Autocracia, S.A.

Applebaum, A. (2024). Autocracia, S.A. Los dictadores que quieren gobernar el mundo. Barcelona: Debate.

Portada del libro

Esta autora, bien conocida a escala internacional (ya se hizo una recensión de otra de sus obras) y ganadora de premios de prestigio, como el Pulitzer –entre otros-, va directamente al grano desde un principio.

Olvidémonos de nuestra concepción ingenua (antigua: el dictador) del Estado Autocrático, a fin de pasar directamente a una concepción de autocracia del siglo XXI. La gobernada por sofisticadas redes con estructuras financieras cleptocráticas (cleptopía: el robar tiene premio), servicios de seguridad y grupos de expertos tecnológicos encargados de la vigilancia, la propaganda y la desinformación (las campañas de desprestigio suelen dar resultado, troleo en masa). Además, las redes de un determinado país estás conectadas con las de otros países -bien sean también autocracias o incluso democracias (iliberales…)-. Son los lazos de la codicia -versión a la inversa de la globalización-.

El objetivo básico de este tipo de autocracias es conservar su riqueza -ánimo de lucro: inversiones multimillonarias- y poder -sin transparencia y sin rendimiento de cuentas ante la ciudadanía- (Autocracia, S.A.), dentro de un marco potente de impunidad -nacional e internacional-, sin darle importancia a la posible consideración de estados fallidos por parte de los demás y con manifiesta hostilidad hacia el mundo democrático. De hecho, se intenta crear un nuevo orden mundial, usando la democracia como adorno -barniz-, en el que la autocracia y el iliberalismo se vayan imponiendo a las democracias consolidadas.

Se podría decir que la cleptocracia se asemeja al cáncer. De hecho, crece como si fuera un tumor maligno -red clientelar cada vez más extensa-. Acaba, por ejemplo, democratizando -de manera fingida- la cleptocracia. La corrupción campa a sus anchas por doquier, como base firme de la autocracia (Estado canalla, miembro de Autocracia, S.A). Hasta incluso el hambre y la desnutrición suelen ser también utilizadas como instrumentos políticos al servicio del poder -simulado inteligente, más que duro o blando- y su riqueza.

Para que todo este entramado de la red clientelar pueda mantenerse en pie parece necesario, en nuestro mundo tan digitalizado, el control del relato, mediante la utilización propositivamente sesgada de las nuevas tecnologías de la información contra los a priori considerados como virus ideológicos, frente a cualquier tipo de pretensión democratizadora merecedora de tal nombre (auténtica libertad de expresión, verdadera rendición de cuentas, patente separación de poderes… por contraposición a las democracias híbridas). Se crean así cámaras de resonancia internacional. La manguera de falsedades está, en consecuencia, a la orden del día. La retórica antidemocrática se extiende por todas partes, mientras se da cabida a la visión del mundo de Autocracia, S.A.: soberanía para hacer lo que se quiera (comportamiento autocrático), blanqueando oportunamente la información -epidemia de blanqueo de la información- y desinformando. Las autocracias colaboran de este modo entre ellas para mantenerse en el poder.

Se aconseja sin duda la lectura de esta breve obra (220 páginas), pues estamos ante un libro muy bien escrito y con el objetivo claro de estar ojo avizor ante los dictadores que nos quieren gobernar. Ahora bien, la lectura requiere de un pensamiento crítico para detectar en el texto algunas inferencias basadas en sospechas -sin suficientes pruebas-. Así, se parte de patentes malas prácticas y de ahí se infiere que a buen seguro habrá más. Se da cierto abuso del según parece, sin especificar suficientemente las bases para la fundamentación. La perspectiva o postura personal desde la que se parte incide, como es esperable, en lo que se selecciona para el análisis.

Teniendo esto en cuenta, cabe afirmar que la asimilación de lo expuesto puede -y debiera- resultar de gran utilidad para el presente y futuro de nuestras sociedades. No conviene permanecer impasibles ante lo que se nos avecina. Hemos quedado avisados de las consecuencias muy negativas de este tipo de comportamiento autocrático, que puede darse -y de hecho se da- también dentro de las democracias. De ahí, la llamada -alerta- final (reflexión y acción consecuente) a la unidad de las personas democráticas -en pensamiento y acción- frente a la Autocracia, S.A., contra la cleptocracia transnacional.

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