Una serie de eventos afortunados

Carroll, S. B. (2020/22). Una serie de eventos afortunados. El azar, el mundo, la vida y tú. Barcelona: Debate.

Portada del libro "Una serie de eventos afortunados"

Estamos ante uno de los mejores divulgadores científicos internacionales de nuestros días, tratando de dar respuestas bien fundadas a algunas de las cuestiones sin duda más relevantes para los humanos: las referidas a nuestra historia y a la de nuestro planeta. Entendemos que los muchos galardones recibidos hasta ahora no le han llovido precisamente del cielo.

Es un buen comienzo traer a colación las falsas creencias todavía imperantes –problemas con la aleatoriedad-, como es el caso de la así llamada falacia de Montecarlo o del jugador –sesgos cognitivos, pensamiento falaz-, a fin de podernos adentrar después en los mundos reales, científicamente hablando: el azar se encuentra en el origen de todas las maravillas que compartimos en nuestro planeta.

Valga, a título de ejemplo ilustrativo, la atención al límite Cretácico-Paleógeno (K-Pg) y al cráter de Chicxulub (península del Yucatán de México). El mundo por encima del límite – después del impacto del asteroide, hace unos 66 millones de años- ha sido muy diferente al mundo por debajo de dicho límite. La vida quedó en principio cocida, después helada y con ulterioridad murió de inanición, pero hubo supervivientes –reptiles, anfibios, aves y mamíferos-, gracias a los cuales fue posible dar al botón de reinicio. Somos, por tanto, manifiestos descendientes de aquellos supervivientes. Sin la caída del asteroide y sus desastrosas consecuencias, las probabilidades de nuestra existencia serían más bien escasas. Importante aviso de lo azaroso de nuestra existencia.

Desde entonces hasta nuestros días han ocurrido fenómenos de considerable envergadura: cambios climáticos –de planeta sauna a nevera y a la inversa (relativamente hablando): violentas oscilaciones del clima (fibrilación: Sáhara verde)-, colisión de placas tectónicas –colisiones que han cambiado el mundo: Himalaya- y nuevas extinciones de un considerable número de especies. En medio de estos grandes cambios ciegos, azarosos, sin intencionalidad alguna-, hemos logrado vivir hasta la fecha para poder contarlo –contingencia: somos las consecuencias del azar-.

Pero no sólo hemos de tener en consideración el azar externo de los cambios, es decir, lo que ha ocurrido en nuestro caótico planeta físico. Si nos adentramos ahora en el azar interno, el que se produce en el ADN mutaciones (siempre sin intencionalidad)-, podemos comprobar que resulta inevitable. Es de hecho una transición cuántica entre estados químicos, una fibrilación azarosa en el nivel atómico. Las mutaciones, inexorables, son un subproducto obligado del hecho de vivir y copiar ADN.

Sin estas mutaciones –y la selección natural (acumulativa)- los humanos no existiríamos. Constituyen pasos pequeños para el ADNmutaciones creativas: reducida minoría-,que darán origen a pasos gigantescos posibilitadores del propio surgimiento de la humanidad, siempre claro está que tengamos en cuenta que todo  ello necesita muchos millones de años (de evolución). Lo que nos lleva a la conclusión de que vivimos en un mundo de errores, gobernado por el azar. Los humanos, en consecuencia, estamos aquí por accidente. Además, es importante recordar que estas mutaciones son también las responsables de nuestra salud (sistema inmunológico…) y de nuestras  enfermedades (cáncer…).

Si nos fijamos más específicamente en nosotros mismos, nos encontramos con que somos el producto de combinaciones únicas de cromosomas, genes y mutaciones, es decir, somos accidentes únicos. En definitiva, nuestras vidas están guiadas por el azar: el ubicuo papel del azar.

Pero, ¿hay alguna esperanza de poder, al menos en parte, redirigir el enorme poderío del azar en nuestras vidas? Sí. Los pasos que debiéramos seguir son: la inversión para el desarrollo de la  ciencia y la voluntad, personal y social, de aplicarla. Cualquier otra alternativa no es comparable en eficiencia. Merece la pena pues embarcarse en el proyecto del desarrollo científico y su divulgación, a fin de que pueda ser de utilidad a los humanos. Es algo que necesitamos como agua de mayo.

Tras la lectura del libro a uno le queda claro que las alabanzas cosechadas por su autor (obra profunda, ingeniosa, encantadora, bien escrita, científicamente sólida, que cambiará la forma en la que te percibes a ti y al mundo…) son totalmente merecidas. Sin su lectura tal vez nos encontremos algo perdidos/as –o engañosamente encontrados/as-. Gracias a ella, te verás a ti, a los demás y al universo (la Tierra) con una nueva luz –muy enriquecedora-. No desaproveches esta magnífica oportunidad. No hay tantas.

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