La ciencia de la incertidumbre

Palmer, T. (2022/24). La ciencia de la incertidumbre. De la física cuántica al cambio climático: la duda como herramienta esencial. Madrid: Panolia.

El objetivo de este libro, de autor –polímata– bien conocido a escala internacional, es claro desde las primeras líneas: cómo esta ciencia -la de la incertidumbre– puede sernos de gran ayuda para dar sentido a nuestro mundo, tan incierto e impredecible. ¿Lo conseguirá? Es muy probable que sí, dada su trayectoria investigadora. Veámoslo, no obstante.

La incertidumbre (o duda: no estar seguro de algo; principio de incertidumbre de Heisenberg) no es secundaria, sino esencial para el ser humano, al igual que les ocurre a las partículas elementales de las que estamos hechos o como le sucede también a todo el universo. El efecto mariposa (dependencia sensible de las condiciones iniciales, errores a pequeña escala que se convierten en errores a gran escala) -técnicamente geometría del caos– se comprueba en la economía, así como en el clima, en tanto ejemplos ilustrativos. Es precisamente en esos momentos cuando más necesitamos contar con predicciones fiablessistemas de predicción por conjuntos (probabilísticos): ejecutar los modelos varias veces, variando las condiciones iniciales inciertas y las ecuaciones del modelo-, pues nos puede ir la vida en ello –acción anticipatoria/preventiva-. Sigamos, pues.

Otro concepto clave: el ruido (cuántico: filosofía no lineal). Añadir ruido a un modelo -aunque en un principio suene a contradictorio- puede servir para representar parte de su complejidad, llegando a ser así un recuso constructivo positivo. Añadamos otro concepto más. Los sistemas no lineales, dado que somos cada uno de nosotros un sistema no lineal: el sistema cuyas salidas no cambian en proporción directa a sus entradas. Así podemos pasar ya a la geometría fractal del caos, esencial para la comprensión de lo defendido en esta obra y que está estrechamente relacionada con las matemáticas y la física del siglo XX y XXI.

Por lo dicho, cabe inferir -acertadamente- que hay partes del libro que no van a resultar fáciles de leer y entender. El autor es consciente de ello. En ocasiones deja la opción de saltarse ciertas páginas, sin que ello suponga graves problemas para llegar a donde se ha propuesto: poner de manifiesto que la ciencia de la incertidumbre nos puede resultar de gran ayuda para entender mejor -científicamente- asuntos como enfermedades o incluso la creatividad, el libre albedrío o la conciencia (es bueno tener múltiples puntos de vista desde distintas áreas de conocimiento sobre estas materias), dado que además un sistema de predicción por conjuntos, fiable y con ruido, puede superar ampliamente al de una predicción determinista más precisa pero menos fiable -predicciones fiables que incluyan estimaciones de la incertidumbre-. Ahí es nada, siempre siendo conscientes de que cuando se habla de fenómenos como la consciencia/conciencia o la libertad, aumenta considerablemente el grado de especulación -se hacen imprescindibles las dudas-.

Vamos entonces con algunos ejemplos prácticos, empezando por el de la predicción del tiempo. Se han utilizado tanto los modelos estadístico-empíricos como los basados en la física. La propuesta aquí es la de la previsión meteorológica por sistemas de conjuntos -vínculo entre las probabilidades estimadas y las frecuencias reales: he aquí la utilidad de la predicción por conjuntos-. Estamos, pues, claramente avanzando.

De igual modo, nos podemos preguntar dónde nos situaríamos, siguiendo el modelo propuesto, entre estos dos extremos referidos al cambio climático:  el maximalismo y minimalismo climáticos. Si queremos entender el rompecabezas de las retroalimentaciones complejas (positivas y negativas) de nuestro planeta necesitaremos parametrizaciones ruidosas. Nos queda todavía camino por recorrer hasta gozar de modelos climáticos plenamente fiables. De hecho, necesitaríamos una especie de CERNOrganización Europea para la Investigación Nuclear– centrada concretamente en el cambio climático, dado los riesgos para la humanidad que sí podemos ya vislumbrar. Más nos vale, pues, invertir cuanto antes. La incertidumbre no debe ser causa de inacción. Lo dicho para estos dos ejemplos prácticos, cambiando lo que es sin duda necesario cambiar, es válido para las pandemias (COVID-19: otro caso fascinante del importante papel de la predicción por conjuntos para nuestro presente y sobre todo para el futuro),  las graves crisis financieras (la pregunta clave: ¿el sistema de predicción de conjuntos es viable? Parece que podría ser viable, por lo que merece la pena intentarlo), o los conflictos –bélicos: invasión rusa de Ucrania (parece que es posible encontrar cierta lógica y orden no lineal en esos mundos aparentemente irracionales; construcción de un conjunto digital de la sociedad global –gemelo digital de conjunto-), entre otros.  ¿Te vas a perder esta lectura? Yo no te lo aconsejaría. Tú decides. Nos (te) puede ir mucho en ello.

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