Los números no mienten

Smil, V. (2020/21). Los números no mienten. 71 historias para entender el mundo. Barcelona: Debate.

Portada del libro

Hasta ahora las recensiones se han centrado fundamentalmente en libros monográficos. Con ésta nos acercamos a una obra desglosada en más de 70 asuntos en torno a 7 núcleos de interés (personas; países; máquinas, diseños y aparatoscómo la década de 1880 creó el mundo moderno; combustibles y electricidad; transporte; alimentos y medioambiente), todos ellos de relevancia para nuestras sociedades, analizados con un sólido fundamento científico como cabe esperar de un buen profesor e investigador emérito, que cuenta ya en su haber con varias decenas de libros interdisciplinarios.

Su objetivo principal es poner de manifiesto una auténtica actitud científica, que implica estar siempre atentos (mirada más atenta) para que las  preconcepciones (imágenes primitivas, proclamas…) no sean las que guíen la visión y acción en los distintos asuntos de la compleja realidad de nuestros días. Así, hemos de saber que el famoso PIB no considera las externalidades medioambientales o que las cifras de desempleo son también un ejercicio de exclusión. Por eso hay que considerar detenidamente los datos con los que contamos en cada momento y, sobre todo, esforzarse en la correcta interpretación de los mismos cuando intentamos disminuir la siempre acechante incertidumbre. De este modo, aunque conozcamos un numerador con precisión, sin semejante precisión en el denominador, no sería posible el cálculo de un cociente preciso o cuando tratamos con realidades complejas tenemos que saber que no se dejan reflejar adecuadamente mediante un único índice.

Algunos ejemplos ilustrativos de la distancia que hay entre la realidad (datos) y las proclamas o imágenes primitivas los podemos encontrar en Estados Unidos, pues el denominado excepcionalismo estadounidense ya es mucho menos excepcional,  en el imperialismo del Reino Unido pues se halla a gran distancia de lo que en su día fue y en manifiesto declive o en la calidad de vida real en China, ya que constatamos que no es precisamente ejemplar pese a su crecimiento del PIB y al buen número de nouveaux riches.

Esto también ocurre con las expectativas –excesivas- de buena parte de las innovaciones:el exitoso fracaso de la electricidad nuclear, la necesaria descarbonización si queremos evitar las peores consecuencias del calentamiento global, la desmaterialización de nuestro mundo desencadenada por la inteligencia artificial. Aunque nos gustaría contar con cambios más rápidos, sabemos que fuera del mundo de los microchips, la Ley de Moore no se aplica. El avance es considerablemente más lento –el de las transiciones energéticas, por ejemplo- y en muchos casos no es fácil que se logre su cumplimiento (fusión de la conciencia humana y la inteligencia artificial, energía solar prácticamente gratuita…).

Igualmente, se necesita de una mirada atenta para captar las diferencias fundamentales entre información acumulada (inmensa), información útil (bastante menor) y conocimiento (considerablemente inferior). Por semejantes razones, cabría ser cautos a la hora de hablar sin más del Antropoceno.

En esta misma línea argumental, Smil se muestra muy prudente antes de seguir adelante en proyectos sin análisis de costo beneficio. Si relacionamos el peso y la carga, tal vez tengamos que concluir que los coches actuales son inteligentes pero no muy sabios. Si pensamos en los vehículos eléctricos y queremos aumentar su número, ¿lo haremos con electricidad generada con combustibles fósiles? Sería sin duda bueno cambiar el queroseno por biocombustible, pero ¿cuál sería el coste de esta sustitución?

No podían faltar los análisis en torno a brechas como las de rendimiento de cosechas –potencial y real-, o de producción –exceso de la misma en relación con el consumo: son muy abundantes las pérdidas de alimentos-.  

En definitiva, la buena utilización e interpretación de los números, en múltiples ámbitos de nuestras vidas (interacciones entre nuestros comportamientos y nuestro medioambiente: el precio ambiental que tenemos que pagar), nos puede ayudar considerablemente a la hora de prepararnos para condicionar, positiva o negativamente, nuestro inmediato futuro. Merece pues la pena reflexionar sobre los abundantes datos –fáciles de comprender- que se nos proporcionan en esta obra, bien escrita, fundamentada y muy plurifacética, dado los múltiples asuntos tratados. Ese es precisamente su peculiar encanto.

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