El sentido del pensamiento

Gabriel, M. (2019). El sentido del pensamiento. Barcelona: Pasado y Presente.

En este libro se analizan asuntos relevantes que hemos ido viendo en buena parte de las recensiones ya realizadas: revolución informática (infoesfera; embrutecimiento de la información); digitalización de nuestro tiempo (entornos digitales, víctimas de la digitalización, adictos a ella, zombis tecnológicos,inforgs” o cíborgs de la información); inteligencia artificial; big data; singularidad o superinteligencia; futuro distópico; Internet  (mercado de las ideas, el Dios Internet); futuro de la humanidad (transhumanismo); postverdad (hechos alternativos, teorías de la conspiración, escenarios apocalípticos); redes sociales, ciberguerras, entre otros. La novedad es que el análisis aquí es llevado a cabo desde una nueva perspectiva: la filosófica (la forma más universal de reflexionar sobre el pensamiento).

Su autor, filósofo y profesor universitario alemán, cuenta en su haber con una trilogía  (Por qué el mundo no existe, Yo no soy mi cerebro y la obra que estamos comentando), recomendable para entender en profundidad el nuevo realismo, que no es el ingenuo ni el directo, sino el  realismo neutral: la realidad no es totalmente reconocible para nosotros pero tampoco plenamente irreconocible, fuera pues del alcance de nuestro conocimiento (principio de reconocimiento). Un criterio clave de lo real, de este nuevo realismo neutral, es que podemos equivocarnos, debido a la subjetividad, sin la cual, aunque a primera vista parezca paradójico,  no hay objetividad.

Dentro del ámbito de la subjetividad, en el que reina nuestro pensamiento, considerado como un sentido más – el sexto sentido, nooscope, una interfaz real-, no cabe un error básico aún patente en nuestros días: el de la dicotomía sujeto–objeto (creencia de que los humanos, en tanto seres pensantes, hemos de enfrentarnos a una realidad –objetiva e independiente- en la que no encajamos). El  pensamiento es real. Si no fuera así, la psicología sería una ruina como disciplina científica.

A su vez, desde esta nueva atalaya del realismo neutral (infinidad de realidades que posibilitan el seleccionismo perceptivo), podemos desvelar otros errores muy comunes en nuestro mundo contemporáneo, como por ejemplo, el del constructivismo, en sus diversas versiones: perceptivo modesto y radical, radical científico, suprarradical, antropológico o postmoderno. El denominador común de todos ellos es que ponen en duda afirmaciones universales, tan acertadas como ciertas. Una crítica dura se hace igualmente a la religión llamada funcionalismo (no proporciona una descripción del pensamiento humano), también vigente en nuestra actual cultura universal, y al naturalismo (creencia de que todo lo que existe –en especial el ser humano- puede ser explicado y comprendido científicamente; es una pseudociencia; la omnisciencia es fundamentalmente imposible; las cuestiones de los valores no pueden ser tratadas científica y tecnológicamente).

Estamos, por tanto, lejos de poder alcanzar, en un futuro inmediato, el ni tan siquiera imaginable mundo feliz de algoritmos perfectos, sin un solo instante de aburrimiento, es decir, el mundo feliz digital, dentro de una etapa ya posthumana, tras haber tenido lugar la singularidad (la inteligencia artificial evolucionaría automáticamente sin nuestra intervención).

Claro que a veces, según confiesa el propio autor, la filosofía teórica es un juego de niños. ¿No podríamos enmarcar esta obra dentro de ese juego? Para salir de dudas, nada mejor que leer el libro. Así, cada cual podría ir más allá de la opinión forjada por quien ha realizado esta recensión –que merece la pena su lectura, aunque no se acaben compartiendo todos “sus pensamientos”- y hasta de la del propio autor: la filosofía es una forma válida de desvelar mitos (errores de pensamiento) muy extendidos y recurrentes, que dificultan o incluso imposibilitan el correcto funcionamiento del realismo neutral, que es la tesis que se pretende argumentar y defender–filosóficamente, por supuesto- a lo largo de sus algo más de cuatrocientas páginas, con glosario incluido.

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