Mentes geniales

Piedra Walter, M. (2025). Mentes geniales. Cómo funciona el cerebro de los artistas. Barcelona: Debate.

Portada del libro

Buen comienzo: dice el autor (y creo que dice bien) estar muy agradecido a quien le enseñó a asombrarse. Magnífico, ¿no? Yo al menos agradecería mucho si cualquiera de mis conocidos me dijese algo relativamente parecido (me ayudó a subirme a hombros de gigantes académicos-, por ejemplo). Y finaliza de lujo: con una de las impactantes ilustraciones de Ramón y Cajal –el padre de la neurociencia-, por las que alguien (pienso que también con mucho acierto) comentó, hace muy poco tiempo, que mereció sobradamente el Premio Nobel de Fisiología o Medicina en 1906.

Pues que dé comienzo el viaje académico/artísticoel arte define a nuestra especie: Homo aestheticus – en el que se nos irá poniendo de manifiesto cómo funciona el cerebro en el caso de mentes brillantes –geniales: Borges, Dostoyesvsky, Kandinsky, Kahlo, Warhol, con citas a algún autor de obras aquí ya recensionadas (Kandel, Eagleman, Damasio…).  Este volumen puede verse, en consecuencia, como un libro de neurociencia sobre el arte o como uno de arte fundamentado en la neurociencia.

Pensemos, para comenzar, en Liszt, con su cualidad singular: era un sinestésico auditivo/visual -asociación de colores a ciertos sonidos: cromestesia-, dentro del amplio espectro de la sinestesia -más de 60 variedades-, mucho más frecuente de lo hasta ahora imaginado. En el caso de Kandinsky, los colores eran las notas que tejían la melodía del alma. ¿Cómo se puede explicar entonces la sinestesia? Por la plasticidad cerebral, muy especialmente por la activación cruzada entre distintas áreas del cerebro -sustitución sensorial, interacciones intermodales, dispositivos (vOICe, BrainPort, VEST…)-. Intuimos así, con algún fundamento, que la sinestesia, de algún modo, forma parte de nuestra vida. ¿Podría ser justamente esta activación neuronal cruzada la que nos vaya desvelando, en el futuro -al menos en parte- algunos de los mecanismos de la creatividad?

Todavía reina bastante oscuridad sobre las relaciones entre los sueños, analizados por la ciencia de nuestros días -la consolidación de nuestra memoria, el posible fortalecimiento del sistema inmunitario…-, y algunos movimientos artísticossurrealismo, expresionismo…- que tuvieron en su primer momento una inspiración en unos planteamientos psicoanalíticos, hoy en día puestos en tela de juicio. No sabemos aquí y ahora qué es lo que nos pueda deparar el porvenir al respecto.

Sin embargo, contamos con un nivel superior de conocimientos al adentrarnos en la relación entre el síndrome de heminegligencia -alteración neurológica caracterizada por una falta de atención o consciencia de un lado del espacio o del cuerpo, causada por una lesión cerebral- y la pintura -movimiento de la nueva objetividad: Räderscheidt, Dix…-. De esa relación es posible inferir, con cierto rigor, cómo vamos construyendo las realidades, que no se identifican ni como meras copias de lo supuestamente existente ni como puras invenciones -esto debiera ayudarnos a los humanos a ser más tolerantes e inclusivos-.

También tenemos conocimientos bastante sólidos de los análisis de las pinturas de Kahlo y las bases neurológicas subyacentes a su vida y obra -trauma y resiliencia: vividas y expresadas-. En esta misma dirección, cabe señalar la relación entre personas neurotípicas y neurodivergentes. Aquí se analiza en concreto el caso de Warhol dentro del marco de espectro autista (islas de genialidad).  Si hablamos de memoria/olvido, la conexión Luria y Borges parece muy acertada.

Gracias a los conocimientos científicos también podemos ir poco a poco deshaciendo mitos -el genio atormentado…-, a fin de constatar cómo ciertos autores –Dostoyevski, Van Gogh, Martín Ramírez…- fueron capaces de producir obras geniales, pese a unas condiciones físicas, mentales y materiales que no eran precisamente las más propicias para este tipo de obras -de literatura, de pintura…-, claramente excepcionales. La conexión de las obras de Woolf, Plath y Sexton con la depresión y con el suicidio, es otro ejemplo ilustrativo de la fructífera bidireccionalidad entre neurociencia y artistas (poesía, literatura…).

Estamos ante un libro de divulgación científica que trata de ayudar a entender mejor -más científicamente-, tanto los productos de ciertas mentes geniales -en los campos de la pintura, de la música, de la literatura…- como los de las demás. Resulta agradable, a la par que clarificadora, su lectura, pues se nos ofrece un panorama de la encomiable reciprocidad entre el arte y la neurociencia. Anímate a compaginar en ti mismo/a tu vocación científica y artística. Se puede.

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