La vacuna

Türeci. Ö., Sahin, U. y Miller, J. -Colaborador- (2021). La vacuna. La carrera para desarrollar una vacuna contra la COVID-19. Barcelona: Deusto.

Portada del libro

Pocas dudas hay de que COVID-19 ha supuesto un momento muy crítico para la humanidad, al inicio de la tercera década del siglo XXI. Gracias al trabajo de dos científicos -el matrimonio de esta obra-, hasta ese momento marginados, fue posible contar con el fármaco salvavidas -la anhelada vacuna-. Parece relevante contar con los conocimientos -rigurosos- que nos permitan saber a ciencia cierta cómo sucedió esto, ¿no? Avancemos, pues.

En los primeros momentos de 2020 se produce un escalofrío entre los epidemiólogos: ¿se estaba asistiendo a una temida transmisión entre especies (salto de un virus de los animales a los humanos –virus zoonóticos-) en la megaciudad de Wuhan -China-? Estaríamos entonces ante una peligrosa carrera armamentística evolutiva: virus frente al sistema inmune de los humanos, que se encontraban además bastante desprevenidos. ¿Qué cabía esperar de BioNTech, la empresa fundada por este matrimonio, que estaba dedicada al desarrollo de muy diversas vacunas? La situación era enormemente complicada: todo contacto humano sería, a partir de entonces, muy peligroso, como de hecho así sucedió.

Existía una biomolécula –ARN-, ya descubierta en el siglo XIX, una de cuyas funciones era transportar instrucciones. Así hablamos del ARNm -mensajero-, no muy estudiado por los científicos. La cuestión clave, propicia para este delicado momento histórico de la humanidad, era cómo utilizar prácticamente el ARNm sintético contra este coronavirus (SARS-CoV-2), es decir, cómo logar una vacuna basada en este ARNm -combinado con los lípidos apropiados-. La tecnología de ARNm era el futuro.

El tiempo apremiaba para la nueva vacuna, dada la rápida extensión de este coronavirus por todo el mundo. Además, era difícil deshacerse incluso de esta inquietante pregunta: ¿y si resultase imposible contener el virus incluso mediante una vacuna? La historia reciente al respecto contaba con un elenco de patentes fracasos -VIH, hepatitis C, resfriado común…-. Este era el contexto de trabajo acelerado en torno a la deseada vacuna, que necesariamente debería ser eficaz -frente a ineficaz- y segura -frente a peligrosa-. A todo ello hubo que añadir los imprescindibles acuerdos con otras empresas (la estadounidense Pfizer, la china Fosun…).

Y, por fin, ya se pudo contar con la vacuna –la candidata casi perfecta-, obtenida en un tiempo casi inimaginable (finales de 2020). La humanidad pudo respirar algo más tranquila pensando en el futuro, pues el presente y el pasado resultaron demoledores en cuanto a costes de vidas humanas por el coronavirus. Todo el inmenso esfuerzo de un gran número de personas -científicas- había merecido la pena. Constatamos que la humanidad se ha mostrado agradecida. No es para menos.

Es, en consecuencia, un buen libro para quien quiera adentrarse en el cómo progresa la ciencia -es fácil decir que nos guiaremos por la ciencia y los datos, pero hay que tener mucha fuerza de voluntad para mantenerlo; es necesario acoger las buenas ideas, con independencia de su origen (geográfico…)-. El camino no suele ser lineal, contrariamente a lo que se suele pensar. Es preciso contar con errores -propios y ajenos en los experimentos-, callejones sin salida… De ahí que el trabajo -la dedicación apasionada– y la serendipia no tengan por qué estar reñidos. La apertura de mente, para ser sensible al lenguaje de la empiria, el pasado -los conocimientos previos, debidamente seleccionados y asimilados, el trabajo en equipo… son igualmente factores relevantes en la explicación rigurosa del avance científico.

No sería pertinente dejar pasar esta buena oportunidad para, en primer lugar, entender mejor el proceso realista –y complejo– de hacer ciencia, incluidos, por supuesto, tanto los defectos como las virtudes de sus protagonistas: las personas científicas y, en segundo lugar -y de forma muy destacada-, para dejarse imbuir por la utilidad de la ciencia al servicio de las necesidades de los humanos, de la ciudadanía (ante un coronavirus que nos había tomado como rehenes). No hay nada comparable como contar con la ciencia para conseguir una sana y gozosa supervivencia ante la diversidad de patógenos y agentes perniciosos de todo tipo.

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