Kaplan, R. D. (2025). Tierra baldía. Un mundo en crisis permanente. Barcelona: RBA.

De su autor: si la revista Foreign Policy lo ha incluido en dos ocasiones dentro de los Top 100 global thinkers, vamos a asumir que algo interesante, aunque tal vez controvertido, nos tendrá que decir, ¿no? Ahora bien, pongamos a prueba -así es la ciencia- lo que nos relata: ¿están realmente las grandes potencias en declive –shakespeariano-? El asunto parece relevante. Veamos entonces cuáles son los argumentos esgrimidos.
Aunque parece contraintuitivo, cabe afirmar que el futuro ya está aquí: habitamos un mismo sistema global, altamente inestable –liberados y oprimidos por la conectividad; crisis global-. La fuente de inspiración: el periodo de Weimar (1918-1933) -hay bastantes democracias Weimar en nuestro mundo desarrollado-. La clave del porvenir: el uso constructivo de lo sucedido en esta etapa histórica, a fin de estar precavidos y no rendirnos a un determinado destino -el de Weimar: el totalitarismo-.
Hemos de intentar despertar pues de nuestros actuales sueños, del autoengaño, del desorden: momentos caóticos, desordenados y vulnerables (revoluciones que empiezan con idealismo y terminan con fanatismo, tierra baldía), antes de que sea demasiado tarde. El mantener la cabeza fría –implantación de la buena ciencia: al servicio de la ciudadanía– es lo que puede impedir la destrucción de nuestro planeta.
Desde un planteamiento más político, como el utilizado en este volumen, la moderación es el gozne en torno al cual giran todos los argumentos. Los extremos son descartados como posible solución a nuestros acuciantes problemas, centrados en la sostenibilidad medioambiental, las guerras inteligentes (armamento más exquisito), las vulnerabilidades institucionales (orden mundial -gobernanza- frente a caciques revolucionarios, Estados frágiles, deterioro/vacío institucional), entre otros. Además, las guerras en las que están implicadas -directa o indirectamente-, las tres grandes potencias (Estados Unidos, China, Rusia) pueden constituirse en auténticas auditorías de las sociedades que representan. Estas potencias se hallan ya en manifiesta decadencia, aunque en distintos grados –escenario de conflicto unificado-.
La deificación del presente (presentidad) por parte de la potente tecnología actual -sus usos distópicos– corre el riesgo de hacer que olvidemos el pasado -el surco de la historia: se está perdiendo la continuidad-, dificultándonos de este modo la preparación consciente de nuestro futuro (vislumbrar, prever, preparar… un determinado porvenir). Mal asunto, pues. Esto se paga: ausencia de orden y reglas globales, a escala mundial (siempre desde el planteamiento de la moderación de esta obra). En un planeta comprimido por la tecnología, el inmediato futuro se nos presenta como una gran lucha del orden contra el desorden -los villanos están interrelacionados; el aislacionismo es el pasado-. Nos adentraríamos así en un mundo caótico, que es la tesis que se pretende poner a prueba.
Libro bien escrito, fruto sobre todo de la amplia experiencia práctica -periodista viajero, acostumbrado al análisis geopolítico-, en el que trata de describirnos una realidad mundial -su lado oscuro– que no resulta agradable, justamente por su manifiesto realismo (crisis permanentes, agitada inestabilidad, multitudes y caos –el urbanismo nos cambia, la cultura de la cancelación…-). El planeta actual, al estar más conectado y superpoblado, se está convirtiendo en más tumultuoso, impredecible y mudable –crisis inconexas, direcciones inquietantes–.
Ahora bien, cabe aplicar aquí el viejo dicho castellano de que es mejor prevenir que remediar -contra el avance del totalitarismo, de cualquier signo o ideología-. De ahí que sea aconsejable su lectura, con cierta independencia del mayor o menor grado de acuerdo con las alternativas presentadas -defendidas-, desde la atalaya del orden y la moderación, frente a los polos extremos de izquierdas (comunismo) y derechas (nacismo). Con esto en mente, tú decides, siendo consciente de que te puede ayudar a reflexionar y a tomar decisiones mejor fundamentadas -frente al hombre/masa-, que no tienen por qué coincidir exactamente con las propuestas por el autor –mente abierta-. El porvenir -el tipo de civilización-, al menos en buena medida, puede estar en tus manos. Actúa consecuentemente, pues el progreso lineal automático no deja de ser un mito.