La armonía de las células

Mukherjee, S. (2022/23). La armonía de las células. Una exploración de la medicina y del nuevo ser humano. Barcelona: Debate.

Tal vez siguiendo el ejemplo de la física de partículas, que estudia los componentes elementales de la materia y las interacciones entre ellos, con los ya conocidos resultados espectaculares, su autor –Premio Pulitzer 2011- va a intentar hacer aquí lo propio con las partículas elementales de todos los seres vivos –plantas y animales-: las células (biología celular: siempre volveremos a la célula). Nuestras vulnerabilidades son debidas a las vulnerabilidades de las células.

El libro es su historia –nuestra historia: la de cómo se establecen esas agrupaciones cooperativas que darán lugar al desarrollo funcional y disfuncional de los organismos. Toda una auténtica revolución en la biología y la medicina, a la hora de entender científicamente a los seres humanos, a los nuevos seres humanos, gracias a las nuevas intervenciones –terapias, ingeniería celular-.

Somos ecosistemas constituidos por estas unidades diminutas, autónomas y autorreguladas: nuestras células. Adentrémonos ya en este nuevo mundo transformador. Gracias a su análisis riguroso es posible la mejora humana (terapias celulares: reconstruir y reparar). Mundo sin duda apasionante donde los haya (¿del siglo del gen al de la célula?). Procedamos, pues, a desvelar los hitos más relevantes de esta historia del estudio de la célula.

El primer paso para una comprensión cada vez más profunda de los seres vivos se da cuando logramos agrandar lo invisible, pasar de lo macro a lo micro, de lo visible a lo no captable a simple vista, que es corpuscular y discontinuo. Llegar, en definitiva, hasta el conocimiento de la célula (universal), que es la partícula menor de este mundo diminuto, siendo conscientes ya en nuestros días de los tres dominios de los seres existentes: bacterias -procariotas-, eucariotas y arqueas. Con anterioridad, hemos de remontarnos a los probables tres componentes de la primera célula (protocélula): membrana, ARN –portador de información- y un duplicador.  Sus tres ya conocidas funciones básicas son la autonomía, la reproducción y el desarrollo.

Hoy, debido a ese agrandamiento paulatino histórico, podemos conocer con bastante detalle, gracias sobre todo a los fraccionadores de células –microscopistas y bioquímicos- el interior de la célula (sus subunidades: protoplasma, lisosoma, peroxisoma, núcleo…), protegida por su membrana plasmática, junto con las funciones comunicativas tanto desde el interior al exterior como desde este a aquel, así como las llevadas a cabo dentro de la propia célula. Se ha avanzado mucho en los hallazgos cada vez más precisos, como es el caso de los juegos de alternancia ad infinitum entre meiosis –reproducción- y mitosis –producción-, comunes a los más diversos seres vivos, y su dinámica específica de división celular: mecanismos de control celular de su división.

El desarrollo humano –y el de todo ser vivo- es desarrollo celular –el funcional- y, a su vez, toda enfermedad –disfuncionalidad-, por semejantes razones, es debida a una enfermedad celular. A partir de aquí, la posibilidad de intervenir, bien para seleccionar –proceso negativo- o para alterar –proceso positivo-, en el desarrollo de cualquier ser vivo, es ya una realidad, con las implicaciones –positivas y negativas- correspondientes. La vida consiste más que en ser, en devenir, partiendo de una única célula que se convierte en multitud.

Ya dentro de los sistemas de múltiples células –ventajas e inconvenientes de la pluricelularidad (ecosistemas celulares)-  podemos constatar el cómo: a) de la cooperación –relaciones de interconexión: el cooperador necesita cooperadores, ciudadanía orquestada de células, parloteo intercelular, la célula orquestadora (homeostasis)-; b) de la defensa –utilizar células para luchar contra otras células (cancerosas, por ejemplo)-; c) de la tolerancia –la célula tolerante (tolerancia de los linfocitos T), genética de lo propio frente a lo ajeno, compatibilidad- y d) del autorreconocimiento.

Si bien la biología celular, a la que está dedicada esta obra, todavía se encuentra en mantillas, las aportaciones ya realizadas y sobre todo las perspectivas de un futuro prometedor hacen muy aconsejable la lectura de este libro, tan bien documentado y escrito. Cabe afirmar, por tanto, que la visión de nosotros mismos y de nuestro mundo cambiará considerablemente -y con alta probabilidad para bien- si llevamos a cabo un examen pormenorizado de nuestros conocimientos sobre biología celular y somos consecuentes con lo aprendido. No dejes para mañana lo que puedes hacer ya hoy. Te aseguro que no te vas a arrepentir.

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