Las edades de la globalización

Sachs, J. D. (2020/21). Las edades de la globalización. Geografía, tecnología e instituciones. Barcelona: Deusto.

Portada del libro: Las edades de la globalización

Los libros de merecido éxito, a escala internacional, constituyen un rasgo distintivo de este profesor universitario y buen divulgador científico. El presente sigue la misma estela de los anteriores por lo que es difícil, por no decir imposible, que el lector/a quede frustrado o defraudado tras su lectura. Se nos proporciona una buena síntesis de conocimientos importantes y actuales, bien integrados y adecuadamente expuestos, que resultan muy relevantes para nuestras vidas y las de los demás.

Su punto de mira en esta ocasión es la globalización, desglosada y fundamentada a lo largo de nuestra historia. Distingue y documenta siete edades: 1) la paleolítica, en la que tuvo lugar la dispersión mundial de nuestra especie; 2) la neolítica, gracias al surgimiento de la agricultura y las aldeas; 3) la ecuestre, caracterizada por la utilización del vehículo de transporte más importante de casi toda la humanidad: el caballo; 4) la clásica, cuya nota estructural distintiva es  la gobernanza a escala imperial: los grandes imperios terrestres; 5) la oceánica, que supuso el surgimiento de los imperios mundiales oceánicos -el intercambio colombino-; 6) la industrial, vertebrada por el paso de la economía orgánica a la de origen mineral y que conllevó un crecimiento endógeno; 7) la digital, fruto de la revolución digital que ha posibilitado la omniconectividad, debido a la ubicuidad de las tecnologías digitales -aprendizaje de tabula rasa-).

A lo largo del libro se va poniendo de manifiesto cómo contribuye la globalización, en cada uno de los siete periodos históricos, a la mejora de la condición humana, pero, a su vez, cómo supone también incuestionables amenazas. Esta es la esencia de los humanos, por el hecho de serlo: la perfección plena es un oxímoron (vulnerabilidad común). Practicamos la eusocialidad –cooperación- en y con los endogrupos, a la par que la agresividad con los exogrupos. Podemos mejorar, es cierto, pero en parecida medida empeorar, como se pone de manifiesto en la exclusión competitiva (avanzamos nosotros en proporción semejante al retroceso o extinción de los demás –humanos u otras especies-). Toda clase de herramientas –en un principio eran analógicas, hoy ya digitales- o cualquier tipo de transformación (del nomadismo a la agricultura, de la domesticación y uso del caballo a la revolución industrial…) que tienen lugar en la globalización –las pasadas o la presente-, conllevan la doble cara de su posible utilización: para bien –beneficios- o para mal –desgracias- de los individuos, de las sociedades o del mundo en su totalidad (yo frente a los otros, el endogrupo frente al exogrupo, lo humano frente a todo los demás –la flora, la fauna y hasta la propia tierra-).

Se nos invita pues a pensar de forma global (pensamiento sistemático multidimensional, hibridación de ideas, crecimiento recombinante…), pensamiento que supone necesariamente contar con conocimientos multidisciplinares –geográficos, tecnológicos, institucionales-. Este tipo de pensamiento –global- ha de ser aplicado sobre al menos estos tres grandes retos de nuestro tiempo: a) el desarrollo sostenible, centrado en  la prosperidad común –crecimiento convergente y reducción de la pobreza, energías renovables y agricultura de precisión-, la inclusión social, y la sostenibilidad medioambiental. Es esta la manera de hacer frente a la constatación del aumento drástico y desestabilizador de la desigualdad económica –desigualdades de renta- o de la pérdida de biodiversidad; b) la gobernanza multilateral, debido a la realidad de un mundo multipolar; c)  los valores universales, como son la paz mundial -cómo cultivar la paz en el siglo XXI-, la justicia social – no dejar a nadie atrás– y la igualdad de nuestra especie: la humanidad todavía no ha acabado con el abuso de otras personas en su codicioso afán de lucro, ni con las crecientes desigualdades internas de los países. Si el libro está bien escrito, y lo está, si está bien documentado, e igualmente hay que señalar que sí, y si los asuntos tratados son de especial relevancia para nosotros y para nuestro planeta, y ciertamente lo son, entonces la lectura de esta obra parece muy recomendable porque, aquí si lo podemos decir con rigor y justicia, nos va la vida en ello. Esta obra sin duda nos hará más cultos y, muy probablemente, mejores personas.

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