Un pequeño empujón

Sunstein, C. R. y Thaler, R. H. (2008/20). Un pequeño empujón. El impulso que necesitas para tomar mejores decisiones sobre salud, dinero y felicidad. Madrid: Taurus.

Portada del libro "Un pequeño empujón"

Tal vez nos podamos preguntar acertadamente: ¿por qué hablar ahora (en 2021) de una obra que vio la luz en 2008? Una de las razones: porque no cesa su reimpresión. En 2020 ya fue la tercera. Algo tendrá de positivo para que esto suceda, aparte de contar (otra razón) con la garantía de uno de los autores que fue galardonado con el Premio Nobel de Economía (2017). Además, entiendo que los especiales momentos por los que hemos y estamos pasando con la pandemia requieren justamente esos pequeños empujones (nudges: golpes suaves con el codo; aquí: estimular, incentivar o encaminar en la toma de decisiones; desarrollar diseños atractivos, que funcionen y que tengan efectos beneficiosos para los afectados), proporcionados por los buenos arquitectos de las decisiones (emergente ciencia de la decisión), de entre los cuales en modo  alguno se puede excluir a los buenos psicólogos (algunos han conseguido Premios Nobel en Economía, en Fisiología o Medicina e incluso en Literatura), como se pone de manifiesto en este libro.

El movimiento que se pretende potenciar es el denominado: paternalismo libertario, una vez se dejan fuera los dogmatismos que se han apoderado de ambos conceptos, aparentemente contradictorios (parece un oxímoron). En esencia, se trataría de proporcionar vías de acción (facilitar decisiones, entornos amigables para los usuarios) que beneficien a la ciudadanía, a juicio siempre de los propios interesados. A su vez esto, al menos en parte, se contrapondría a las acostumbradas prohibiciones como uno de los modos de disminuir o extinguir las conductas perniciosas de los ciudadanos o a las exigencias como la manera opuesta para aumentar los comportamientos supuestamente positivos.

El paternalismo libertario tiene varios objetivos previos (descubrir los sesgos sistemáticos en nuestra manera de pensar) a la hora de lograr empujar en la dirección de las buenas ejecuciones, en los distintos niveles (personal y social), como es el caso de las opciones preseleccionadas con acierto. Esto implica  hacer reconocibles las falacias, los sesgos y  los peligros implícitos y propios de la falibilidad humana: las incidencias negativas del statu quo – inercia-, del anclaje y ajuste, de la disponibilidad –frente a las verdaderas probabilidades-, de la representatividad, del maximizar las opciones, del optimismo ilusorio, del exceso de confianza, de la aversión a las pérdidas –disgustan el doble de lo que agradan las ganancias-, de las implicaciones del enmarcado, entre otras. Con ello se pretende, en definitiva, tanto la mejora del funcionamiento de nuestras mentes (autocontrol, contabilidad mental, información…), como del de nuestras sociedades.

La regla de oro del paternalismo libertario se puede sintetizar en hacer ofertas de los empujones (nudges) con más probabilidad de ayudar a la ciudadanía (bienes de inversión; sistema reflexivo; realimentación; programas como ahorre más mañana o de libre elección obligada o de asignación inteligente) y con menos de perjudicarla (bienes culpables; sistema automático; programas del tipo sólo maximizar las opciones o de asignación aleatoria), mitigando así los efectos de la flaqueza humana, de la vulnerabilidad de nuestro pensamiento, a la par que reforzando las prácticas que fomentan nuestro crecimiento y el de las sociedades (las opciones por defecto son ubicuas y poderosas). Si constatamos que la mayoría de la gente necesita ayuda, pues nuestra racionalidad y nuestro cerebro cuentan con manifiestas limitaciones, una buena arquitectura de las decisiones y unos buenos empujones son los dos pilares llamados a proporcionarla. De hecho, estos pilares pueden ser de gran utilidad ante los más grandes retos a los que se enfrentará la humanidad en el futuro. Uno de ellos: el del cambio climático. Es posible aquí comprobar las ventajas de los sistemas de incentivos y realimentación, comparados con la utilización de los sistemas de regulación de mando y control –amables empujones frente a mandatos-. Igualmente, son útiles en el tratamiento de asuntos que han estado presentes a lo largo de la humanidad: matrimonio/familia. Una interesante propuesta desde este planteamiento es el de la  privatización del matrimonio. Merece la pena leerla.

Para terminar qué mejor forma de hacerlo que con una oferta de una docena de nudges (done más mañana, deje de fumar sin parches…) y el análisis de sus objeciones por parte de los que no comulgan con el paternalismo libertario y sus implicaciones. Tanto para los que puedan al final estar a favor como para los que acabarán estando en contra o indiferentes, una recomendación (o empujón): ganarán mucho, personal y socialmente, con su lectura.

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