La muerte de la muerte

La muerte de la muerte. La posibilidad científica de la inmortalidad física y su defensa moral. Cordeiro, J. l. y Wood, D. (2018). Barcelona: Deusto.

Portada del libro la muerte de la muerte

Portada del libro

Ya el solo título está llamado a provocar una fuerte disonancia cognoscitiva: ¿cómo va a ser posible para los humanos acabar con un hecho tan manifiestamente natural como nuestra propia muerte? ¿Cabe siquiera imaginar que podríamos ser inmortales? El subtítulo nos avanza los dos hilos conductores, muy distintos pero complementarios, de esta documentada obra divulgativa: por un lado, vamos a poder contemplar unidos casi todos los datos científicos sobre los que poder cimentar la hipótesis de la inmortalidad –amortalidad- o, siendo más precisos, de la longevidad indefinida (tarea que ya de por sí es digna de todo elogio) y, por otro, la defensa moralguerra contra el envejecimiento, misión antienvejecimiento, proyecto de juventud indefinida-, terreno que da cabida a una considerable variabilidad de planteamientos, muchos de ellos claramente enfrentados, que son convenientemente expuestos en el libro para que el lector pueda reflexionar y tomar decisiones con fundamento.

El enfoque básico y fundamental de los autores es claro: si el envejecimiento es responsable de más del 70% de las muertes, ¿por qué no tratar de luchar directamente contra el envejecimiento, enfermedad que puede y debe ser curada? Es ciertamente el desafío más antiguo de la humanidad: si no matamos a la muerte ésta acabará con nosotros. Para ello, previamente hay que responder a esta cuestión: ¿es científicamente posible el rejuvenecimiento? La respuesta es claramente afirmativa, a la luz de una serie de datos probados -los más significativos-, que justifican el sí. Se nos habla, en este sentido, de los cambios exponenciales en varios campos de investigación que van desde la inteligencia artificial a la criopreservación, pasando por la regeneración de tejidos, el desarrollo propositivo de las células madres, la impresión de órganos en 3D o las terapias genéticas o inmunológicas, entre otros. Ello exige un cambio radical de mentalidad: pasar de la aceptación del envejecimiento como proceso al que estamos esencialmente condenados (más de 100.000 personas al día suelen morir a causa de enfermedades asociadas al envejecimiento) a considerar el envejecimiento como una enfermedad que irá teniendo su oportuna curación (extensión indefinida de la vida), gracias a los avances de diversas disciplinas científicas y de las nuevas tecnologías, con sus ya señalados cambios exponenciales. Desde esta última perspectiva es posible y deseable trabajar por la abolición del envejecimiento.

En cuanto a aspectos más concretos sobre los cuales los autores fundan su confianza de que antes de fin de siglo la muerte pudiera estar entonando  su específico canto de cisne, cabe señalar: la existencia de animales con envejecimiento nulo, el aumento de esperanza de vida saludable mediante intervenciones genéticas ya realizadas en distintos animales, las manipulaciones exitosas de células madre, la probada edición genética (CRISPER), los empleos de nanocirugías y nanorrobots, la creación de órganos sintéticos, el uso de técnicas de análisis big data y de la inteligencia artificial.

Pero los autores asumen que este tipo de ingeniería avanzada no es suficiente para el logro último: el de la muerte de la muerte. Se precisan memes que viralicen el nuevo enfoque de la juventud indefinida, sin enfermedades, del rejuvenecimiento que incluye tanto la extensión como la expansión de la vida humana.

No hallamos en ningún momento una visión ingenua o simplista de lo que se propone. En el libro quedan bien recogidos los argumentos (y su  fundamentación científica y social) a favor y  en contra de esta arriesgada apuesta del antienvejecimiento. De ahí que podamos sacar una conclusión clara: lo que se dice en el libro afecta a todos los humanos, más allá del género, de la etnia, de la clase social, del nivel de conocimientos e incluso de la edad, aunque es obvio que a los niños, jóvenes y adultos actuales les puede afectar de forma más radical que a los que están ahora ya en la senectud.

Nos encontramos, pues, ante el mayor reto al que se ha enfrentado jamás la humanidad: el paso de la mortalidad a una vida extendida y expandida (la amortalidad).

Pienso que a nadie dejará indiferente la lectura de esta obra, más si el pronóstico de futuro que se defiende en ella llega en buena medida a cumplirse, dadas las radicales implicaciones para los humanos. El pensar que sólo se trata de mera ciencia ficción y no prestarle, por tanto, la debida atención, podría conllevar demasiados riesgos innecesarios para la humanidad.

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