Karikó, K. (2024). Rompiendo barreras. Mi vida dedicada a la ciencia. Barcelona: geoPlaneta.
Autora: Premio Princesa de Asturias de Investigación Científica y Técnica 2021, Premio Nobel de Medicina 2023 (bioquímica húngara-estadounidense). Asunto tratado: la buena ciencia (su estrella polar: podemos hacerlo mejor -distinguir entre indicadores de prestigio y la ciencia de calidad/la buena ciencia-). Es fácil asumir que nos debiera interesar su lectura, ¿no? Veamos entonces por qué: si está científica y humanamente justificada.
Se nota desde un comienzo que es agradecida -a sus profesores: estáis sembrando semillas-. Buena señal: lo primero en la vida es decir, sintiéndolo, gracias. Marca, desde un comienzo, una forma de ser -humana- en el mundo. De ahí su pregunta: ¿de verdad es tan difícil ser agradecido? A esto hay que añadir su superpoder: disposición para trabajar duro, con método y sin descanso (siempre, una cosa más -en el decir de Colombo-).
E inmediatamente pasamos a lo esencial -a la ciencia, que ha de contribuir al progreso de la humanidad-: lo que a primera vista puede parecer simple es en realidad complejo, lo que aparece en calma está constantemente moviéndose. ¿Te has dado cuenta?: hablamos de la vida, entendida, eso sí, científicamente. Hasta ahora, vamos bien.
Dentro del marco de esta vida humana: eso que puede parecer contrapuesto ha de estar integrado (trabajar y disfrutar; aportar y recibir… a veces los que tienen menos comparten más). Lema: aprender mucho y de todo (no te detengas, sigue creciendo, tú eres el potencial, la semilla, es necesario dejar las cosas un poco mejor para la siguiente generación, da importancia entonces al valor –humano-). Así llegamos al buen aprendizaje: leer libros o artículos de científicos destacados para poderlos explicar a otros, en tanto ejemplo ilustrativo, y así, después, poder aportar conocimiento (leer incansablemente y tener oportunidades para aprender). En definitiva: siempre aprendiendo.
Ahora ya avanzamos hacia la especificidad de sus conocimientos: 1) transcripción: la secuencia del gen se copia en el ARN. El ARN mensajero se mueve después desde el núcleo al citoplasma, hacia el ribosoma que lo lee y procederá a la fabricación de la pertinente proteína; 2) traducción: el código genético se traduce en proteína. Pero la relación de uno a uno, pese a la creencia consolidada durante mucho tiempo entre los científicos, no se daba. Ahí están los intrones.
Teniendo en cuenta este marco mental procedía implicarse en la ciencia de vanguardia del momento -el científico básico (ella) es un buscador-: expresión de genes exógenos, ARN utilizado como medicina (descubrir un antivírico nuevo -desde cero-), siendo conscientes del carácter temporal del ARN o de las dificultades de mantenerlo libre de ribonucleasas (RNasas).
El ARN podría tener un gran potencial terapéutico -enseñar al cuerpo a producir proteínas específicas según las necesidades (demandas), enseñar al cuerpo a sanarse a sí mismo-. Ahí es nada. Por tanto, Premio Nobel bien merecido y más tras sufrir por doquier los estereotipos de género (ser dócil y amable…).
Ahora bien, la investigación científica casi nunca es lineal (cuando estás aprendiendo todo lo que puedes no es fácil predecir dónde acabarás -serendipia, suerte, logro de encaje de cerradura y llave-). Los desvíos en ocasiones nos conducen, a la postre, al objetivo final: desvelar las propiedades terapéuticas del ARN –terapia con ARN mensajero-.
Un experimento importante: producir una proteína específica dentro de una célula mediante el ARN mensajero -las células experimentales producían receptores de urocinasa en sus superficies-. La señora loca del ARN mensajero iba por muy buen camino. El avance era patente. Los resultados apoyaban sus planteamientos.
El horizonte del puerto al que se quería llegar se vislumbra ya en la cercanía: el ARN mensajero para una vacuna (ARN mensajero modificado –uridinas modificadas– a fin de no producir inflamación). ¿Cuál era ese ARN modificado en este caso concreto? El utilizado frente a la pandemia de la COVID-19. Ahora bien, la aplicación en modo alguno termina aquí (explosión de nuevas terapias y vacunas de ARN mensajero). Queda, en consecuencia, mucho -relevante- por descubrir.
Por lo indicado, cabe inferir, con alta probabilidad de acierto, que estamos ante un libro que se constituye en un auténtico regalo para la humanidad, sobre todo si aspiras a ser un gran investigador/a cuyas aportaciones se pongan al servicio de la salud mundial. En pocos casos mejor que en este se puede decir, en un sentido borgesiano, que esta lectura supone una forma de felicidad (Intelligenti pauca).