La nueva biología de la mente

Kandel, E. R. (2019). La nueva biología de la mente. Qué nos dicen los trastornos cerebrales sobre nosotros mismos. Barcelona: Paidós.

Nos encontramos con una muy buena obra de divulgación de uno de los tres Premios Nobel de Fisiología o Medicina del año 2000. Además de por sus relevantes contenidos (espectro autista, depresión, trastorno bipolar, esquizofrenia, demencia, párkinson, adicciones, entre otros) que aparecen tratados con rigor y humildad científica (todavía queda mucho por saber; nuestro conocimiento de la genética de la depresión y del trastorno bipolar se halla todavía en las primeras fases), la obra resulta de gran interés por poner de manifiesto la metodología que se utiliza en estos momentos en la ciencia: el nuevo enfoque biológico de la mente (neuroimagen –técnicas imagenológicas estructurales y funcionales-, genética –genes candidatos: variaciones en el número de copias y mutaciones espontáneas; transcripciones génicas-, epigenética, proteínas –plegamientos incorrectos-, sinapsis defectuosas y podas sinápticas, modelos animales –los estudios genéticos con modelos animales empiezan a dar su fruto-,…).

Gracias a este nuevo enfoque es posible ir descubriendo los mecanismos biológicos subyacentes a esos trastornos cerebrales que tanto nos acaban diciendo sobre nosotros mismos, sobre la mente humana (la entidad más compleja del universo; existo, luego pienso). Se parte de la base de que el estudio científico de los trastornos cerebrales nos ayudará a conocerlos sin duda mejor y con ello, a su vez, a desvelar el  funcionamiento del resto de los cerebros, considerados sanos: el de las personas neurotípicas.

También se realizará un análisis de la conciencia (el gran misterio sin resolver del cerebro: por qué la multitud de interacciones neuronales da lugar a  la conciencia), de la identidad de género, dado el interés académico y las implicaciones prácticas que está teniendo esta materia en nuestros días, de la creatividad, relacionada con algunos de los trastornos investigados, y de la toma de decisiones, incluidas las que se enmarcan dentro del ámbito de  lo moral.

Uno de los centros de atención y detenimiento, como cabe imaginar desde este nuevo enfoque biológico, es el referido a los distintos circuitos neuronales específicos de cada comportamiento neurodiverso (imagenología cerebral). Así, por ejemplo, en el caso del autismo, es preciso explorar el cerebro social (teoría de la mente), en contraposición a la hipótesis de la madre nevera o al mantra un gen, una enfermedad, si queremos comprender más seriamente la compleja y variada realidad de los individuos (muy diversos entre ellos), que vienen siendo enmarcados dentro del denominado trastorno del  espectro autista (TEA).

Si conseguimos avanzar en el conocimiento de nuestra mente mediante este nuevo enfoque, facilitaremos las posibles vías de tratamiento y prevención de los trastornos analizados, uniendo y combinando, en la mayoría de los casos, fármacos e intervención psicológica, pues es ya una realidad (avalada empíricamente) el condicionamiento circular subyacente a los procesos de aprendizaje (incluido el desaprendizaje): estos modifican estructural y funcionalmente el cerebro que, a su vez, así modificado, se abre a nuevos y variados tipos de aprendizaje. Lo que sabemos y hemos visto  (imagenología cerebral) de las espinas dendríticas supone un patente aval de esta circularidad. En general, todo esto implica que poco a poco vamos teniendo conocimiento concreto de las interacciones de los factores genéticos, bioquímicos y ambientales que son responsables, en cada circunstancia, tanto del desarrollo funcional como disfuncional de nuestra mente. Esta circularidad y bidireccionalidad a su vez posibilita, como lo establece el autor, que cuando hablemos de psicoterapias podamos afirmar que son tratamientos biológicos  (pues modifican físicamente el cerebro),  de modo semejante a como lo hacen los medicamentos.

Un asunto que no podía dejarse de lado, dadas las implicaciones de todo tipo para nuestra propia concepción de humanos y de nuestra identidad, es el referido  a las relaciones entre lo consciente y lo inconsciente. De hecho, se establece como bien probado, que no es posible entender la conciencia sin previamente entender la incidencia de una serie de complejos procesos inconscientes. Justamente será la nueva biología de la mente –unión de la psicología cognitiva y la neurociencia- la que ya ha comenzado a dar a luz una nueva forma de entender la conciencia. ¿Te lo vas perder? La lectura del libro muy probablemente no te decepcionará. La forma de exposición es muy buena y el lenguaje utilizado facilita mucho la comprensión idónea. La selección de las fuentes es la que cabe esperar de un galardonado con un Premio Nobel.

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