¿Ha muerto el capitalismo?

Portada del libro

Si hacemos caso a Varoufakis [Varoufakis, Y. (2023/24). Tecno-feudalismo. El sigiloso sucesor del capitalismo. Barcelona: Deusto], la respuesta es un . ¿Qué argumentos -sólidos- nos proporciona para tan trascendental afirmación? Analicémoslos, pues debiéramos tener en cuenta que sus implicaciones afectarán de forma importante a nuestras vidas. Los conocimientos científicos -económicos ahora- nos ayudarán a tomar mejores decisiones, ¿no te parece?

El autor escribe bien. El contenido se entiende fácilmente. No son muchas páginas (262). La tesis que defiende es muy clara: si los dos pilares del capitalismo han sido los mercados y los beneficios, ahora ya están siendo sustituidos por las plataformas digitales y por la extracción de rentas, como se pone bien de manifiesto tras el correspondiente análisis de la crisis del 2008 y de la COVID-19, entre otros acontecimientos históricos relevantes.

De ahí que se proponga un nuevo término -importancia del mismo- para definir la presente realidad, que tantas desigualdades está creando: el de tecnofeudalismo (triunfo de la renta de la nube sobre el beneficio). En este contexto los nuevos señores feudales serán los propietarios del capital en la nube.

Su enfoque se aparta de las polarizaciones tan de moda en nuestros días -tecnófobos/tecnófilos, como ejemplo ilustrativo-, dando cabida a la complejidad (dualidad de las cosas/dos naturalezas o incluso tres en algún caso -valor de cambio, valor experiencial-), que propicia la consideración tanto de las ventajas como de las desventajas de cualquier obra humana y, por tanto, de los diversos planteamientos políticos o económicos.

Esto en modo alguno significa que todos ellos sean iguales -tendencia aparentemente espontánea de mucha gente-. Justo lo contrario: son distintos. Además, cada uno de ellos sería clasificable -valorable- dentro de infinidad de continuos en cuyos extremos se hallarían sus ventajas y sus desventajas. Con la ciencia de datos y las nuevas herramientas digitales (IA…) la tarea es más llevadera: es viable y, además, transformadora de nuestro actual modo de pensar.

Es un hecho que el capitalismo ha sufrido a lo largo del tiempo importantes metamorfosis –lleno de paradojas y policrisis: ¿ha muerto ya o está todavía vivo, o muerto y vivo a la vez?-. ¿Cuáles serían sus características estructurales más recientes?

Al menos tres: a) el mercado de la atención -primero fue el beneficio, después la rentabilidad-: llamar la atención para venderse (mercantilización, manipulando nuestra atención); b) globalización -capitalismo globalizado, financiarizado, Minotauro global del capitalismo(unión monetaria global basada en el dólar: dolarización de los beneficios, desmantelamiento de los sindicatos, contención de salarios -salarios de subsistencia-, austeridad universal); c) el capital en la nube capital de mando algorítmico: algoritmos convertidos en agentes-: que realiza el saqueo de los bienes comunales digitales -instauración de los cercamientos: auge de los nubelistas (Bezos, Musk, Jobs, Zuckerberg, Brin…) y surgimiento de los proletarios de la nube-. Puede reproducirse sin apenas mano de obra asalariada, obligando a toda la humanidad a que contribuya a su reproducción: somos siervos de la nube (Homo tecnofeudalis). Es un capital futurista y distópico (dinámica de bucle fatal). El tecnofeudalismo se basa en un tecno-terror aséptico.  Hoy en día nos encontramos con dos superfeudos antagónicos en la nube: Estados Unidos y China, que nos convierten -a la mayoría- en siervos, proletarios o vasallos de la nube.

Resulta muy difícil, como cabe correctamente inferir, civilizar o socializar al capital en la nube. ¿Cabe entonces alguna alternativa a este nuevo tecnofeudalismo? Esta es sin duda una gran cuestión.  Hasta ahora, la socialdemocracia no parece estar en disposición de conseguirlo, al igual que lo cripto blockchain (cadena de bloques)-, dado que ha resultado una falsa promesa.

Hemos pues de imaginar otra realidad. En este volumen se ofrecen algunas pistas al respecto –socialismo basado en la tecnología/tecnodemocracia: empresas y dinero democratizados-, la nube y la tierra como bienes comunales, movilización en la nube. De esta forma sería posible que el demos pudiera volver a la democracia.

Más allá de que acabes compartiendo o no los planteamientos -capitalismo pasado a mejor vida por el tecnofeudalismo o todavía vivo (hipercapitalismo…)-, enfoques relativamente originales del autor, muy probablemente tengas la sensación de no haber perdido el tiempo, sino más bien haber gozado con la lectura y haberte enriquecido -cognitivamente hablando-, salvo que ya estés excesivamente polarizado y, en consecuencia, ya no seas poroso al aprendizaje saludable -mal asunto-. Tú decides.

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