Lo que le debemos al futuro

MacAskill, W. (2922/23). Lo que le debemos al futuro. Qué debemos hacer hoy para garantizar un mundo feliz a nuestros nietos. Barcelona: Deusto.

Autor bien conocido y tema apasionante. Comienzo impecable: las generaciones futuras importan. ¿Qué mundo les vamos a dejar? Este es el asunto: un enfoque de largoplacismo que tiene muy en cuenta nuestra situación actual, nuestros grandes retos. Siempre pensando, por tanto, en la incidencia probable de los mismos en el futuro de nuestra especie y del planeta y, además, actuando en consecuencia: pensamiento consecuencial (encauzar el futuro en una mejor dirección).

A título de ejemplo ilustrativo: el desarrollo tecnológico (nuevas oportunidades y amenazas). Nuestras actuales decisiones -en una u otra dirección- condicionarán sin duda las vidas futuras de nuestros descendientes y sus contextos existenciales. Por eso, podemos afirmar con cierto fundamento que el futuro está en nuestras manos -enorme responsabilidad entonces-. Las personas del futuro dependen de nosotros -¿beneficiará esto a la séptima generación?-, siendo así que en estos momentos están marginadas (no votan, no hacen negocios, no pueden hacernos llegar su voz…). ¿Cabría imaginar para estas personas del futuro una eutopía -un buen lugar– o, por el contrario, una antieutopía?

Otro ejemplo poderoso es el del cambio climático. La mejora del presente –descarbonización…- posibilita encauzar favorablemente el futuro a medio y a muy largo plazo (afianzamiento de la supervivencia, cambio de trayectoria). Así constatamos que en el momento presente contamos con un enorme potencial de influencia, dado que es un hecho que se están produciendo muchos e importantes cambios: crecimiento económico, avances científicos (innovación tecnológica) y cambios morales.

Si miramos desde el pasado, es posible constatar que solo queda una especie Homo en el planeta. ¿Qué pasó con el resto -denisovanos, neandertales…-o con algunos de los especímenes de megafauna hoy extintos? ¿No ha tenido nada que ver nuestra especie en el decremento de la biodiversidad? Por lo que atañe a la deforestación preindustrial: ¿no existe relación con la actual situación preocupante de nuestro planeta?

Ahora bien, lo que nos distingue de nuestros antepasados tal vez sea que sí podemos comenzar a evaluar
los importantes efectos de nuestras acciones, teniendo en cuenta grandes escalas temporales -especialmente las relacionadas con el porvenir- y utilizar, igualmente, la teoría del valor esperado ante las incertidumbres del futuro. Antes de que se imponga la rigidez de cualquier sistema -los cambios son entonces casi imposibles-, se han de aprovechar sus periodos de plasticidad para la prevención y, si fuera posible, la optimización cambios de trayectoria-.

Entre los núcleos de interés más relevantes que hemos de tener en cuenta a fin de dejar un porvenir más próspero y justo para las futuras generaciones se halla, sin duda, el cambio de valores cosmovisiones generales: fines; creencias revolucionarias con comportamiento cooperativo-. La abolición de la esclavitud ha supuesto uno de los cambios más importantes de toda la historia humana. Las mujeres han sido oprimidas a la largo de la misma historia y todavía hoy siguen vigentes manifiestas asimetrías.

¿Cómo hacer para que estos valores perduren (persistencia), a la par que se les reconozca el carácter de contingentes paradoja de la fijación-, siendo cada vez más conscientes de que la prevención es considerablemente mejor que el tratamiento -correctivo-? Hemos de tener en cuenta que algunos de los problemas con los que se han de enfrentar nuestros descendientes en el futuro han sido generados por nosotros ahora. En definitiva, se trata de que la inquietud por el futuro a largo plazo constituya una prioridad fundamental de nuestro tiempo.

Ello requiere una atención y acción especial frente a una serie de amenazas  -catástrofes- con probabilidad de hacerse realidad: a) patógenos de diseño, b) guerras entre grandes potencias, c) descontrol de las armas nucleares –invierno nuclear-, d) cambio climático -si no se procede al desarrollo de energías limpias, a la creación de combustibles alternativos (hidrógeno, amoniaco, gasolina sintética), es decir, mejores políticas climáticas-, e) desarrollo de la inteligencia artificial no controlado (frente a uno más seguro, mejor gestionado, f) estancamiento -tecnológico-. En síntesis: tratar por todos los medios de evitar un colapso civilizacional -sin posibilidades de recuperación- (prioridad primordial a largo plazo).

El continuo en el que hemos de movernos va desde la evitación de la extinción -en modo alguno descartable- hasta ser capaces de asegurar, con cierta probabilidad, un buen futuro: protección de la democracia y de la biodiversidad, incluida la diversidad moral e intelectual, una lucha contra las diversas desigualdades (económicas, de género…) y una generación de conocimientos útiles ya desde estos mismos momentos.

Dado que la gente del futuro importa, trabajemos para que un buen presente contribuya fuertemente al logro de un buen futuro. Puedes hacer mucho más de lo que te imaginas. Comienza leyendo, después… actuando en consecuencia. Tu contribución puede ser valiosa. La esperamos.

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Un comentario

  1. Amelia García Moltó

    Contad con mi contribución. Me apunto la propuesta de cultivar cosmovisiones generales: fines; creencias revolucionarias con comportamiento cooperativo

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