Henderson, R. (2020/21). Reinventando el capitalismo. En un mundo en conflicto. Barcelona: Profit Editorial.
A priori hemos de saludar con satisfacción que las investigadoras, con merecido reconocimiento internacional, tengan por objetivo intentar cambiar aquellas realidades no encaminadas al buen desarrollo de los humanos y a la sostenibilidad del planeta. Henderson es sin duda una de esas personas. Parte para ello de sus sólidos conocimientos académicos y del ámbito empresarial.
Asume que el sistema capitalista, que compartimos la mayoría de las humanos, ha de ser reinventado, en medio de una situación de manifiesto conflicto –degradación ambiental, desigualdad económica, colapso institucional-, si apreciamos mínimamente nuestras vidas y las de las futuras generaciones, es decir,si institucionalmente tenemos un propósito, personal y social, superior al de la exclusiva rentabilidad.
Un primer paso ha de consistir en poner de manifiesto que el único deber de una empresa no ha de ser el de maximizar su valor para los accionistas. Los abundantes datos científicos han puesto de manifiesto los efectos perniciosos que tiene este planteamiento para las personas y las sociedades, sin descartar a las propias empresas, sobre todo cuando los análisis se centran en el medio y en el largo plazo. Es necesario un conocimiento arquitectónico visibilizado (cómo los distintos componentes encajan entre sí), a fin de que puedan tener lugar las innovaciones –arquitectónicas–.
Si el diagnóstico, pues, es certero, ¿cuáles serán las vías de solución? Estas se centran en 5 grandes conglomerados. El primero de ellos, se define por la creación de valor compartido entre empresas y consumidores: ganar dinero sí –rentabilidad-, pero en contextos de prosperidad y libertad que sean enmarcables, globalmente, dentro de sociedades sanas y de una tierra habitable. El segundo hace referencia a la orientación a un propósito (compartido): empresas high road –alto compromiso: empoderar a los empleados con las oportunas recompensas-. El tercero implica reestructurar las finanzas: la utilización de métricas ESG –medioambientales, sociales y de gobernanza- y la incorporación de inversores de impacto. El cuarto: fomentar la cooperación –autorregulación- (si todos hacen su parte, todos se benefician). El quinto: reconstruir las instituciones y corregir los gobiernos (equilibrar el poder del mercado con el poder de las instituciones inclusivas).
Contando con el qué (hacer) pasemos ahora a la parte más difícil: el cómo (llevarlo a cabo). Traer a colación ejemplos prácticos ilustrativos siempre suele ser un buen comienzo para estimularnos y conducirnos en la dirección del cambio deseado. Por eso se presentan y comentan casos como los del té Lipton de Unilever, Walmart, CLP -la empresa de servicios públicos de Asia-, Aetna -del sector de la salud-, KAF -empresa de harina-, GPIF –fondo de inversión de pensiones japonés-, JetBlue, Triodos Bank, Mondragón, o Toyota, entre otros, con su incorporación de los análisis de los riesgos y las oportunidades y con su motivación económica para crear valor compartido. Redefinir los propósitos de las empresas es fundamental para reinventar el capitalismo.
Para realizar la redefinición es preciso anteponer el propósito a las ganancias. Por los múltiples casos antes señalados ya intuimos que es posible para las empresas, de los diversos sectores, implantar con éxito (con alto rendimiento) un enfoque guiado por los propósitos compartidos y todo lo que esto conlleva (nueva cultura organizacional –círculos virtuosos-: liderazgo orientado a un propósito, respeto por los empleados…). Un aspecto complementario es el de la disminución del poder de los inversores cortoplacistas y desinformados frente a los inversores que comparten objetivos.
Además, se han de encuadrar los rendimientos económicos en marcos en los que se tengan en cuenta las responsabilidades sociales hacia todas las partes implicadas (personas y sociedades: simbiosis empresas y sociedades), poniendo especial énfasis en las implicaciones medioambientales, para conseguir un mundo más equitativo, inclusivo y sostenible. La clave aquí reside fundamentalmente en la cooperación sostenida –a ser posible a escala global-, gracias a la cual lo público y lo privado, las empresas y los gobiernos, los individuos y las sociedades puedan, conjuntamente, reinventar el capitalismo,internacionalmente.
Aquí sí puede valer mucho nuestro granito de arena –efecto significativo-, sobre todo si animamos a los demás a que aporten el suyo, tanto desde el punto de vista personal como, sobre todo, institucional. Entre todos, podemos. Las futuras generaciones nos lo agradecerán al poder vivir en un mundo más humano –sin tantas desigualdades-, más sostenible –sin tanta degradación medioambiental- y más inclusivo –sin apenas instituciones básicamente extractivas-.