¿Nos sería posible atrapar a dictadores?

Este es el reto que os proponemos en el día de hoy: el del predominio de la justicia -justicia, no venganza- en un mundo considerablemente injusto. Para ello contamos con una gran ayuda, que es el fruto de una extensa y profunda experiencia internacional, de un inmenso esfuerzo y trabajo colectivo, siendo las víctimas las principales protagonistas. La obra de Brody [Brody, R. (2025). Atrapar a un dictador. La búsqueda de la justicia en un mundo de impunidad. Barcelona: Debate.].

El objetivo que se trata de poner de manifiesto, con pruebas contundentes: los monstruosos crímenes de los tiranos despiadados no tienen por qué quedar sin el justo castigo (el caso concreto de Habré -el Pinochet africano-, expresidente de la República del Chad), ni siquiera en nuestra etapa histórica -primer cuarto del siglo XXI- de manifiesta impunidad, en la que la autocracia está en pleno auge y en la que se pone en tela de juicio muy frecuentemente la labor de la justicia internacional.

Lo valioso del libro se halla en la descripción pormenorizada de todo el complejo/ complicado proceso judicial -un paso adelante y un paso atrás, en un contexto en el que la política entra plenamente en juego…-,desde los primeros momentos de compilación de pruebas (víctimas, testigos, documentos…) para la fundamentada inculpación/enjuiciamiento (abogados, investigadores…) hasta el fallo definitivo de los tribunales de justicia (nacionales e internacionales -jurisdicción universal-).

Para que la justicia pueda imperar se requiere multitud de compromisos enmarcados dentro de un mismo objetivo: el imperio de la leyequitativa-. En contra se hallan los múltiples intereses creados de personas e instituciones que entienden que los juicios justos les pueden perjudicar, por lo que lucharán con todas las fuerzas a su alcance -económicas, políticas, judiciales…- para que eso no ocurra. Lo que se nos narra minuciosamente es la lucha continuada -en general: más soterrada que explícita- entre estos dos mundos: el de la justicia, la democracia, la libertad… frente al de los muros de la impunidad, la autocracia, la barbarie -limpieza étnica…-, tanto a escala nacional como internacional. La pasividad o la supuesta neutralidad no son posturas válidas/dignas en este espinoso asunto dentro de una verdadera democracia. Es necesario tomar partido -claramente en favor de la justicia-. Esto es válido para el pasado, el presente y el futuro.

Por lo hasta ahora indicado esta obra parece haber visto la luz en el momento preciso de nuestra historia, dado lo que todavía está ocurriendo en diversas partes del mundo crímenes de lesa humanidad (delitos graves que atentan contra la dignidad de la humanidad), genocidios (exterminio propositivo), crímenes de guerra (violación grave de las leyes y usos internacionales), torturas…-, a los que preferimos no prestar demasiada atención, es decir, miramos para otro lado.

En el libro queda completamente probado, que si se quiere -aunque en modo alguno sea tarea fácil: que se lo pregunten a la Corte Penal Internacional- es posible luchar contra la impunidad y lograr que la justicia -no la venganza- actúe equitativamente. Tú decides. Te va mucho en ello, tanto desde el punto de vista personal como social.

Las personas que practican la buena ciencia también debieran decidirse, dado que la supuesta pasividad/neutralidad implica haber tomado ya partido y no precisamente por la justicia. Mal asunto. El prestigio de la propia ciencia, ganado con tanto esfuerzo a lo largo del tiempo/historia, puede quedar en entredicho. Es preciso despertar del sueño de nuestro estado/zona de confort/comodidad. Bien para nosotros, bien para la buena ciencia y, por supuesto, bien para la propia democracia, pues necesita de nuestro apoyo para mantenerse viva -consolidarse o incluso mejorar- y no pasar a ser una autocracia o anocracia.