El arcoíris de la evolución

Roughgarden, J. (2013/21). El arcoíris de la evolución. Diversidad, género y sexualidad en la naturaleza y en las personas. Madrid: Capitán Swing.

Si nos hacemos la pregunta sobre qué nos puede decir la ciencia del siglo XXI sobre las cuestiones más trascendentes del sexo y el género y sus derivados –roles sexuales y de género, estereotipos sexuales y de género o asimetrías sexuales y de género- tal vez haríamos bien remitiéndonos a esta obra –un clásico de la biología evolutiva-, que ha visto la luz en castellano recientemente (2021).

La tesis defendida con poderosos argumentos, bien fundamentados en datos, es la de la diversidad inclusiva en las complejas realidades sexuales y de género: el arcoíris de la evolución. Un nuevo enfoque transformador a la par que desestabilizador, que va más allá de la visión  de los machos dominantes y las hembras sumisas. El sexo es básicamente cooperativo: un pacto para compartir la riqueza genética. Los arcoíris biológicos son universales: abarcan a todos los seres vivos –en biología, la naturaleza aborrece las categorizaciones-. Sobre esta base se propone la construcción de la Estatua de la Diversidad, a semejanza de la Estatua de  la Libertad, que posibilite hacer bien visible tanto la diversidad biológica como la cultural –y que sirva de icono también contra la patologización de la diversidad y la obsesión de curar-.

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El libro del porqué

Pearl, J. y Mackenzie, D. (2018/20). El libro del porqué. La nueva ciencia de la causa y el efecto. Barcelona: Pasado & Presente.

Un científico –Pearl, autor-, galardonado con prestigiosos premios –Turing, Franklin, Lakatos– y un buen divulgador científico –Mackenzie, colaborador-, tienen un claro objetivo en esta obra: que la ciudadanía tenga acceso a la denominada Revolución Causal inferencia causaly a sus implicaciones, pues afectan considerablemente a la forma de pensar de muchas ciencias –Psicología y Educación, por ejemplo-, a nuestras vidas –ayuda  a no dejarse guiar fácilmente por sesgos y mitos o en la resolución de ciertas paradojas- y, por supuesto, a nuestro futuro –lo que podemos esperar de la inteligencia artificial: del científico artificial-.

De ahí que nos interese y mucho mirar la realidad con la lente de la causalidad diagramas causales-, posibilitándonos armar y ascender por la escalera de la causalidad –sus tres peldaños son: observar, hacer e imaginar-, y  que es la metáfora central –ilustrativa- de todo el libro.

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Las personas más raras del mundo

Henrich, J. (2020/22). Las personas más raras del mundo. Cómo occidente llegó a ser psicológicamente peculiar y particularmente próspero. Madrid: Capitán Swing.

Portada del libro

El autor, especializado en varias áreas del saber –antropología, ingeniería…- está perfectamente cualificado, como se pondrá de manifiesto en esta extensa obra, para hablarnos con fundamento de una población muy especial (la WEIRDrara, sesgada-): la referida a las personas occidentales, educadas, industrializadas, ricas y democráticas –una minoría-, en comparación con todo el resto de poblaciones a escala mundial. No representa en modo alguno, aunque así se ha venido asumiendo, el patrón humano.

Como buen botón de muestra, de tipo psicológico, valga tener en cuenta que más del 90% de los participantes en los experimentos de Psicología han provenido, hasta recientemente, del norte de Europa, Norteamérica (Estados Unidos) o Australia –en torno al 70% han sido universitarios estadounidenses-. Alguien tenía, pues, que poner el dedo en la llaga de un sesgo científico tan flagrante.

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Contra la charlatanería

Bergstrom, C. T. y West, J. D. (2021). Contra la charlatanería. Ser escéptico en un mundo basado en los datos. Madrid: Capitán Swing.

Portada del libro

Ya hemos comentado algún libro sobre las noticias falsas (fake news), en el contexto de la posverdad. Ahora queremos reseñar esta obra que puede ser sin duda complementaria. Trata del engaño de forma disimulada (bullshit), que implica que la persona que lo practica es ajena a la veracidad o falsedad de la lógica y de la propia verdad. Algunos autores distinguen el engaño persuasivo (impresionar más que decir la verdad) del evasivo (eludir la verdad). En ambos tipos los humanos somos, lamentablemente, bastante buenos: solemos difundir afirmaciones engañosas.

Su lectura nos ayudará a mantener una actitud científica y a estar muy atentos a la charlatanería, muy especialmente al engaño cuantitativo. Es lo mínimo que se le puede pedir –este tipo de ayuda (recensión)- a una Asociación científica como ACIPE. Hemos de estar preparados, en consecuencia, para luchar contra los artistas del bullshit, siendo conscientes del principio de asimetría: producir engaños es mucho menos costoso –más fácil de crearlos y de difundirlos- que erradicarlos. Todavía, en la tercera década del siglo XXI, persiste el bulo sobre la relación entre autismo y vacunas (autismo y vacuna triple vírica), que tanto daño ha causado a una parte de la ciudadanía.

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La luz revelada

Haroche, S. (2020/22).  La luz revelada. Del telescopio de Galileo a la extrañeza cuántica. Barcelona: Debate.

Portada del libro

El autor, Premio Nobel de Física (2012), se encarga desde un principio de dejarnos claro que en una época como la nuestra en la que sentimos una necesidad de la ciencia todos los campos del conocimiento– como nunca antes, es preciso dirigirse tanto al lector/a no científico, como a las personas que por sus investigaciones son ya especialistas, a fin de  que se adentren en una historia apasionante y llena de sorpresas –la historia de la luz, que contiene el germen de toda la historia de la física-, como la que se va a narrar a lo largo de más de cuatrocientas páginas.

Bienvenida será, pues, cualquier persona. Sólo se le va a requerir un par de condiciones: a) pasión por la buena ciencia –por la belleza de la labor científica– y, en consecuencia, con voluntad firme de luchar denodadamente contra el veneno de la posverdad y de los hechos alternativostribalismo anticientífico– y b) recordar oportunamente lo aprendido en la educación previa a la universitaria en materias como las matemáticas, la física, la química o la biología y alguna otra área –asignatura- cercana.

La brillantez del volumen radica en la unión equilibrada de la forma expositiva –elegante- y la profundidad –validez- de los marcos conceptuales –un espacio y un tiempo absolutos (clásicos) frente al continuo espacio-tiempo einsteiniano (actual) o la física clásica frente a la revolución cuántica, como un par de ejemplos bien ilustrativos-. Tanto la teoría de la relatividad como la física cuántica nacieron precisamente de los interrogantes sobre las propiedades paradójicas de la luz. Además, gracias a la luz hoy contamos con una medición sumamente precisa del tiempo, inimaginable en periodos no muy lejanos –relojes ópticos-.

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La ecuación de Dios

Kaku, M. (2021/22). La ecuación de Dios. La búsqueda de una teoría del todo. Barcelona: Debate.

Portada del libro

Pocas dudas hay –los hechos así lo reflejan- de que nos encontramos ante uno de los divulgadores científicos más conocido del mundo. Además, el asunto tratado se ha apoderado de la imaginación de los mejores científicos de nuestros días, a escala internacional. Por si esto no fuera suficiente para motivarnos a la lectura de esta obra,  se  pretende dar cuenta de hasta qué punto seremos capaces de lograr lo que ni siquiera el propio Einstein pudo conseguir: ver hecho realidad el gran sueño de la humanidad, que se inicia con Newton: la teoría del todo –la ecuación de Dios-. Si bien el autor –catedrático de física teórica-, señala el camino que juzga hoy más prometedor –la teoría de cuerdas-, reconoce con la humildad característica del buen científico que se encuentra sumida en apasionadas controversias –la teoría más polémica de la física-.

Comencemos sin más dilación con el  reconocimiento de los marcos conceptuales –mejor que paradigmas-, proporcionados por las personas verdaderamente grandes en la ciencia –siempre desde una perspectiva internacional-, pues sin sus logros teóricos –leyes del movimiento, electricidad, magnetismo, relatividad, teoría cuántica…-, hoy no podríamos disfrutar de las nuevas tecnologíasrevolución tecnológica– de las que nos sentimos, por un lado, tan necesitados y, por otro, tan satisfechos y orgullosos: ordenadores y  superordenadores, transistores, láseres, internet, teléfonos inteligentes… -todo lo cual implica una auténtica revolución social-. De hecho, la unificación de las leyes de la mecánica cuántica ayuda a revelar tanto los secretos del universo como el propio árbol de la vida: nuestros orígenes y evolución.

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Una vida en nuestro planeta

Attenborough, D. –con la colaboración de Hughes, J.- (2020/21). Una vida en nuestro planeta. Mi testimonio y una visión para el futuro. Barcelona: Crítica.

Portada del libro

En determinadas circunstancias senectud es equivalente a sabiduría. En esta ocasión, para Attenboroug, sin duda lo es. De ahí que merecidamente recibiera el Premio Príncipe de Asturias en 2009, al igual que tal cúmulo de prestigiosas distincionesque solo traerlas a colación casi cubriría el espacio asignado a la propia recensión de su libro, escrito en colaboración con Hughes.

Si nuestro planeta corre peligro, y ciertamente lo corre (cambio climático y pérdida de la biodiversidad), parece oportuno que recurramos a los fundados conocimientos  y a la sabiduría de este científico –y su colaborador-, sobradamente conocido internacionalmente por su condición de gran divulgador naturalista.  

La tesis que se defiende con abundancia de datos es clara: los humanos poseen la capacidad de crear mundos al igual que la de destruirlos (malas planificaciones y errores humanos). Todos somos de algún modo y en algún momento pobladores de Prípiat (ciudad fantasma en la zona de exclusión de Chernóbil), símil propicio para entender cómo el mundo natural, en esta ocasión, se está desvaneciendo. Aviso para navegantes (analógicos y digitales), bien asentado en datos, como pone de manifiesto la historia de la propia vida (la mayor historia que pueda concebirse).

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Humanos

Quintana-Murci, L. (2021). Humanos. La extraordinaria historia del ser humano: migraciones, adaptaciones y mestizajes que han conformado quiénes somos y cómo somos. Barcelona: Deusto.

Portada del libro

Este profesor e investigador, con merecidos premios a sus espaldas, parte de una realidad que deja poco lugar a dudas, desde un punto de vista estrictamente científico: somos, querámoslo o no, nos guste o nos desagrade, mestizos –hijos de hibridaciones-. No existen poblaciones puras –larga historia de mezclas: verdaderos mosaicos de segmentos de ADN-.

Somos pues una especie rica en diversidad (genética, geográfica, lingüística, organizativa, cultural…). Gracias a ello hemos podido sobrevivir como individuos y como especie, por encima de los distintos tipos de patógenos y dispares entornos con los que hemos ido interactuando a lo largo de la historia, para poder contarlo en nuestros días con merecida satisfacción. La diversidad genética es, pues, un tesoro único.

No es difícil inferir, acertadamente, que mediante esta obra podremos responder con fundamento a ciertas cuestiones trascendentales: ¿de dónde venimos?, ¿quiénes somos? y ¿hacia dónde vamos? ¿Te vas a perder este magníficamente documentado viaje? Seguro que no. Pues entonces comencemos a andar sin demora.

Hemos de  partir de la constatación de que podemos encontrar ADN de seres de hace millones de años, reconstruirlo  y compararlo –paso de la genética a la genómica: siglo de los genomas-. De ahí que hoy ya sea bien patente que incluso nuestro genoma individual es un mosaico de múltiples genomas, fiel reflejo de nuestra historia evolutiva –los/las Adán y Eva genéticos– en este planeta.

Somos la derivación de mosaicos históricos –incluidos los homininos ya desaparecidos (humanos arcaicos)- y geográficos. La base científica de lo dicho viene proporcionada por la reconciliación del darwinismo y el mendelismo en la genética de poblaciones, dando coherencia a este nuevo marco teórico la utilización de modelizaciones matemáticas.

El sostén esencial para el entendimiento de ese mosaico que somos es la diversidad genética, debida a los factores de las mutaciones y las recombinaciones. Pero necesitamos más factores para su plena comprensión, como es el de la  deriva genética –modificación de la frecuencia de un alelo en una población-, siendo sus dos fuerzas antagónicas la migración y la mutación, además del de la siempre presente selección natural. Por ello podemos decir con todo rigor que en este nivel de análisis –lenguaje genético– cada individuo es único (mestizo).

Gracias a la utilización de las nuevas tecnologías genómicas no sólo podemos explicar el presente a partir del pasado –revolución paleogenómica-, sino también reconstruir el pasado partiendo de los conocimientos del presente –genómica: nos es dado ver de este modo la evolución en acción-. Este es el gran avance de nuestro tiempo: la bidireccionalidad fructífera desde el pasado al presente –mortui vivos docent, gracias al estudio del ADN antiguo- y desde el presente al pasado, que nos proporciona la  genómica. Clave, a la vez, para adentrarnos en las previsiones  futuras.

Así, con estas bases teóricas, los nuevos mecanismos derivados y enmarcados en ellas y las nuevas herramientas genómicas con las que ya contamos, vamos siendo capaces de comprender las complejas relaciones –multidireccionales-entre: a) las diversidades genéticas y geográficas –complejo rompecabezas de migraciones y mestizajes-; b)las culturales –coevolución dela cultura y de la biología; efecto de la cultura sobre los genes; relaciones de la genética, epigenética y la cultura-; c) la selección natural -principios de variación, adaptación  y heredabilidad; selección positiva (sobre una mutación beneficiosa, poligénica, balanceada…) y negativa- y d) las enfermedades – carrera permanente de adaptaciones y contraadaptaciones -, lo que supone más de 200.000 años de adaptaciones biológicas a los diversos entornos. Las predicciones, en consecuencia, se hacen más precisas y eficientes, lo que es esencial para vislumbrar los patrones de evolución, ya que el Homo sapiens aún no ha terminado su evolución.

Aquí radica uno de los méritos de esta obra: capacitarnos para prever, con cierta probabilidad, nuestro inmediato futuro, siendo conscientes de que sin diversidad no es posible ni la evolución ni el progreso.

Aprovecha la lectura de este  libro para que no te cuenten cuentos sobre la historia de cada uno de nosotros –únicos y mestizos– y la de nuestra especie. Descubre la importancia de la genómica a la hora de dirimir, con fundamento, hipótesis alternativas sobre nuestros orígenes y desarrollos.

Finalizamos así este viaje para dar comienzo a otro –el de nuestro inmediato futuro– ya mucho mejor preparados, pues ahora conocemos relativamente bien nuestros orígenes y quiénes somos, debido a lo cual estamos dispuestos para materializar una enormemente beneficiosa medicina de precisión. Ahí es nada. Buen viaje de futuro imaginando nuestro futuro-, guiados siempre por la buena ciencia.

La luz en la oscuridad

Falcke, H. y Römer, J. (2020/21). La luz en la oscuridad. Los agujeros negros, el universo y nosotros. Madrid: Debate.

Portada del libro

Uno de los logros casi inimaginable –sueño extravagante– de la gran ciencia  se hace visible urbi et orbi el 10 de abril de 2019 (día único): se trata de la primera imagen de un agujero negroobjeto en completo colapso gravitacional-. Comenzaba así a desvelarse uno de los mayores secretos de la física.

Antes, fue preciso un inmenso trabajo de un gran número de investigadores, ayudados por las más modernas y poderosas tecnologías –muy concretamente los radiotelescopios-, empleadas en esta ocasión, afortunadamente, para beneficio de toda la humanidad. Tal es en estos momentos el poderío –para bien o para mal: su empleo- de nuestras avanzadas tecnologías.

Pero, ¿cómo se ha podido llegar hasta ese momento y qué hacer a partir de él? Partiremos de hechos aparentemente contradictorios: en ciencia, los fracasos pueden ser revolucionarios. Un caso prototípico es el intento de poner a prueba las diferencias de la velocidad de la luz, sobre la base de la existencia del éter. Ni el éter existía ni era válida la concepción de espacio y tiempo absolutos. La teoría de la relatividad einsteiniana hacía así su entrada triunfal en nuestro mundo, sustituyendo de este modo algunos de los pilares esenciales de la física clásica.

Hoy sabemos que la velocidad de la luz es la única medida verdaderamente constante en el universo. Además, gracias a la luz, conocemos con rigor que estamos a 1,3 segundos de la luna o a 8 minutos del sol, que nuestra estrella vecina más cercana –Próxima  Centauri- se halla a una distancia de 4,2 años luz -1,3 pársecs- y que nuestra separación de la nebulosa de Orión es de mil trescientos años luz. Quien emplea una regla para medir lo hace en unidades de luz. Ésta, en definitiva, es una medida fundamental de todo, incluso del propio tiempo. Y no sólo mide. También la luz, que es partícula y onda a la vez,define el espacio y el tiempo. De hecho, es el “aparato” más elemental para medir el espacio-tiempo.

En este marco, el de la radioastronomía (radiointerferometría) –universo dinámico: en expansión tras la explosión primigenia– es en el que nos tenemos que encuadrar para avanzar en la comprensión científica de los agujeros negros (y de los cuásares). Sin él no fuimos capaces, a lo largo de la historia, de sospechar ni siquiera de su existencia –hasta ya iniciado el siglo XX-, mucho menos de sus específicas características –principios básicos de la astrofísica de los agujeros negros-.

Cuando se pretende ver agujeros negros hay que iluminarlos: sombras y anillos de luz (cacofonía de los datos que se convierten en una armoniosa sinfonía: la imagen del agujero negro –anillo de color rojo candente con una mancha oscura en el centro-). La invariancia de escala de Einstein era así confirmada experimentalmente con una precisión impresionante –de casi ocho decimales-. Si queremos oírlos, lo hacemos gracias a las ondas gravitatorias que se originan con la fusión de dos agujeros negros.

 Es imaginable que alguien pueda preguntarse con razón: ¿y a mí qué? ¿Qué tiene que ver mi vida con estos agujeros negros? ¿No es algo sólo para especialistas en radioastronomía? Hay que señalar que tal vez este asunto pueda ser de una utilidad considerablemente mayor de la imaginada. Con la lectura de esta obra se podrá comprobar. Así, nuestra propia concepción, como humanos, se hace más realista cuando contamos con el contexto abarcador que se extiende mucho más allá de nuestro planeta o incluso de nuestra galaxia.  Si los agujeros negros cambian este contexto sideral, como sin duda alguna ocurre, entonces nos obligan por ende a modificar nuestra visión de nosotros mismos en un universo esencialmente cambiante.

De hecho, son varias las razones para aconsejar la lectura de este libro: 1) está muy bien escrito, por lo que es un auténtico placer leerlo; 2) es rico en buenos contenidos científicos; 3) nos posibilita comprender cómo es el camino –el método- de la buena ciencia, gracias al cual disminuye considerablemente el ruido Qué esfuerzos ingentes asumen los humanos para investigar y ampliar horizontes!)-; 4) nos ayuda, en consecuencia, a ser algo más sabios –con mejores visiones del universo y de nosotros mismos- y, si utilizamos debidamente estos conocimientos, tal vez a ser mejores personas, completando o sustituyendo –lo que proceda en cada caso- las visiones específicas proporcionadas por las creencias –incluidas las religiosas- de cada cual.

Hasta el final del tiempo

Green, B. (2020). Hasta el final del tiempo. Mente, materia y nuestra búsqueda de significado en un universo en evolución. Barcelona: Crítica.

Green es de esos profesores e investigadores que no necesita especial presentación para los amantes del conocimiento científico pluridisciplinar, en la faceta de la divulgación científica. Sus libros ya le han proporcionado el merecido reconocimiento internacional. Como no puede ser de otro modo, si continúa con su característica trayectoria expositiva –conocimientos bien fundamentados y presentados  con claridad-, en esta obra tendremos una buena oportunidad de reflexionar sobre nosotros mismos, partiendo del contexto proporcionado por lo que hoy ya sabemos, con rigor, sobre la evolución –pasado, presente y futuro- de nuestro universo. ¿Es que no sentimos de inmediato una sana curiosidad de emprender tan fructífero y enriquecedor –científicamente hablando- viaje?

Comencemos, pues, sin demora este relato científico (relatos encajados con sus traspasos de testigo a cada escala correspondientegrupo de renormalización-), de la mano de la entropía –leyes de la termodinámica (sin un entorno de baja entropía los humanos no habríamos visto la luz)- y de la evolución -darwinismo molecular y estándar-, siendo conscientes desde un principio de que solo los humanos podemos reflexionar sobre el remoto pasado, imaginar el lejano futuro y percatarnos de la oscuridad última que necesariamente nos aguarda: el desvanecimiento en la negritud (los planetas, las estrellas, las galaxias, incluso los agujeros negros, todo es transitorio, incluida la vida inteligente).

Para comprender el pasado (punto de partida) contamos hoy con la cosmología inflacionaria: sin intención ni diseño, sin planificación ni deliberación, el cosmos ha ido produciendo configuraciones ordenadas de partículas, átomos, estrellas y de la propia vida, sin que se viole el inexorable aumento del desorden, gracias al paso a dos de la entropía, catalizada por la gravedad y ejecutada por la fuerza nuclear. En este contexto, a la entropía ha de añadirse la evolución. Entre ambas obtenemos un relato bien fundamentado de esa vida que, al menos en parte, se puede definir como física orquestada. La vida, así considerada, ni contraviene ni puede contravenir las propias leyes de la física.

Esto no significa que, en la actualidad, el problema difícil –el de la consciencia: experiencia consciente- esté en modo alguno resuelto, aunque hayamos sin duda avanzado en su estudio científico, como ponen de manifiesto, en tanto únicamente botones de muestra, la teoría de la información integrada –información integrada y diferenciada- o los enfoques fisicalistas –explicación fisicalista-. De ahí que ya podamos afirmar, con manifiesto apoyo empírico, que la específica configuración de partículas de cada cual –el yo, la individualidad-, que aprende, piensa e interactúa, imprime responsabilidad a cada una de las acciones llevadas a cabo.

En este mismo sentido, tampoco tenemos resueltos en estos momentos asuntos de capital importancia como los de la libertad –distinta del libre albedrío-, el origen de nuestro lenguaje, nuestra capacidad de narración, la creatividad… aunque cada vez vayamos contando con mejores relatos, si bien sin poder encajarlos aún dentro de un único marco relativamente coherente.

Y del futuro, ¿qué podemos decir con un mínimo de rigor académico –ascenso exponencial hacia el futuro-? Que el sol, que un día nació –se formó- y que gracias a lo cual nosotros podemos vivir en nuestro planeta –seguirá posibilitando nuestra vida todavía durante al menos unos cinco mil millones de años más-, pero después se desvanecerá en la negrura. ¿En medio del gran desgarro? A medida que nos alejemos en el tiempo, el espacio será cada vez más negro y desolador: planetas fríos, estrellas apagadas y monstruosos agujeros negros –hoy amables gigantes-. Nuestros días –en tiempos cósmicos-, están ciertamente contados para nuestra especie, más allá de los distintos finales posibles del universo.

Ante este panorama no precisamente halagüeño de un futuro muy, pero que muy lejano, ¿qué hacer? Volver a nuestro localismo temporal, siendo conscientes de  que la vida y el pensamiento muy probablemente no ocupen más que un minúsculo oasis en el tiempo cósmico –somos efímeros, evanescentes-, pero ¡qué magnífico oasis! Disfrutémoslo, pues, con elegancia académica –sabiduría: buenos conocimientos científicos- y con el máximo de consciencia/conciencia posible: podemos crear belleza, desvelar conexiones casi inimaginables e iluminar misterios. Ello supone ir bastante más allá del carpe diem. Si este fuera el objetivo último –por cierto sumamente aconsejable-, esta obra sin duda nos puede ayudar y mucho a conseguirlo. ¡Ahí es nada!