Stiglitz, J. (2024/25). Camino de libertad. La economía y la buena sociedad. Barcelona: Taurus.

Esta va a ser la tercera obra (La creación de una sociedad del aprendizaje; El capitalismo progresista. Respuesta a la era del malestar) que recensionamos de este Premio Nobel de Economía: el fruto de toda una vida de estudios académicos (las buenas universidades son necesarias para una sociedad libre). Como podrás comprobar, nos viene como agua de mayo en estos tiempos en los que tanto nos ha costado lograr la democracia (el menos malo de los sistemas de gobierno conocidos hasta el momento), ya que se nos puede venir abajo (crisis democrática). Y nos irá mucho en ello: tal vez más de lo que nos podamos imaginar –hay mucho en juego-. Comencemos, pues.
Libertad para vivir sin miedo y sin necesidades (pasar hambre, sobrevivir…), libertad que facilita una vida saludable -vinculada a la equidad, la justicia y el bienestar-: sí. Ahora bien, es necesario luchar para conseguirla, no es gratuita (lucha existencial por la libertad y la democracia). En cambio, hay que dar un no a la libertad desreguladora -el mercado sin reglas es un oxímoron- para el enriquecimiento de las minorías y la pobreza de las mayorías (crisis -debacle- financiera de 2008: una mayoría menos libre). Un no a esta religión económica –que dice que el libre mercado no genera explotación-, a este proselitismo que cree en el efecto derrame.
Un análisis histórico -centrado básicamente en Estados Unidos- nos muestra que el primer tipo de libertad está actualmente en manifiesto peligro –escasez de oportunidades-. Estamos viviendo en medio de un cúmulo de desinformaciones o informaciones erróneas que tratan de hacernos creer -sistema de creencias- lo contrario (que la verdadera libertad es la desreguladora), sin basarse en hechos ni razonamientos. Hemos de caminar entonces hacía unos trade-offs correctos/adecuados/equilibrados -la regulación no es la antítesis de la libertad, las restricciones son necesarias…-. Este es el camino -hacia la libertad- que se nos propone de forma justificada (hechos más razonamiento): la que proporciona un capitalismo progresista o una socialdemocracia revitalizada -confianza, competencia y regulación (trade-offs) frente a la liberalización, la desregulación y la privatización extremas (Consenso de Washington; Sociedad Mont Pelerin… disciplina de mercado)-, una sociedad del conocimiento –aprendizaje individual e institucional-, con un rico ecosistema de instituciones.
En la lucha existencial por la libertad -del primer tipo- y por la democracia es pertinente tener en cuenta las múltiples dimensiones de las externalidades –positivas y negativas– a fin de proceder en consecuencia –regulaciones, equilibrios de los trade-offs entre libertades o intergeneracionales, consciencia de la tragedia de los bienes comunales (los cercamientos), intervenciones, inversiones…-, puesto que los tipos de gestión que hagamos de las mismas –externalidades ubicuas y generalizadas– nos darán como producto las diferentes clases de civilizaciones -de democracias-.
¿Sería posible siquiera concebir la libertad del primer tipo sin las contribuciones obligatorias mediante impuestos -una clase específica de coerción que conlleva enormes beneficios para la mayoría/totalidad de las personas-? La regulación (intervención coercitiva), por ejemplo, puede resolver de hecho el dilema del prisionero haciendo que los distintos actores salgan ganando: coordinación para la cooperación en beneficio del bien común. Esta debiera ser la esencia de los diferentes tipos de contratos -y muy específicamente del contrato social (escrito tras el velo de la ignorancia/del espectador imparcial)-, frente a los contratos explotadores.
Este tipo de libertad también requiere un análisis detenido de los derechos de propiedad, que son fruto de construcciones sociales –están circunscritos– y no tanto de esencialismos anclados en la naturaleza. De nuevo se requiere una llamada de atención a los trade-offs –compensaciones, equilibrios…-, que, como se ve, están por doquier en el enfoque que se nos propone.
Libro muy bien escrito y documentado. Nos proporciona un marco de comprensión bastante distinto al más común actual -el predominante: el del capitalismo desatado (desigualdad excesiva y explotación generalizada, una libertad de engañar que priva a otros de sus libertades)-, cuando se trata de comprender -científicamente- constructos como el de la libertad –sin miedos y sin necesidades-, la economía –social democracia revitalizada– o la buena sociedad (o al menos mejor), es decir, más libre y equitativa, más tolerante, más cooperativa, más justa y que se muestra en contra de la libertad de explotación, de la polarización, de la desinformación y de la información errónea, tan virales en nuestros días. Muy pertinente y recomendable, pues.

