Bloom, P. (2023/24). Psico. La historia de la mente humana. Barcelona: Deusto.
Este psicólogo, laureado internacionalmente, nos va a ofrecer una introducción documentada a la ciencia de la psicología -en torno a un millón de matriculados en línea-, pues piensa -y acierta- que por el momento sabemos -conocimientos científicos- bastante menos de la vida mental que del mundo físico.
Lo hará a través de 15 capítulos que gozan de relativa independencia. Su ilusión con el libro: que sea capaz de asombrar en cierta medida a la persona que lo lea. Veamos, como amantes de la buena ciencia, si se puede conseguir, siendo conscientes desde un primer momento de que de una introducción, netamente divulgativa, se trata.
Si nos preguntamos. ¿cómo es que podemos pensar los humanos? La respuesta la hallamos en la comunicación entre neuronas -billones de conexiones- mediante neurotransmisores. Hoy ya podemos ver lo que está pasando -escaneo- dentro del cerebro –leer la mente: neuroimágenes- e influir en lo que ocurre: estimulación magnética transcraneal, por ejemplo. A su vez, gracias al aprendizaje –aprendemos incluso cuando no queremos: condicionamiento clásico, operante, cambio de teoría (experimentación), aprendizaje bayesiano…-, modificamos funcional y estructuralmente nuestro cerebro -la cultura da forma, por tanto, a nuestro cerebro-. Con esto en mente, ¿ya podríamos saber con precisión qué es la consciencia -sufrir requiere consciencia-?
Lo que se puede decir con rigor hoy por hoy es que vamos avanzando, que contamos con hipótesis/teorías -la teoría del espacio global…- en los intentos de dar solución a este sin duda difícil problema -consciencia de estado (más difícil) y de acceso (más fácil)-, pero que todavía vamos a necesitar mucho más trabajo -interdisciplinar probablemente- hasta poder vislumbrar alguna solución al respecto. Sí puede ser útil ya saber que la falta de consciencia en nuestras vidas es también esencial para la propia supervivencia -la primacía del inconsciente está en consecuencia plenamente vigente, siendo así que el pensamiento consciente no es tan importante como hemos estado creyendo hasta ahora-.
Al lado del pensamiento se halla el habla, distintivo donde los haya de la especificidad humana. El estudio de cómo aprendemos a hablar desde la más tierna infancia muestra que este tipo de aprendizaje es claramente diferente al del resto de los animales (valor de las pistas sintácticas, relación lenguaje y pensamiento -existe pensamiento sin lenguaje, este refleja el pensamiento e influye en él-). Hay pocas dudas de que el lenguaje ha transformado radicalmente nuestras vidas.
Si pensamos, hablamos, tenemos consciencia, ¿qué pasa con nuestra relación con el mundo, teniendo en cuenta que el escepticismo radical es erróneo al igual que lo es el realismo ingenuo? La clave está en que nos llega preprocesado. Inferimos un mundo tridimensional partiendo de una matriz bidimensional en movimiento. El cerebro da, por tanto, sentido al mundo -la memoria y la percepción son sensibles a la verosimilitud-.
¿Y qué pasa con los sesgos? Ciertamente, existen -de disponibilidad (falacia o negligencia de la frecuencia o tasa base), de confirmación, de autoafirmación, de grupo…-, pero lo que nos indican es no solo que somos en parte irracionales, sino también que en una buena medida somos inteligentes, pues somos capaces de descubrir y luchar -procedimientos o contingencias- contra nuestros errores (sesgos).
Si queremos comprendernos cada vez mejor -objetivo básico de la psicología-, ¿por qué nos comportamos como lo hacemos –motivación: pluralismo motivacional-? Importante aquí: evitar la falacia naturalista -confusión del ser y el deber-, o la creencia infundada de que las emociones son innecesarias si queremos pensar y actuar con eficacia. Más bien, al contrario, sin ellas somos incapaces de explicar nuestras buenas y malas conductas y decisiones.
Otros asuntos que cabía imaginar que iban a ser tratados son, entre otros, la inteligencia –factor g-, la personalidad –los cinco grandes rasgos-, las diferencias -individuales y grupales- y sus causas, las diversas enfermedades mentales y la buena vida (felicidad: dinero, salud, edad, relaciones…) –psicología positiva-.
A la luz de lo visto, hemos de indicar que nos queda sin duda un largo camino por recorrer en psicología: más atención a la replicación de los estudios, reconocer nuestros sesgos -para evitarlos- en la elección de participantes para nuestras investigaciones -predominio del mundo WEIRD (sociedad occidental con estudios, industrializada, adinerada y democrática)-, ser más conscientes de los problemas de la generalización inmediata de los hallazgos obtenidos en el laboratorio a la vida real, considerar más las posibles explicaciones alternativas y, dentro de los núcleos temáticos, sin duda el de la consciencia. Si te apetece conocer lo que ha dado de sí la psicología hasta el presente -obra divulgativa-, esta es una buena oportunidad.