El planeta inhóspito

Wallace-Wells, D. (2019). El planeta inhóspito. La vida después del calentamiento. Barcelona: Debate.

Portada del libro

En las evaluaciones técnicas acostumbramos a referirnos tanto a la forma como al fondo de lo evaluado. En este caso he de indicar que este libro está bien escrito –lo que es de agradecer-, como corresponde a un buen periodista, graduado en historia. Hablamos pues de la forma (muy buena). Además, es un buen compendio de lo que hoy conocemos con cierto rigor sobre el cambio climático (lo que no es poco, -el fondo-), dado que su autor se encuadra dentro de lo que entendemos como periodismo de investigación. Pienso, por tanto, que viene como anillo al dedo en estos momentos la lectura de este trabajo, justamente tras la celebración de la Cumbre del Clima 2019 (que está ahora teniendo lugar en Madrid), a fin de paliar o evitar lo más posible la así denominada ceguera climática. Por lo dicho, no es de extrañar  que en algunos medios periodísticos de prestigio se haya llegado a considerar esta investigación reflexiva como la obra que define una época, la nuestra, la del Antropoceno.

Que en menos de dos centurias, por la acción de los humanos, hayamos elevado en torno a un grado la temperatura de nuestro planeta debido a los gases de efecto invernadero, que haya comenzado ya el deshielo de los casquetes polares y que haya aumentado el nivel del agua de nuestros mares (con todas sus implicaciones: aumento desproporcionado de las olas de calor, los incendios, los tornados, los huracanes, las inundaciones, con el consiguiente enorme coste económico –billones- y de multitud de vidas humanas afectadas–millones-: hambrunas, plagas, migraciones, guerras climáticas, …), constituye un hecho manifiesto que justifica, al menos en buena medida, el título de este libro: el planeta inhóspito. Sin duda, acabará siéndolo (demasiado inhóspito habría que decir)  a menos que tomemos de forma inmediata medidas climáticas urgentes (muy concretas y específicas: justicia y responsabilidades climáticas; economía descarbonizada, sistema energético renovable,…), capaces de hacer que  disminuya este ya iniciado y avanzado calentamiento y, de este modo, no superar en ningún caso el considerado por la ciencia como umbral de seguridad climática (los dos grados).

El objetivo prioritario de Wallace-Wells con este trabajo es justamente traer a colación todas aquellas aportaciones científicas que avalen, por un lado, los hechos referidos al cambio climático (ha sabido seleccionar y cohesionar muy adecuadamente las diferentes fuentes fidedignas, procedentes de diversas disciplinas científicas) frente a las opiniones interesadas de los negacionistas (que no son pocos y además suelen controlar el poder político y económico; no sólo niegan los hechos, sino que los sustituyen por los así conocidos como hechos alternativos; son creadores de mitos) y, por otro, sintetizar las complementarias vías de solución (políticas de concienciación y de acciones de probada eficiencia) a la emergencia climática en la que estamos ya plenamente inmersos (vivimos tiempos insólitos, dentro de una patente crisis ecológica).

            Algunos quizá puedan pensar por lo simplemente oído y visto hasta ahora que es exagerado lo expuesto (sus predicciones), que su autor es un consumado alarmista, que ha sesgado consciente o inconscientemente los datos a favor de su hipótesis de partida: la existencia del cambio climático y sus devastadoras consecuencias para nosotros, para el resto de animales y plantas y, en definitiva, para todo nuestro planeta.

Si no lo leemos, no podremos saber si uno acierta o se equivoca con estos juicios de valor. Entiendo que mejor es estar preparados,  por si acaso las predicciones de los científicos que él cuidadosa y sabiamente ha seleccionado se cumplieran en un futuro inmediato. En el peor (mejor) de los casos –que sus predicciones fueran exageradas-, no habríamos perdido apenas nuestro tiempo, dado lo fácil y fructífera (ampliación de conocimientos de muy diverso tipo) que resulta su lectura. Mi opinión, como científico, es que, lamentablemente, si no tomamos buena nota y cuenta de los conocimientos científicos actuales aquí expuestos y de las correspondientes medidas urgentes aquí señaladas para no sobrepasar el umbral de seguridad climática, nuestro porvenir mundial no resultará precisamente halagüeño, sino más bien todo lo contrario (inhóspito: amenaza existencial). Si sentimos cierto aprecio y cariño reales por las generaciones futuras, tal vez haya llegado el momento de actuar en todas las escalas: desde la más individual hasta la más universal (Instituciones internacionales y gobiernos; estructura de gobernanza mundial del carbono). Se trataría de romper un círculo vicioso (catástrofes en cascada: muertes por calor, incendios, hambrunas, carencia de agua potable, aire irrespirable, plagas,…) por otro virtuoso (cascadas de beneficio mutuo entre nosotros y la naturaleza: sustitución de energías sucias por otras limpias). Si así lo hacemos, el planeta y la humanidad, en su conjunto, a buen seguro nos lo agradecerán.

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