Carr, N. (2016/19). La pesadilla tecnológica. Alicante: Ediciones El Salmón.
El autor es bien conocido, a escala internacional y también nacional, por sus obras (Las tecnologías de la información, Atrapados, Superficiales…), centradas en una visión crítica de la presente revolución digital, tanto por lo que respecta a los principales planteamientos (sus pretensiones, deseos, objetivos…) como por lo que atañe a sus manifiestos productos (Internet y sus derivados: Google –hegemonía de su cosmovisión-, Facebook, Twitter, You Tube…).
En este caso, se trata de una amplia compilación de textos previos (básicamente blogs) que nos posibilitan ver cuál es la evolución del pensamiento del autor (temas tratados), paralela a los avances de las herramientas digitales, durante el periodo que va de 2005 hasta 2016. No es de extrañar, por tanto, que tras la lectura podamos hacernos una buena idea de los frutos de un pensamiento reflexivo que viene continuamente girando en torno a los principales asuntos que preocupan a unos ciudadanos que están –estamos- plenamente inmersos en este nuevo mundo: el digital (en estado de renovación constante con déficit de paciencia).
Dentro del continuo enmarcado, por un lado, por los entusiastas tecnológicos (transhumanistas, por ejemplo) y, por otro, los detractores de ciertas nuevas tecnologías (algunos bioconservadores), Carr prefiere mantener y defender una actitud y pensamiento –críticos-, caracterizados por el reconocimiento de los innegables avances y ventajas derivados de la digitalización, pero sin llegar a la supuesta utopía que derivaría de la misma –utopismo tecnológico, panacea de la virtualidad, nuevo Edén, Tierra Prometida, New Age, mitología de la liberación, eficiencia perfecta, inmediatez-, a la par que señalando las desventajas o problemas que aquélla está acarreando (sin alcanzar la plena distopía): paro tecnológico, prosumismo (producción y consumismo; consumidores de realidad aumentada), heterocontrol, cinismo interesado, las carencias de privacidad, generatividad y madurez, la saturación de la información (la abundancia de información genera un delirio de conocimiento en los incautos), entre otros.
A lo largo del libro se da un somero repaso a la blogosfera, a la religión de la tecnología (tecnología para la emancipación: fraude inocente), a la nube, al dominio de los robots, a la inteligencia artificial –que ésta supere a la humana o que la gente se vuelva más estúpida- a los ciudadanos virtuales –identidad virtual, drogas virtuales, derecho al olvido digital, fans digitales-, a la inteligencia colectiva, a la Web 2.0 –participación, colectivismo, virtualidad, culto por lo amateur-, al precio de la gratuidad/arrendamiento digital –trabaja la mayoría y cobra la minoría (vampirismo digital, monopolios, las grandes fortunas de unos pocos, evasión de impuestos, élite autoelegida)-, a la Wikipedia –inclusionistas y supresionistas-, a las iPads (tabletas), a los smartphones (teléfonos inteligentes), al ciberespacio, a la economía colaborativa, al singularitarianismo tecnológico, al big data, a los videojuegos, a los MOOC (cursos en línea, masivos y abiertos), a los e-books (libros digitales), al aprendizaje automático, a los algoritmos, a la snapchat (mensajería efímera), al yo cuantificado (individuos autorrastreadores), a la ingeniería genética, a las redes sociales, a la fusión hombre-máquina, a la cultura de la distracción y de la dependencia, al futuro posthumano, por traer a colación buena parte de los asuntos analizados.
Este libro, totalmente divulgativo, no puede ser, dada su estructura ya comentada, más que un conjunto amplio de reflexiones críticas, muy breves, sobre un número considerable de aspectos que giran en torno a nuestra nueva era de la digitalización (ya se cuenta con una información –cruzada- sobre cada uno de nosotros, de forma que gracias a ella se obtiene un conocimiento –perfil- mejor del que el propio individuo cuenta por y para sí mismo). Dentro del continuo de polos opuestos (tecnófilos –la tecnología funciona mejor que la propia naturaleza-y tecnófobos –el progreso tecnológico sin límite puede acabar con la propia naturaleza humana, tal cual la conocemos; del almacén biológico de información al almacén digital de información-), su autor se inclina más por poner de manifiesto los aspectos más críticos de la digitalización, que por reseñar las considerables ventajas, como refleja esta pregunta -¿Que ha ido mal con la digitalización para pasar de la utopía a la distopía?- que podría perfectamente vertebrar esta obra, compilatoria y de divulgación.