Miedo

Peckham, R. (2023/24). Miedo. Una historia alternativa del mundo. Barcelona: Paidós.

¿Quién mejor que este historiador experimentado y galardonado, a escala internacional, para que nos desvele las relaciones entre el miedo, el poder y la libertad: positivas (potencial generativo: vinculan) y negativas (potencial destructivo: dispersan)? Habrá que comenzar por las distintas clases de miedosmiedos líquidos– provocados por los desastres naturales, las pandemias, las revoluciones, las tecnologías, las quiebras financieras, las guerras o las dictaduras.

El objetivo fundamental en este volumen es conseguir una conciencia histórica (potente antídoto contra falacias) del reclutamiento del miedo por el poder, gracias a la cual -la conciencia- evitemos en lo posible ser explotados en el futuro, logrando así más libertad. Vivir la vida con miedo -miedo omnipresente, descuido de la probabilidad- es peor que perder la libertad. Ojalá se consiga esta conciencia histórica. Falta nos hace. Empecemos el análisis, por supuesto, histórico.

Se revisará ante todo un periodo de unos 700 años: desde el siglo XIV hasta nuestros días (usos y abusos del miedo -globalización del temor…-, en relación con el poder y la libertad). Se podrá constatar la doble cara del miedo (terror como tiranía y terror sublime, veneno y remedio: el envilecimiento -el usado por el poder para su permanencia- o la liberación -justamente a través de la lucha contra el poder despótico-. La comprensión de la historia del miedo puede así resultarnos de suma utilidad para la obtención de un sano equilibrio del miedo y la esperanza (la paz).

Entre los ejemplos europeos ilustrativos de miedos, a gran escala, cabe destacar la amenaza existencial para el cristianismo debido a la heterodoxia y la desobediencia -despiadadas luchas entre las fuerzas de la Reforma y la Contrarreforma, miedo y caza de brujas, miedo a la herejía, temor de Dios-, siendo conscientes de que lo que más miedo suele dar es el propio miedo -insidiosa naturaleza del miedo: tiranía del miedo, miedo perpetuo, la corrosiva influencia del miedo- o, por el contrario, la fuerza moral liberadora.

Desde el punto de vista del poder político son abundantes los casos en los que el miedo se constituye en el medio para ejercer los poderes reales (sociedad vigilada, censuras de escritos, exterminios, reinado del terror –hacer del terror la orden del día-, miedo acompañado de respeto…), tanto dentro del mundo europeo como también en el colonial (pánico de Manila, Revolución haitiana de 1791…).

Especial mención merece la esclavitud (trata de esclavos): sistema económico extractivo que convierte a los humanos en capital (es difícil imaginar una situación más espantosa y repugnante: inhumanidad de la esclavitud). En estas situaciones el miedo y el terror han campado a sus anchas por doquier. Una vez más hace acto de presencia otra doble faceta del miedo: es rentable a la par que redentor -el temor a la rebelión, a la insurrección y el temor a los brutales castigos, en función de la perspectiva de análisis que se adopta-. La esclavitud ha evolucionado hacia una forma de manipulación estructural.

Ya en el siglo XIX ve la luz un nuevo temor: a las masas urbanas (fuerza terrible, gigante dormido, algarabía de la multitud, anomia, oclocracia, tiranía de la mayoría, indocilidad inherente a las multitudes, era de las masas, disolución, degeneración, la belle époque de las fobias, contagio de las multitudes –miedo contagioso-). A ello ha de añadirse los miedos a las nuevas tecnologías -el lado oscuro del progreso, el reino de las sombras-, derivadas en buena medida de la Revolución Industrial (la Era Mecánica, Reino de la Máquina). Los accidentes de trenes se constituyeron en claros ejemplos de pesadillas bajo el sueño de la utopía tecnológica. Este es el marco de comprensión para el movimiento ludita (entusiasmos y alarmas, esperanzas y temores -miedos-).

Todavía podemos traer a colación muchos más miedos actuales: a) el miedo/pánico, producido por las crisis financieras (índices del miedo); b) el horror de las trincheras -las guerras pulverizan la humanidad, neurosis de guerra, cámara de los horrores-; c) los campos de exterminio y los Dictadores (el miedo se desliza por todas partes como sombras, el Gran Terror, la aterradora banalidad del mal, el miedo a vivir con miedo); d) los miedos dentro del marco de una posible aniquilación nuclear:  un certamen de pesadillas (Guerra Fría, el Gran Miedo, guerra psicológica, el siglo del miedo, holocausto nuclear, desmantelamiento y desintegración -sida…-, días de ira,  futuro de temor, déficit de amenazas, industria del terrorismo); e) el ecopánico (inseguridades creadas por los humanos: cambio climático, ecoincrédulos, ecoansiedad, blanqueo ecológico…); f) la coronafobia (fobia emergente específica de la COVID-19), el virus del pánico, la desinformación, la posverdad… entre otros megatemores.

Quien desconoce la historia está condenado a repetir los errores del pasado. Para que esto no suceda se nos ofrece ahora una buena oportunidad, gracias a la lectura muy recomendable de esta obra: bien escrita, documentada, actualizada y de gran utilidad vital para estos momentos y para nuestro futuro inmediato. Gracias a lo aprendido, podremos reorientar -para bien- nuestras vidas. Ánimo, pues. Sin miedo –o con miedo saludable, benevolente-, ante el imperio del miedo (los miedos infundados que se convierten en profecías autocumplidas).

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