Zuboff, S. (2019/20). La era del capitalismo de la vigilancia. La lucha por un futuro humano frente a las nuevas fronteras del poder. Barcelona: Paidós.
Un rasgo diferenciador de su autora es la capacidad para hacer previsiones que pocos pueden ver o intuir en su momento y que tienen su debido cumplimiento en cada futuro inmediato, como se ha puesto ya de manifiesto en sus obras anteriores, sobre asuntos siempre de enorme repercusión y trascendencia mundial.
Dada esta lucidez, comienza su primera página del libro (más de 900) con la definición de su visión original: el capitalismo de la vigilancia, que es una mutación no escrupulosa del capitalismo, debido a las grandes concentraciones de riqueza, conocimiento y poder en una minoría y que pueden afectar gravemente la soberanía y autonomía de la mayoría. Es una fuerza social profundamente antidemocrática (oportunismo tecnológico, titánico flujo unidireccional de excedente conductual…).
De aquí surge una disyuntiva radical que es la verdadera cuestión en estos momentos: ser dueños o ser esclavos (cuando nos automatizamos a nosotros mismos, debido a los potentes medios de modificación conductual; cuando materializamos el poder instrumentario). Si lo queremos en otros términos: ¿puede el futuro digital –la civilización informacional emergente– ser nuestro hogar o, por el contrario, llevarnos a una oscuridad consistente en miseria para muchos y prosperidad para unos pocos? Si el capitalismo industrial afectó negativa y peligrosamente a la naturaleza, ¿qué estragos podría causar el capitalismo de la vigilancia en la naturaleza humana?
A partir de aquí, para dar respuesta a estas preguntas y sus derivados (quién sabe, quién decide, quién decide quién decide), nos encontramos con centenares de páginas dedicadas a la fundamentación (actitud científica) de lo que se va afirmando. Estamos asistiendo, en nuestros días al explosivo maridaje entre las capacidades digitales y las ambiciones capitalistas: fusión del capitalismo y lo digital –capitalismo de vigilancia: proyecto de vigilancia asombrosamente lucrativo-.
Frente a él nos encontramos con la inestabilidad (frustradas necesidades e inseguridades) de la segunda modernidad. Así se están produciendo, por un lado, saltos exponenciales de beneficios (filones de oro) para unos pocos (oligarquía) y, por otro, considerables problemas humanos para una mayoría. Es un auténtico coup de gens: derrocamiento de las personas bajo la forma del caballo de Troya tecnológico que es el Gran Otro (poder instrumentario), con sus seductores cantos de sirena. Estamos asistiendo a la gran colisión: movilizaciones de los individuos de la segunda modernidad contra la supuesta eficiencia del mercado, que en realidad supone que la tasa de retorno del capital tiende a superar la tasa de crecimiento económico.
¿Cabría imaginar una síntesis (declaración sintética) realizada por una tercera modernidad que suponga trascender la colisión, a fin de proporcionar una vida floreciente y eficaz para muchos (no sólo para unos pocos) y dejar así atrás la tercera modernidad instrumentaria de la domesticación?
No precisamente a través de actuaciones como la innovación sin permiso, el crecimiento mediante la exclusión, las asimetrías de conocimiento y de poder, el draconiano quid pro quo, la información de perfil de usuario, los mercados de futuros conductuales, la acumulación por desposesión digital, la extracción de excedente conductual a escala, la narcotizada sumisión, la vigilancia como servicio, la privatización no autorizada de la división del aprendizaje social, la ideología del “inevitabilismo”, la arquitectura digital “paninvasiva” de modificación conductual, la distopía del anticontrato, la colmena humana, el texto en la sombra… Es decir, no precisamente gracias al actual capitalismo de la vigilancia, ya que traiciona las grandes expectativas de muchos “netizens” (ciudadanos de la red).
Sí, en cambio, mediante un nuevo capitalismo digital racional (capitalismo informacional), apoyado por instituciones democráticas y a favor de una sociedad de individuos, en el que se tienen en cuenta los derechos de las personas a un futuro digital sano y justo–derecho al tiempo futuro, de asilo y refugio, derecho a una autonomía relacional-, a unas reciprocidades mutuamente beneficiosas y a unas instituciones económicas y políticas inclusivas, capaces de evitar la séptima extinción (por ausencias de la voluntad de querer, la intimidad, los lazos sociales, la confianza mutua…).
Toda esta extensa obra es un apasionado llamamiento contra el entumecimiento psíquico, fruto codiciado del capitalismo de la vigilancia (la transformación del servir en vigilar -a sus usuarios-, mediante los nuevos mecanismos y leyes de este capitalismo: imperativos extractivos y predictivos). ¿Estamos a tiempo de despertar?
Sí, si empezamos con las pertinentes lecturas, como puede ser la de este mismo libro. Seguro que no nos arrepentiremos. A partir de ellas vendrán las necesarias acciones para que el capitalismo digital no sea el de la vigilancia, sino el democrático, al servicio de los verdaderos intereses de las personas. Nos queda un buen trabajo que hacer y un largo camino por recorrer, pero con seguridad merece la pena, pues pasaremos de ser esclavos a ser dueños de nuestras vidas y de nuestros futuros.