Lane, N. (2008). Barcelona: Ariel.
El profesor Nick Lane, bioquímico, acostumbrado a recibir apreciados galardones por sus escritos, que no “teme pensar en grande” no nos ha querido defraudar con esta obra de la que se ha llegado a decir que “si Charles Darwin saliera de la tumba, le daría este magnífico libro para que se levantara más rápido” (Matt Ridley).
Como perfectamente refleja en su título, Lane nos ofrece una comprensiva y documentada síntesis de 10 grandes inventos (los más importantes, a su juicio) de la evolución: el origen de la vida, el ADN (el mayor icono de nuestra era de la información), la fotosíntesis, la célula compleja, el sexo, el movimiento, la visión, la sangre caliente, la conciencia y la muerte.
En todos ellos trata de traer a colación los conocimientos actualizados prevenientes de muy diversas disciplinas, como pueden ser entre otras: genómica comparativa, proteómica, biología computacional, geología, física o química. El producto de este encomiable esfuerzo resulta útil no sólo para aficionados sino también para los especialistas en estas materias. El propio autor nos indica que lo que se cuenta, detalla y argumenta aquí es más espectacular, más persuasivo y más intrincado que cualquier mito de la creación, teniendo siempre en cuenta que se hablará de procesos ciegos, pero ingeniosos, dado que la evolución no hace previsiones ni planes de futuro.
Se realiza un recorrido a lo largo y ancho de toda la vida: desde sus más remotos orígenes (búsqueda del último antepasado común de todas las formas de vida en la tierra) hasta la conciencia (en torno a la cual afirma –raíces de la mente humana– que si queremos entender cómo llegó a haber conciencia, necesitamos quitarnos a nosotros mismos de la ecuación). Los criterios seleccionados para la inclusión de estos inventos han sido cuatro: a) cada uno ha de suponer una revolución para el mundo vivo y el planeta en su totalidad; b) ha de tener suma importancia en la actualidad; c) ha de ser un resultado directo de la evolución por selección natural (no por selección cultural) y d) ha de ser icónico.
La sola enumeración de los criterios ya nos indica que cada capítulo merecería para sí un no breve comentario. Más si tenemos en cuenta que cada uno de ellos supone un compendio, seleccionado a conciencia, de las aportaciones más valiosas conocidas hasta esos momentos. Las limitaciones autoimpuestas, para este tipo de recensiones, sólo me van a permitir detenerme en uno de ellos: el del sexo. Primera consideración (Gedankenexperiment/experimento mental): si hiciéramos una encuesta en el mundo académico internacional, ¿cuántas personas lo hubiesen seleccionado entre los 10 primeros? Probablemente muy pocas, si es que alguna. Razones para su inclusión: la capacidad para reunir las mejores combinaciones de genes en el mismo individuo, expulsando las mutaciones perjudiciales e incorporando innovaciones valiosas. Segunda consideración: ¿por qué se sigue entonces manteniendo el tabú del sexo? Tercera consideración: ¿por qué no se habla del sexo en los sistemas formales, no formales o informales con la misma naturalidad con la que lo hacemos ordinariamente en los intentos de explicar la inteligencia o la propia conciencia?
Como psicólogas y psicólogos educativos, profesionales o académicos, creo que debiéramos tomar buena nota de lo en este libro expuesto, a fin de asumir con naturalidad y satisfacción nuestra condición de seres sexuados, más allá de mitos y tabúes que todavía, por desgracia, hoy perduran.
Si bien se necesita bastante atención de lectura y conocimientos más que elementales para la plena comprensión de lo expuesto, pienso que, al final, uno (sea ya sabio –minoría- o simplemente desee saber y conocer más y mejor por qué hemos llegado hasta aquí en nuestro planeta –la mayoría-) se sentirá reconfortado y agradecido a Nick Lane.