
Pues estate atento/a, dado que es muy probable que sí lo haga. ¿Cómo evitarlo? Parte de la respuesta está en este pequeño libro de unas 160 páginas. [Moukheiber, A. (2019/25). Cómo te engaña tu mente. Ilusiones, sesgos y errores cognitivos. Madrid: Alianza.]. Fíjate en su comienzo: nuestra percepción es parcial, nuestra atención limitada, nuestra memoria infiel. Real como la vida misma. Funcionamos necesariamente por aproximaciones y, no obstante, logramos, en general, una visión del mundo bastante coherente. Procedamos entonces a traer a colación los conocimientos más fiables y válidos que tenemos hasta recientemente –casi inicios de la tercera década del siglo XXI-. ¿No te parece?
Es justamente el cerebro el encargado de reducir la ambigüedad que le llega por los sentidos -la interpreta, la recompone, rellena los vacíos…-, frente a la confianza ciega en la percepción del mundo (que ciertamente existe -no es una ilusión, ni una realidad alternativa -oxímoron-). Nuestro cerebro muestra también una gran capacidad de justificación a posteriori de algo que no sucedió tal cual se nos comenta. No somos, en consecuencia, seres exactos -construimos el mundo por aproximaciones, lo que en modo alguno está nada mal-, pero también el propio cerebro nos puede llevar a engaños -de ahí la importancia de reducir los márgenes de error (índice de confianza)-, debido a sesgos cognitivos (de representatividad, de anclaje, de confirmación, de la prueba anecdótica, de optimismo…) o a errores de lógica (sofismas…).
Necesitamos entonces estar ojo avizor -cultivar el razonamiento crítico frente al razonamiento motivado (sesgo que nos conduce a creer prioritariamente en lo que coincide con nuestras propias creencias sin indagar en su validez- en los distintos momentos de nuestras vidas -incluso si testificamos-, asumiendo la importancia del contexto -interno y externo (conformidad social, cultura, difusión de la responsabilidad, Primavera Árabe, chalecos amarillos…)- a la hora de descubrir el porqué de estos sesgos y alejándonos lo más posible del error del razonamiento binario -de una visión maniquea-. Pues vamos a ello.
Algunos autores consideran el estrés como el mal del siglo. Aparte de los posibles efectos negativos para la salud física y mental (ansiedad -fobias: sesgo de atención, hipervigilancia, círculos viciosos-, depresión, debilitamiento del sistema inmunológico…), también altera nuestra reducción de la ambigüedad e incide negativamente en la visión coherente del mundo (aparición de sesgos -negativos: de interpretación-, aunque pueda favorecer la supervivencia del individuo en determinadas circunstancias).
Nuestros modos de razonar -razonamiento crítico y motivado, en tanto ejemplos bien ilustrativos- condicionan nuestras relaciones sociales, pues inciden en nuestras opiniones y creencias (moral motivada, burbujas endogámicas -polarización-, disminución de la flexibilidad mental, sesgos de confirmación y selección, disonancia cognitiva -lado positivo y negativo-…). El razonamiento motivado y la reducción de la disonancia cognitiva intervienen en casi todo lo que hacemos, razón suficiente como para adentrarnos en el razonamiento crítico -para practicarlo: importancia de las matizaciones frente a la rigidez mental-, aunque nos resulte sin duda bastante más costoso. Los beneficios finales, para nosotros y para nuestras relaciones con los demás, son considerables.
Siguiendo este mismo hilo conductor, hemos de considerar la pertinencia de recalibrar adecuadamente nuestro locus de control -interno (ilusión de control, controladores compulsivos, síndrome del salvador) o externo (indefensión aprendida, sesgo de difusión de la responsabilidad)-, dada su incidencia en los resultados de nuestras acciones, para nosotros mismos y para los demás. Igualmente, hemos de ser conscientes de la ilusión del conocimiento (efecto Dunning-Kruger -creer saber más de lo que en realidad se sabe- frente al síndrome del impostor -considerarse menos capacitado de lo que se es-, sesgo de exceso de confianza, patrañas pseudoprofundas -charlatanería-, la ley de la atracción -campo magnético cerebral-…).
Por lo dicho, ¿es aconsejable la lectura de este pequeño volumen? Sí, si nos fijamos en la relación costes -es breve, sintético y relativamente bien documentado- y beneficios: puede sernos de utilidad para hacer frente a ilusiones, sesgos y errores cognitivos (control metacognitivo, psicoeducación, índice de confianza, verificación de datos…). Anímate, pues. Merece la pena.