Desmurget, M. (2023/24). Más libros y menos pantallas. Cómo acabar con los cretinos digitales. Barcelona: Península.
Dado que ya conocemos a este renombrado neurocientífico (https://acipe.es/la-fabrica-de-cretinos-digitales), nos permitimos mostrar, desde un principio, nuestro punto de vista relacionado con este asunto de gran interés vital: más libros, sí, sin duda -sobre todo si son buenos –de verdad– (https://acipe.es/category/analisis-libros)-, pero por qué no también más pantallas, siempre y cuando sean buenas, como sin duda las hay. No todas son estúpidas aplicaciones digitales.
Como se ve, hacemos hincapié tanto en la excelencia de los medios -libros o pantallas: al servicio del desarrollo personal y del de la ciudadanía-, como en el hecho probado de que es posible una fructífera convivencia –espiral o círculo virtuoso– entre buenos libros y buenas pantallas. De aquí surge -es fácil inferirla lógicamente- una cuádruple tipología: buenos libros y pantallas, buenos libros y malas pantallas, buenas pantallas y malos libros y malos libros y pantallas. El gran problema: hacer realidad la espiral o círculo virtuoso -teórico- del primer cuadrante: buenos libros y pantallas (que generan excelentes conocimientos, competencias, sabiduría…). A partir de aquí, el gran reto es tratar de llegar desde el último cuadrante -malos libros y pantallas- al primero (pasando por los otros dos cuadrantes, si no hay otro remedio).
Detengámonos ahora en el análisis de la tesis defendida y en la argumentación esgrimida en este volumen. Al final, veremos si hemos de cambiar, como cualquier buen científico, de planteamiento inicial y sus correspondientes hipótesis. Así funciona la ciencia.
Tesis: el mejor antídoto contra la idiotización (digital) de las mentes es la lectura (solo la lectura prepara para la lectura, primacía de lo impreso, el papel mejor que la pantalla, la realidad del efecto Mateo, las lecturas como simuladores sociales, espiral de causalidad). La persona lectora es lo contrario a la cretina digital (orgía de pantallas). Es necesario, pues, implicarse -familias e instituciones educativas- en fomentar el arte de leer (la correcta comprensión –modelo de situación o mapa mental …-, tras la pertinente descodificación), que se ha de prolongar a lo largo de la vida. Con ello se obtienen unos beneficios múltiples y duraderos (mejor desarrollo socioemocional e intelectual, mayor rendimiento académico y profesional, más creatividad, menos fracaso escolar…).
Argumento. Se constata un amor universal por la lectura compartida –cultivo de la lectura: interacción, placer…-, sobre todo en la infancia, para después ir decreciendo tanto por parte de los progenitores/cuidadores como de las propias criaturas (autonomía). En nuestros días, el uso lúdico de las pantallas –omnipresencia de lo digital– suplanta en buena medida a la lectura (relación inversamente proporcional, abandono progresivo de la lectura, leer es una pérdida de tiempo, solo se lee si es obligatorio, es un castigo -más que un viaje-).
El antídoto principal propuesto, una vez revisada y asimilada la correspondiente bibliografía especializada, es el de leer más, pues es la vía más propicia para llegar a ser una persona justamente considerada como lectora competente (nuestro cerebro no viene ya de fábrica preparado para comenzar a leer sin más, necesitamos, por tanto, construir las redes cerebrales propicias, lo que sin duda requiere tiempo, dedicación y pasión). La lectura se constituye en la disciplina -base- sobre la que se cimentan las demás. Hemos de tener en cuenta, además, que la escritura -y con ella la lectura– es uno de los inventos humanos más importantes de todos los tiempos.
Procedamos ahora ya a la comparación rigurosa entre la tesis de más libros y menos pantallas frente a la de más buenos libros y buenas pantallas (https://museo.acipe.es/), como primer cuadrante de una cuádruple tipología. Esta parece resultar un enfoque bastante más potente para la correcta comprensión de la complejidad de la vida en la tercera década del siglo XXI, que la mera contraposición libros contra pantallas, en la que se ensalza tal vez en demasía una parte -sin duda muy valiosa- y casi se demoniza la otra -cuyos aspectos positivos parecen ignorarse-.
Desde nuestra perspectiva se tienen en cuenta todos los aspectos: positivos y negativos (hay de ambos) a fin de obtener una valoración final más equilibrada, que puede ir desde un círculo vicioso (malos libros y malas pantallas) a otro virtuoso -buenos libros y pantallas: lo ideal-, pasando por los otros dos cuadrantes de la tipología. Así queda abierto un amplio campo para la investigación futura que pueda redundar en beneficio del desarrollo personal de estudiantes, padres, profesores y sociedad, en general.
Dejemos a partir de lo dicho que los investigadores hagan su trabajo -pongan a prueba las diferentes hipótesis-, pues está mucho en juego. Tienen a mano -curiosamente en línea– las recensiones de los buenos libros -más de 160- y también la colaboración entre, en este caso, la inteligencia artificial y la humana -el museo: con decenas de obras/cuadros-. Con sumo gusto aceptaremos el veredicto científico de nuestros colegas nacionales e internacionales sobre si cuenta con más apoyo empírico el modelo dicotómico libros frente a pantallas o el de la cuádruple tipología. Hagamos, pues, juego -investigaciones-. Anhelantes esperamos los resultados.