Ranganath, C. (2024). Por qué recordamos. La nueva ciencia de la memoria. Barcelona: Península.
Premiado autor y asunto de máximo interés –el yo que recuerda es el que modula sustancialmente nuestro presente y nuestro futuro-. ¿Qué más podemos pedir a priori? Veamos, entonces, si esta obra está a la altura de lo dicho. Anticipo que sí, con alta probabilidad de acertar.
Problema inicial: las falsas expectativas sobre nuestra memoria (sus funciones) -hemos de ser conscientes de que estamos diseñados para olvidar (luego utilicemos la atención y la intención como guías para el buen recuerdo); sepamos que el recuerdo literal es extraordinariamente irrelevante; lo que en ocasiones consideramos defectos tal vez puedan ser sus principales virtudes (flexible y adaptativa frente a estática y fotográfica)-. Vamos al grano, pues la memoria es el prisma mediante el que nos contemplamos en este mundo -la historia de por qué recordamos es la historia de la humanidad-.
Que el conocimiento del hipocampo es relevante para el entendimiento de la memoria, es algo ya bien asentado en la neurociencia actual (se indexan los recuerdos de eventos en función de cuándo y dónde ocurrieron: así se nos permite viajar en el tiempo). Ahora bien, las funciones de la corteza prefrontal (red neuronal por defecto -RND-…) en modo alguno se pueden dejar de lado (no solo ver patrones que después recordamos, sino buscarlos). Es precisamente aquí en donde se hace hincapié en la importancia de la fragmentación de la información, de la esquematización (marcos mentales) frente a la memoria de tipo fotográfico (recordar es una reconstrucción imaginativa). No somos un mero archivo de recuerdos -ni a corto ni a largo plazo-. Priorizamos la información, seleccionando aquello que consideramos relevante para nuestro futuro.
La maquinaria cerebral de la imaginación y la del recuerdo no son completamente independientes. La naturaleza reconstructiva de la memoria en ocasiones puede dar lugar a relatos imaginativos -bastante alejados de la realidad (recordar con seguridad cosas que no han ocurrido: falsos recuerdos, confabulación)-. Por eso, más que el símil de la foto – recuerdos verdaderos/falsos- tal vez el de la pintura -mezcla de fragmentos del pasado y vivencia personal del presente (con control de la realidad)- se ajuste más a cómo funciona nuestra memoria. Así pues, nuestros recuerdos reflejan tanto nuestras vivencias como la interpretación que hacemos de ellas.
Además, hemos de saber que las emociones tienen una enorme incidencia en la memoria -los recuerdos tienen la llave de la supervivencia (circuitos de supervivencia)-: bien negativa (trastorno de estrés postraumático…) o bien positiva (el amor de nuestra vida…). Se constata una coordinación (o disociación) de hipocampo y amígdala. A esto se han de añadir las comunicaciones con la corteza prefrontal para que la visión sea más completa, sobre todo si también consideramos a la corteza perirrinal (experiencia de familiaridad –déjà vu-), siendo conscientes en todo momento de que la memoria condiciona el comportamiento presente y modula las acciones futuras (las decisiones que se toman partiendo del ecosistema de las asambleas neuronales). La memoria, además de reproducir el pasado, nos orienta en el futuro -predecir el futuro: instrucciones de la memoria-.
Tras las guerras de la memoria -debates académicos-, que han tenido lugar hasta nuestros días, podríamos ir concluyendo ya, con cierto fundamento científico, qué nos aporta justamente esta nueva ciencia de la memoria (naturaleza dinámica de la memoria). El símil de la foto o del archivo no son válidos para los recuerdos. Una pintura -tal como se ha señalado anteriormente-, se acerca más a la realidad de cómo funciona la memoria. Si el cerebro cambia, funcional y estructuralmente, debido al aprendizaje, la memoria -asentada en el hipocampo, el córtex fontal, la amígdala…- ha de ser básicamente flexible y adaptativa, pero no blandengue, con lo que esto implica positivamente -mejores decisiones en el presente y de cara al futuro de nuestra existencia- y negativamente -susceptible a los sesgos, a las manipulaciones contextuales y sociales (contagio social), a la información errónea o desinformación…-. Está en nuestras manos, en consecuencia, canalizar los recuerdos para nuestro propio beneficio.
¿Es entonces aconsejable la lectura de este volumen? Ciertamente: está bien escrito, se lee con mucho gusto, está fundamentado adecuadamente y actualizado. En definitiva: nos será de enorme ayuda para cada uno de nosotros -en lo personal- y, además, para especialistas en diversas áreas de conocimiento, muy concretamente en los ámbitos judicial, policial o psicológico. No dejes pasar esta buena oportunidad. Te alegrarás.