Rifkin, J. (2024). Planeta aqua. Repensar nuestro hogar en el universo. Barcelona: Paidós.

Ya conocemos al autor por un par de libros (recensionados), siendo conscientes de que sus obras -más de una veintena- están traducidas a varias decenas de idiomas -más de treinta-. La cuestión planteada desde el comienzo en modo alguno es baladí: ¿no estaremos en los inicios de la sexta extinción de la vida en nuestro planeta, del colapso de la civilización urbana hidráulica después de seis milenios de historia? La siguiente pregunta, estrechamente relacionada con la anterior es: si en buena medida somos responsables de la pérdida de tanta vida, ¿no podríamos ser a partir de ahora las personas salvadoras –reconexión biofílica consciente-?
Relevantes asuntos, ¿no? Pues vamos a ver lo que se nos dice y cómo se fundamenta lo expuesto, dado que nuestro marco conceptual es el de la buena ciencia. ¿Podremos ser cautelosamente optimistas dentro de un novus ordo seclorum, haciendo las paces con un ciclo hidrológico ya cada vez más impredecible? Comprobémoslo.
El punto de partida es la hidrosfera (esfera autoorganizada), en tanto motor de las otras tres esferas de la Tierra -litosfera, atmósfera y biosfera- e incubadora de toda la vida futura -la nuestra y la del resto de criaturas-. El agua es esencial para la constitución y el correcto funcionamiento de cualquier ser vivo, incluidos los humanos -hace posible la vida-. Somos un sistema fluido –yo acuático– y disipativo, que se alimenta de energía y excreta residuos entrópicos. Nos hemos de preocupar, en consecuencia, del impacto de la civilización -negativo- en la hidrosfera, por la cuenta que nos trae. Hoy ya vamos sabiendo que hemos de pasar de la consideración de nuestro planeta como tierra firme a nuestro planeta aqua. Entonces: ¿aseguramos la tierra o liberamos las aguas? Buena pregunta.
La era del progreso está ligada al secuestro de la hidrosfera del planeta. Últimamente, parece que estamos despertándonos de ese sueño utópico del pleno control de las aguas para satisfacer nuestras necesidades. Da la impresión de que podemos estar ante el comienzo de la liberación de la hidrosfera -que se estaría resilvestrando a la búsqueda de un nuevo equilibrio-. ¿Es esto así?
¿Estamos ya en el camino que va desde una civilización hidráulica urbana moribunda hacia una sociedad efímera emergente -compuesta por procesos, patrones y flujos que evolucionan por sí mismos; ante una vida más efímera y nómada, un nomadismo urbano, un urbanismo temporal, una arquitectura líquida, un devenir-?
Si así fuera, sería preciso una reconceptualización de la propia especie y de su entorno físico: en vez de la especie controladora de la hidrosfera, como lo ha venido haciendo a lo largo de los seis mil últimos años, debiera pasar a ser la que es capaz de adaptarse a una hidrosfera distinta (inundaciones, sequías, olas de calor, tormentas ígneas…). Es una cuestión de vida o muerte.
De similar manera, y por semejantes razones, parece necesaria una transformación del capitalismo (crecimiento, productividad, PIB, Estados nación…) -nexo específico entre agua, energía y alimentos: huella hídrica– en hidroísmo (prosperidad, regeneratividad, ICV -indicadores de calidad de vida-, gobernanza colaborativa biorregional, devenir, adaptabilidad, flexibilidad, resiliencia, glocalización, agricultura vertical de interior, entomofagia, pasaportes climáticos…). Frente al hincapié en la predicción y la previsión -típicas del capitalismo actual: progreso-, la prioridad por la anticipación y la adaptación -específicas del hidroísmo: resiliencia-.
Se ha de compensar necesariamente la deuda -factura- entrópica (salinización del suelo, consumo de energía, estrés hídrico…) de la infraestructura hidráulica con un gran reinicio para encontrar el camino de la conciencia biofílica (transformación del nexo: agua, energía y alimentos). Hemos de pasar de una civilización hidráulica de combustibles fósiles y de domesticación de la hidrosfera a otra de energías renovables sin emisiones contaminantes, liberando las aguas y conviviendo con un clima cada vez más cálido y con una hidrosfera más resilvestrada (aguas lentas, ciudades esponjas, internet del agua, reciclaje de agua in situ…). Se trata, en definitiva, de irnos adaptando a la naturaleza: pasar de su explotación (huella hídrica…) a su gestión (razonamiento abductivo…).
Si nos interesa la supervivencia de nuestra especie, del resto de criaturas y de nuestro planeta –planeta aqua (aguas efímeras…)-, entonces la lectura de este libro parece sumamente aconsejable. Bien escrito y documentado, nos será de gran utilidad para nuestra adaptación al presente y al futuro –civilización ecológica– en un contexto físico bastante diferente –hidrosfera cambiada– al que hemos tenido a lo largo de los seis milenios anteriores. Vale mucho la pena estar bien informados y actuar en consecuencia -para no ser invisibles-. Suerte, pues.