La revolución multigeneracional

Guillén, M. (2023/24). La revolución multigeneracional. Cómo la demografía y la tecnología transformarán el aprendizaje, el trabajo y el consumo, a cualquier edad. Barcelona: Deusto.

¿Has oído hablar de los perennials, frente a las personas boomers, la generación X, millennials, generación Z? Si tu respuesta sincera es que no, entonces tal vez te convenga echar un vistazo a esta obra del sociólogo -autor- que ya cuenta con reconocimiento internacional. Empecemos, pues.

Las personas perennials (mentalidad perennials) no se caracterizan por la década de nacimiento, sino por la forma de vivir, aprender -formarse a lo largo de la vida- trabajar, consumir e interactuar con los demás (revolución posgeneracional). Así, si las personas de más edad pueden perder velocidad en la solución de determinados problemas, pueden ser mejores -superiores a los demás- en la aportación de experiencias vividas. Ya contamos con empresas -BMW, por ejemplo- que han empezado a integrar generaciones distintas en el mismo lugar de trabajo con un resultado muy positivo -más y mejor productividad-, rompiendo así el mundo compartimentado en una serie de etapas vitales manifiestamente diferenciadas (modelo secuencial de la vida, omnipresente en nuestro mundo actual y con elevados costes para individuos y familias).  Es posible sintetizarlo -y cosificarlo- en cuatro etapas separadas y secuenciales: juego, estudio, trabajo y jubilación. Estamos asistiendo quizá al comienzo de su desmoronamiento, a la abolición de este modelo secuencial.

Ya en estos momentos pueden convivir hasta ocho -o más- generaciones (construcciones sociales difusas): desde la alfa -2013-, pasando por la Z, millennials, xennials baby-bust, baby-boom, la generación silenciosa, hasta llegar a la grandiosa -1910/24- (sociedad posgeneracional). Se trata de que, desde una nueva perspectiva dinámica cambiante de la sociedad posgeneracional-, seamos capaces de superar los límites de lo que se puede hacer y lograr a lo largo de nuestras vidas. Ya intuyes, con razón, que va a valer la pena adentrarse un poco más en el panorama que se vislumbra desde esta perspectiva.

Algunos hechos bien constatados: la esperanza de vida se ha duplicado en los últimos 250 años, lo que permite interacciones de padres y nietos y, en algunos casos, incluso con los bisnietos/as. La cuestión aquí es si preferimos el aumento de la esperanza de vida en sí –inmortalistas– o más bien de vida saludable -defensores del aumento de la esperanza de vida con buena salud: longevidad saludable-. Estrechamente unida a esta preocupación está la de la justicia intergeneracionalcontrato de bienestar y solidaridad generacional dentro ya del modelo de vida posgeneracional fluido y reversible (fuerza laboral multigeneracional)-.

Los cambios actuales producidos con respecto al modelo predominante de la familia nuclear suponen una ruptura bien patente del modelo de secuencia de la vida: cada vez menos mujeres y varones se casan –tribu canguro-. Una de las vías de solución viene propiciada por la tendencia marcada por los hogares multigeneracionales en aumento –gran familia-. De hecho, parece haber llegado para quedarse. Está regresando con fuerza, ante el desmoronamiento del modelo secuencial de la vida. Cada vez más parece necesario hacer hincapié en un primer aprendizaje, el oportuno desaprendizaje en función de los continuos cambios y en un reaprendizaje para mejor adaptarse a nuevas circunstancias (maleabilidad, flexibilidad…), es decir, aprendizajes de tipo universal y de por vida -en gran medida intergeneracional: aprendizajes y beneficios mutuos-. Esto, obviamente, implica profundos cambios en nuestros sistemas de enseñanza específicos del modelo de secuencias.

No nos podemos quedar, en consecuencia, parados o ser reacios al cambio, ante esta nueva concepción de la vida -más plural y diversa-, de la edad -nueva concepción en torno al envejecimiento: empoderar a la gente para que pueda gestionar mejor las últimas décadas de sus vidas, valoración no discriminatoria de la diversidad de edades-, del trabajo -especialización secuencial, microtrabajos, gestión multigeneracional…- y del aprendizaje -presencial y en línea, intergeneracional, inclusivo-.

Una sociedad posgeneracional debería tener en cuenta las diferentes maneras y vías de ser niños/as -desde una edad muy temprana se siguen caminos diferentes-, adolescentes, adultos, jubilados, estudiantes y trabajadores (consumidores sin edad perennnials-, grandfluencers, consumo colaborativo…). Esto no solo ayudaría a resolver los problemas ocasionados por el modelo secuencial -el encorsetamiento, las rigideces: educación, trabajo y jubilación-, sino que en buena medida los disolvería -desaparecerían, gracias precisamente a  la mentalidad perennials que utiliza un enfoque posgeneracional-.  ¿No te parece interesante esta obra divulgativa, amena y que estimula una reflexión útil para la posible mejora de nuestras vidas? Anímate, pues, con su lectura. Saldrás ganando.

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