Final de partida

Turchin, P. (2023/24). Final de partida. Élites, contraélites y el camino a la desintegración política.  Barcelona: Debate.

Portada del libro

¿Qué te parece si reflexionamos -desde la buena ciencia– sobre lo que nos puede aportar la cliodinámica -aplicación del enfoque de la ciencia de la complejidad al estudio de las sociedades humanas-, según un reconocido científico en esta materia y que le ha dado este nombre? ¿A que te apetece? Pues vamos con ello sin más dilación.

Lo primero, como es lógico, es definir los principales términos que van a formar parte de la ecuación explicativa (teoría científica frente a teorías de la conspiración): élites, poderes -económicos, políticos…-, contraélites (sobreproducción de élites, aspirantes frustrados, élites excedentes),  pauperización del puebloefecto Mateo (los pobres cada vez más pobres, mientras que los ricos cada vez más ricos), muertes por desesperación-, entornos geopolíticos -relativamente diferentes en cada caso- y Estados -distintos tipos-.  

Así ya tenemos las dos fuerzas gemelas de la inestabilidad, tan presentes en nuestros días (y con una larga historia): la sobreproducción de élites (hipertrofia del vértice de la pirámide social) y el manifiesto empobrecimiento de una gran parte de la ciudadanía (aumento progresivo de las desigualdades actuales), que constituyen una auténtica combinación explosiva. Pero, ¿contamos con antecedentes que se puedan constituir en pruebas de apoyo de lo que se afirma? Parece ser que sí.

Las sociedades complejas organizadashistóricas– ponen de manifiesto que pasan por una doble fase: integradora (estabilidad social y élites relativamente cooperativas, con gobiernos eficaces: edad de oro) y desintegradora (inestabilidad, falta de cooperación de las élites -conflictos-, estallidos de violencia, debilidad del Estado: edad de oropel). Sirvan, a título de muestras ilustrativas, lo ocurrido en la Francia medieval: fortaleza, caída… y repetición de la fase, los ciclos dinásticos chinos o los ciclos de Inglaterra (ciclos integradores/desintegradores, patrones que se repiten a lo largo de la historia en las distintas sociedades complejas). Vamos entonces por buen camino, pues tenemos ya las constantes históricas -matizadas en función de los diferentes casos- para entender de forma adecuada -científicamente- la actualidad –los motores estructurales de la inestabilidad-.

Una clave importante de nuestros días -no exclusiva de Estados Unidos-: la codicia (milmillonarios: decil de mayor riqueza -1 por ciento o 0,1 por ciento-) es considerada como muy buena, mientras que los salarios relativos -salario dividido por el PIB per cápita- están yendo a la baja en estimación y en la realidad (bomba de la riqueza: pocos ganadores y multitud de perdedores), frente a la cooperación entre trabajadores y empresas, con la participación -coordinación- de los gobiernos -que sería lo más elemental en una democracia (modelo escandinavo, Gran Comprensión -larga etapa de disminución de la desigualdad económica general-…).

Si bien la pauperización de la mayoría de la ciudadanía puede contribuir a las turbulencias sociales y políticas, la sobreproducción de élites es todavía más peligrosa (clase aspirante a élite frustrada, precariado titulado, competencia desenfrenada, carrera armamentista académica). Las sociedades complejas son así vulnerables a las fuerzas desintegradoras de la sobreproducción de élites y de este modo la bomba de riqueza se constituye en uno de los mecanismos más desestabilizadores -hasta ahora conocidos- a lo largo de la historia.

Los datos analizados desde la cliodinámica (desde el análisis estructural/dinámico y con el índice de tensión política) son bastante claros al respecto. Si esto es así -como nos indican estos datos- más nos vale reflexionar, -y actuar consecuentemente– para que las democracias no se nos vengan abajo (no existen democracias inmunes), que es el sistema menos malo -con respecto a otros tipos de régimen– de los que hasta ahora tenemos noticia (militocracias, autocracias, plutocracias, cleptocracias, anocracias, pseudodemocracias…).

Bienvenida, pues, esta cliodinámica cuyo objetivo es aplicar una metodología científica compleja al análisis de nuestras sociedades, posibilitando de ese modo la prevención de la desintegración política (económica, social, personal…), que es más real de lo que cabe inferir a primera vista.  Este esfuerzo preventivo -que en modo alguno es menor: previsión multitrayecto– merece mucho la pena. Podemos pasar de la ciencia lúgubre -sociedades que a lo largo de la historia sucumbieron a las crisis existenciales: sociedades que se deshicieron, estados que se desmoronaron, imperios que murieron- a otra -la ciencia esperanzadora-, gracias a la cual es posible encauzar la situación actual -nada halagüeña, por cierto-, como se ha puesto de manifiesto en casos históricos bien conocidos (la Gran Bretaña cartista, la Rusia reformista, los Estados Unidos de la Era Progresista…). ¿Te das cuenta de que merece mucho la pena atender a los resultados de la cliodinámica -conocer si una sociedad se halla en fase de fragilidad o de estabilidad resiliente-, a fin de poder llevar a cabo una previsión inteligente -tras el enfoque estructural/dinámico-?

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