Harari, Y. N. (2024). Nexus. Una breve historia de las redes de información desde la Edad de Piedra hasta la IA. Barcelona: Debate.
Ya estamos familiarizados con las aportaciones previas del autor: Sapiens, Homo Deus y 21 lecciones para el siglo XXI. Ahora nos toca centrarnos en el análisis del enorme poder conseguido por los sapiens gracias a unas redes de información que pueden conducirnos por la senda de la autodestrucción (pérdida de control sobre la tecnología, Telón de Silicio -cápsula en vez de red-, colapso ecológico, guerra global, aniquilación, extinción…), si no estamos bien atentos a la puesta en funcionamiento de los pertinentes mecanismos autocorrectores (redes de información equilibradas -verdad y orden- que mantengan a raya ese poder).
Entonces, por la cuenta que nos trae, hemos de reflexionar seriamente -científicamente- sobre si lo que se nos presenta en esta nueva obra, concretamente las redes y sus implicaciones (canonización de la IA -Inteligencia Artificial/Ajena-, cosmovisiones distorsionadas -la información no es igual a verdad-, los abusos de poder -mucho poder, pero poca sabiduría-, populismos -consideran la información como un arma, mitologías intercomputacionales-…), es respaldado por la realidad.
Comencemos, pues, dado que nos queda un largo camino histórico por recorrer -explorar un terreno intermedio entre dos extremos- a fin de poder dejar de lado justamente tanto la idea ingenua como la populista de la información (información es verdad, fantasías de infalibilidad…).
Lo primero que se va a considerar es el conocimiento con el que contamos del desarrollo histórico de las redes de información humanas: los distintos tipos de redes de información. Con ello en mente, nos será posible abordar mejor el presente y el futuro -el poder de moldearlo-. Si el núcleo o pilar básico es la información, ¿cómo la definimos -delimitamos- aquí y ahora? Pues dejando claro desde un primer momento que a veces representa a la realidad (verdad, sabiduría) y a veces no (falsedad, desinformación), aunque eso sí: siempre conecta (forma redes, aumenta la conectividad).
A partir de aquí ya podemos ofrecer un relato histórico vertebrado por las redes de información: a) relatos -cooperar de manera flexible y entre un gran número de personas: realidad intersubjetiva-; b) documentos -listas: intersubjetividad burocrática-; c) errores -tecnología infalible de los libros sagrados (instituciones rabínica y eclesial) frente a sólidos mecanismos de autocorrección-; y d) decisiones -democracia y totalitarismo, como tipos muy distintos de redes de información (igualmente aquí son muy importantes los mecanismos de autocorrección: derechos humanos y civiles-). Son estas redes las que constituyen la esencia a la par que la especificidad del enfoque adoptado.
Ahora ya podemos pasar al análisis e implicaciones de la red inorgánica/informática –Telón de Silicio– que caracteriza específicamente a nuestras sociedades actuales, continuando con, al menos en buena medida, las funciones de las redes de épocas anteriores a lo largo de la historia de la humanidad -que acabamos de señalar-, aunque de forma considerablemente distinta –creadores de mitos digitales, burócratas digitales-. De hecho, la gran dicotomía de ahora en adelante será, por encima de cualquier otra -regímenes democráticos frente a totalitarios-, la de los seres humanos y los agentes no humanos -ordenadores, IA…-, en tanto agentes activos, nuevos -nativos burocráticos- y poderosos. El hecho de que los ordenadores sean capaces de perseguir objetivos y tomar decisiones –red informática: revolución informática– cambia la estructura esencial de nuestras sociedades (sistema tributario, estructura del poder, privacidad, vigilancia, algoritmos de las puntuaciones sociales, el orden, la verdad…).
Yendo un paso más allá, nos encontramos con la gran cuestión: cómo los ordenadores toman las decisiones y generan las ideas, pues ya vivimos dentro de una burocracia digital, inhalando y exhalando datos continuamente (problemas: el de la recompensa por la implicación de los usuarios, el del ajuste (problema mitológico: el de las realidades intercomputacionales, semejantes a las entidades intersubjetivas en el mundo analógico), el de la sobrevaloración del orden, sin atender al equilibrio entre este y la vedad, el de la falibilidad -evitación de catástrofes-, entre otros importantes problemas. Algunos atisbos -principios- de solución, dentro del marco democrático: el de la benevolencia, la descentralización, la mutualidad, los márgenes para el cambio y el descanso, la flexibilidad.
Llegamos así al final: estamos ante un libro de divulgación científica bien escrito y documentado que merece la pena ser leído, pues nos ayudará a situarnos adecuadamente en un mundo digitalizado a marchas forzadas y enormemente cambiante. ¿Qué preferimos: nadar con cierto placer humano en medio de aguas en continuo movimiento y complejidad -tarea nada fácil ciertamente: autodisciplina, confianza, conversación, cooperación…- o dejarnos llevar -pasividad relativamente cómoda- por la corriente predominante hacia un futuro más bien incierto -distópico: totalitarismo algorítmico, colonialismo de datos, imperio digital-? Esta obra te puede ayudar mucho para que tomes la decisión más correcta. Te juegas mucho en ello: el no llegar a ser irrelevante, prescindible.