Robinson, W.I. (2020/23). Mano dura. El estado policial global. Los nuevos fascismos y el capitalismo del siglo XXI. Madrid: Errata Naturae.
Tratar de predecir el futuro, bien en general o bien sobre asuntos más específicos, no es tarea fácil. Puede suceder que en ocasiones no lleguemos al objetivo y en otras nos pasemos. Ante ese tipo de situaciones, como ocurre en esta obra, conviene contar con una llamada de atención al lector/a: no es aconsejable ser crédulos, sino reflexivos (siempre aprendiendo, incluso si constatamos posibles exageraciones o sesgos en una u otra dirección). Si la virtud se halla en el medio –in medio (stat) virtus (aristotélico)-, eso solo es posible si tenemos en cuenta precisamente los extremos.
La tesis que se pretende poner de manifiesto queda clara en el propio título: vamos camino de un estado policial global, dominado por una minoría capitalista (el neofascismo en plena efervescencia: irracionalidad, posverdad, desregulación…) con escasas preocupaciones por una amplia parte de la humanidad excedente.
Ahora bien, ¿habría alguna salida alternativa -positiva para la humanidad: el predominio de las relaciones de reciprocidad y bienestar mutuo-? Aunque complicada, no parece imposible (lucha social desde abajo), para este profesor estadounidense de Sociología -sin duda, destacado pensador internacional-.
Intentemos desvelar de inmediato la solidez de sus argumentos, a la par que reflexionar sobre la viabilidad de sus propuestas sobre nuestro futuro, dado que nos puede ir en ello más de lo que nos imaginamos: del dominio de una minoría sobre una mayoría a una democracia consolidada.
Si el capitalismo -hoy en crisis (sobreacumulación: sobreproducción o infraconsumo; casino
global: se especula sobre la especulación, capital ficticio, inestabilidad subyacente)- es la variable predictora, su periodización -el conocimiento de sus etapas históricas- parece condición necesaria -obligada-: a) mercantilismo y acumulación, b) competitivo, c) corporativo nacional y, finalmente, d) global (capital transnacional: circuitos globalizados de acumulación, dirigidos por una clase capitalista transnacional), que es el periodo en el que precisamente nos encontramos –capitalismo global
digitalizado: Cuarta Revolución Industrial-.
La financiarización y la digitalización suponen un valor, cada vez mayor, dentro de la economía global, acentuando la desigualdad y la polarización social: una economía al servicio del 1%. Así, a título de ejemplos ilustrativos -aproximativos-, en 2015 sólo unas 62 personas poseían la misma riqueza que aproximadamente 3.600 millones (la mitad más pobre de la humanidad). En 2018 se produjo una transferencia de 900.000 millones de dólares de riqueza de la mitad más pobre a los milmillonarios más ricos.
La globalización actual ha generado una ola descomunal de acumulación flexible -dominación unilateral del capital, negocio de la pobreza: transformación de la pobreza y la desigualdad en beneficio-, arrojando a millones de humanos a su nueva condición de humanidad excedente -manifiesto desposeimiento: un proletariado digital cada vez más empobrecido y alienado, gente superflua, innecesaria– que es controlada -primera función- por el Estado policial global coercitivo –sociedad de la vigilancia panóptica, caudillismo internacional, vigilancia corporativa y estatal, en muy estrecha relación con el mundo Silicon Valley/Wall Street -su segunda función: acumulativa-.
Hay, pues, una vía bidireccional de mutua ayuda entre acumulación privada y militarización
estatal -empresas militarizadas privadas como facilitadoras de inversiones-. Control -hipervigilancia- y acumulación -sobreexplotación- van, pues, de la mano –acumulación por represión-.
La economía digital de nuestros días está aumentando la tendencia a la generalización del desempleo, el subempleo y la precariedad. En esta situación, de máxima automatización y robotización, el capital se muestra cada vez más unido, a la par que, como derivación, aparece más desunida la clase trabajadora. A esto ha de añadirse el ya visible apartheid climático y geográfico -zonas verdes (muy bien protegidas) y grises (contención de la humanidad excedente-, que polariza todavía más el mundo de la minoría de ricos del resto de la humanidad.
Por lo aquí dicho –crisis general del imperio capitalista-, parece quedar claro que lo que se nos dice y se trata de justificar en este libro requiere de personas reflexivas, capaces de sacar las debidas conclusiones que indudablemente pueden afectar de forma radical tanto a nuestras sociedades actuales como, sobre todo, a nuestras propias vidas.
En síntesis, esta lectura, por derecho propio, puede servir de ayuda esencial para nuestra toma de decisiones de carácter existencial. Hemos de tener presente que podemos cambiar el rumbo de la historia, partiendo de la dura realidad aquí esbozada y documentada: nos hallamos, por tanto, ante la batalla social por el futuro (futuros alternativos: proyectos emancipatorios –ecosocialismo,
rebelión existencial…-). Tú decides.