Galor, O. (2022). El viaje de la humanidad. El big bang de las civilizaciones: el misterio del crecimiento y la desigualdad. Barcelona: Planeta (Destino).
¿Cabe imaginar siquiera una teoría unificada del crecimiento, que abarque el viaje de la humanidad en su totalidad? Si hay alguien, a escala internacional, que nos puede responder con cierto rigor y creatividad, esa persona es este profesor universitario. Su patente erudición en modo alguno está reñida con una escritura elegante y accesible –fácil-. El gozne sobre el que girará todo el libro es el paso, durante los dos últimos siglos, del estancamiento (trampa de la pobreza: edad de hielo económica; desde el origen de la humanidad hasta los inicios del siglo XIX) al crecimiento y al progreso sostenido y generalizado, junto con la desigualdad social y económica entre sociedades, es decir, global (misterio –con solución- del crecimiento y de la desigualdad).
Las primeras dianas –mecanismos– explicativas de ese paso trascendental son, hoy por hoy, obligadas. Es el caso del cambio de nuestro cerebro, que sólo ha evolucionado así en una única ocasión (no hay en ello evolución convergente). Gracias a estos cambios cerebrales, y a nuestras manos, se produjo el progreso tecnológico (círculo virtuoso –bucle de retroalimentación positiva-, igualmente no convergente). Así, fue posible ir avanzando desde las sociedades cazadoras-recolectoras a las agrícolas (revolución agrícola o neolítica), gracias a la coevolución de genes y culturas (tolerancia a la lactosa, digestión del almidón, como ejemplos).
Ahora bien, los avances tecnológicos y la densidad poblacional no condujeron sin más a una mayor riqueza -a más ingresos per cápita– o mejoras en la salud -esperanza de vida-. De hecho la calidad de vida ha sido relativamente similar a lo largo de los distintos periodos históricos del Homo sapiens, hasta la llegada de la Revolución Industrial, en la que se ha producido una transición de fase debido a factores como los avances tecnológicos, la educación –inversión en capital humano, la innovación, el personal cualificado-, la mentalidad orientada hacia el futuro, el espíritu emprendedor, la transición demográfica –descenso de la natalidad-, la disminución de la brecha salarial entre mujeres y varones, el rechazo al trabajo infantil, el incremento de la esperanza de vida, haciendo realidad distintos, pero interaccionados, círculos virtuosos (como sucede con el desarrollo tecnológico y el capital humano).
Ante un entorno siempre cambiante, con frecuentes amenazas recientes para nuestra especie (actual guerra de Rusia contra Ucrania y sus derivados mundiales, el COVID-19, el cambio climático, entre otras), el Homo technologicus avanzado, ¿será capaz de seguir la estela del progreso sostenido y generalizado a lo largo de todo el siglo XXI, pese a las patentes desigualdades sociales y económicas todavía existentes?
Parece ser que sí, según el autor, siempre que se realicen las políticas oportunas capaces de disminuir considerablemente estas desigualdades, dado que conocemos el origen y los mecanismos de mantenimiento de las mismas, es decir, las causas subyacentes –institucionales, culturales (cultura del crecimiento), geográficas y sociales –diversidad y cohesión-. De hecho es posible analizar pormenorizadamente los factores inmediatos y los primordiales, como son, entre otros, la globalización, la colonización o las brechas tecnológicas y educativas. Sin duda, se requieren enormes esfuerzos para conseguirlo –la deseada igualad-: el mantenimiento de instituciones inclusivas frente a extractivas, por ejemplo. Pero si se logra, queda despejado el camino para ese anhelado progreso sostenido y generalizado, a escala mundial.
Siguiendo un paso más en el razonamiento del propio autor -imitar a los físicos en su empeño de elaborar una teoría del todo para el crecimiento-, constatamos lo siguiente: si los físicos no han podido hasta ahora proporcionarnos la deseada teoría del todo, capaz de conciliar la mecánica cuántica y la relatividad, lo que culminaría con la integración de las fuerzas gravitatorias, electromagnéticas, nuclear débil y nuclear fuerte, tampoco ha sido posible todavía la consolidación de una teoría unificada del crecimiento, dentro de la comunidad científica especializada. Pero, entonces, ¿merece la pena leer este trabajo de investigación que se ha prolongado a lo largo de las tres últimas décadas? Sí, sin ningún género de dudas. La esencia de la ciencia es hacer camino al andar, tanto en física como en el resto de campos del saber. Con lo ya recorrido en este libro, que es mucho y, además, a buen paso y en la dirección adecuada, los lectores habremos avanzado un buen trecho con respecto a los conocimientos sobre el crecimiento, las desigualdades y los riesgos -que debiéramos superar- en este preciso momento histórico de la humanidad. Prueba y verás cómo quedas gratamente satisfecho/a con esta lectura.