Una historia de la inteligencia

Bennett, M. S. (2023/24). Una historia de la inteligencia. Los cinco avances evolutivos de nuestro cerebro que determinan el futuro de la inteligencia artificial. Madrid: Tendencias.

Portada del libro

Creo que estamos en buenas manos para hacernos una idea cabal del paso de lo impensado a lo ubicuo: la predicción -fundamentada- del futuro. Las innovaciones pasadas posibilitan las innovaciones futuras. Ahí es nada. Si te parece, comenzamos.

Nos iniciamos con un aserto contraintuitivo -bastante común en las ciencias de la complejidad-: necesitamos el marco de la evolución, es decir, conocer lo más rigurosamente posible el pasado, deshaciendo al mismo tiempo las creencias infundadas -los mitos-, más abundantes de lo que pudiera parecer a primera vista (cerebro triuno, jerarquía de las especies -chovinismo humano-…) si queremos predecir mejor el futuro.

El enfoque aquí utilizado y defendido: la bidireccionalidad cerebro e IA -el cerebro como inspiración y guía y la IA como prueba de apoyo o refutación; se trata de la IA al estilo humano-, siempre dentro del marco de la evolución. El hilo conductor: los cinco avances. Previamente, se procede al análisis de la abiogénesis y la constatación de que la explosión de la inteligencia -descendientes de la vida respiratoria- apareció en la tierra antes que el cerebro.

Ahora ya es posible pasar al primer avance: la configuración de las redes nerviosas en cerebros -los primeros bilaterales: la direccionalidad (en la escala de organismos pluricelulares: control de la dirección)-.  Estaríamos ante el amanecer del aprendizaje y la relevancia de la valencia -bondad o maldad-, de la emoción.

El segundo avance se produce cuando el aprendizaje ejerce un papel central dentro del cerebro (hemos de dar el salto del antiguo Edicárdico al Cámbrico –explosión del Cámbrico-). Aquí aparece la plantilla cerebral de los vertebrados –aprendizaje por diferencia temporal, aprendizaje por ensayo y error (ley del efecto, aprendizaje por refuerzo: máquinas generales de aprendizaje por refuerzo) y el reconocimiento de patrones -olvido catastrófico, problema de la invariabilidad, supervisión, retropropagación…-. El aprendizaje por refuerzo y el reconocimiento de patrones han coevolucionado -retroalimentación-. A ello hemos de añadir la curiosidad -sorpresa-, que también coevoluciona con el aprendizaje por refuerzo, además de la construcción de modelos internos para representar el mundo externo.

El siguiente avance -el tercero- surge con la simulación (periodo Devónico, linaje de los amniotas… sobrevivir gracias a la simulación): capacidad de simular acciones antes de que sucedan -aprender antes de actuar, aprender con la imaginación (neurocorteza)-. Así fue posible avanzar hacia los modelos generativos -los cerebros de los bilaterales ya comenzaron a hacer predicciones; hoy ya se aprende a predecir todo-. Es el nuevo mundo de la utilización del ensayo y error vicario, del aprender de situaciones contrafácticas… de la capacidad de representar posibilidades futuras y revivir hechos pasados (memoria episódica).

El cuarto avance: el de la mentalización -difícil de replicar en la IA mediante ingeniería inversa- (teoría de la mente, jerarquías y tiempos sociales, alianza, anticipación de necesidades futuras -frugivorismo…-, creación del modelo de tu propia mente y del modelar otras mentes, metacognición, autorreferencia, neuronas espejo…). Si deseamos una IA semejante a los humanos, entonces la teoría de la mente ha de ser un componente esencial.

Y ya el quinto avance: la búsqueda de la singularidad humana (el cómo nos comunicamos: el lenguaje/habla -el etiquetado declarativo, la gramática, la atención conjunta, la enseñanza…). Así podemos transferir deliberadamente -a lo largo y ancho del tiempo y del espacio (memes…)- las simulaciones internas entre nosotros y aprender de las acciones imaginadas de otras personas –acumulación, escritura…-.

¿Un sexto avance? ¿Una superinteligencia artificial, libre de nuestras limitaciones biológicas, aunque teniendo en cuenta las aportaciones de los cinco avances anteriores? El universo nos está pasando el testigo del futuro de la humanidad y al menos el de nuestro planeta. Gran responsabilidad, ¿no?

Libro, por lo referido, muy recomendable, si queremos entender mejor tanto el funcionamiento de nuestro cerebro, a lo largo de la evolución, como el de la IA, en su brevísima historia -muy reciente-. Crearemos así una espiral virtuosa –el mejor conocimiento del cerebro propicia el avance de la IA, el desarrollo vertiginoso de esta posibilita clarificar ciertos modos de actuar del cerebro-, lo que en modo alguno es asunto baladí, pues aumenta la comprensión de nuestra compleja realidad presente -y futura-. ¿Te vas a poder resistir a esta lectura? No lo creo. Harás bien.

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