenidos en cuenta por encima de las ideologías y de las propias posturas políticas, sin olvidar en ningún momento que esto bajo ninguna circunstancia nos debiera llevar al fomento de un régimen epistocrático, sino más democrático (democratización de las instituciones estadounidenses, brasileñas o europeas: indispensable democratización de la zona euro –manifiesto por la democratización de Europa-, economía circular, registro o catastro financiero, democracia transnacional).
Es difícil que la lectura de esta obra, menos voluminosa que sus dos grandes libros ya citados y más fácil de leer y asimilar, nos deje indiferentes. Más bien todo lo contrario: nos estimulará para llevar a cabo una reflexión más profunda y más fundamentada en datos/hechos. Si alguien quiere estar bien preparado para afrontar el futuro inmediato he aquí una buena oportunidad.