Kaku, M. (2018). El futuro de la humanidad. La colonización de marte, los viajes interestelares, la inmortalidad y nuestro destino más allá de la tierra. Barcelona: Debate.
Este profesor e investigador, buen divulgador, de reconocido prestigio internacional, nos ofrece un relato bien fundamentado de las respuestas presentes y futuras (con mayor probabilidad) de la ciencia ante la gran pregunta que nos afecta a los humanos, por el hecho de serlo: ¿cuál será el futuro más probable para la humanidad? El subtítulo especifica más concretamente los núcleos esenciales a los que está dedicada esta obra, que se sintetizan en que nuestro destino puede ubicarse más allá de la tierra. De ahí que esté estructurada en tres grandes apartados: salir de la tierra, viaje a las estrellas y la vida en el universo.
El Prólogo comienza así: Un día, hace unos 75.000 años, la humanidad estuvo a punto de extinguirse. Oportuno aviso para navegantes, sobre todo cuando más del 99% de todas las formas de vida en la tierra se han extinguido: la extinción es, por consiguiente, la norma. De hecho, nuestro planeta ya ha sufrido cinco grandes ciclos de extinción, con la desaparición de hasta un 90% de los seres vivientes en cada una de ellas. Es altamente probable (las leyes de la física así lo atestiguan) que haya más (aunque muy lejano, uno de ellos será la transformación del sol en una gigantesca estrella roja, acabando así con la tierra). Parece, por tanto, inevitable que tarde o temprano nos veamos en la necesidad de hacer frente a algún acontecimiento capaz de llevarnos a la extinción, sobre todo por nuestra insensatez y falta de visión (calentamiento global, guerra nuclear, superpoblación,…). Hemos, pues, de estar preparados para ello y uno de nuestros mejores aliados, si no el mejor, lo podemos encontrar en el correspondiente conocimiento proporcionado por la ciencia. Eso es lo que precisamente nos ofrece aquí Kaku (en sus Agradecimientos hace referencia a más de una decena de premios Nobel, además de otros muchos grandes científicos, especializados en diversas materias: física, ingeniería, informática, genética, astronomía, cosmología, química, neurociencia, biología,…).
Si miramos hacia atrás en el tiempo, la ciencia es el mejor relato posible para responder a las grandes preguntas sobre nuestro origen (teoría de la evolución) y el de nuestro universo (teoría del big bang), siendo conscientes de que ambas teorías están sujetas a evaluaciones científicas permanentes, pues esta es la esencia de la propia ciencia. Las teorías se mantienen como válidas si son capaces de ofrecer la mejor explicación posible de la realidad a la que se refieren, en comparación con las otras alternativas teóricas posibles (derivadas de la propia ciencia o de versiones extracientíficas) y hasta no encontrar hechos o datos que las contradigan.
En el presente, estamos siendo testigos de un cambio cuyas implicaciones no cabía imaginar hasta ahora: el paso de la evolución no dirigida –ciega– (somos su fruto, sin ningún tipo de intervención por nuestra parte) a la evolución dirigida por los humanos, gracias a nuestros conocimientos científicos actuales (y futuros) sobre nuestra naturaleza y la del propio cosmos. La primera evolución ha necesitado un tiempo inmenso, en la segunda los cambios se irán produciendo a velocidades vertiginosas, comparativamente hablando.
De cara al futuro, aplicando los avances previsibles de las ciencias (conocimiento de lo que realmente es la materia y energía oscuras, los agujeros negros, la unificación de la relatividad y la mecánica cuántica en una gran teoría -si fuera posible-, la verificación de la validez de la teoría de cuerdas, el multiverso, los agujeros negros y de gusano, …) y de las tecnologías (inteligencia artificial, nanotecnología –ascensores espaciales-, biotecnología…), hemos de ir preparando la habitabilidad de otros lugares (la luna –gasolinera cósmica-, marte –Jardín del Edén-, las lunas de los gigantes gaseosos –Europa y Titán-, otros exoplanetas…), terraformándolos. Para ello hemos de ayudarnos de robots autorreplicantes, rayos láser gigantes (laserportación), aeronaves con estatorreactores de fusión, máquinas de antimateria, velas solares, nanonaves, entre otros muchos nuevos y revolucionarios artefactos. A su vez, también podemos llevar las correspondientes modificaciones humanas (desacelerar o incluso detener el proceso de envejecimiento, inmortalidad digital, transhumanismo…) para la adaptación a los nuevos entornos tan diferentes a los de nuestro planeta (inmensas distancias interplanetarias, diferente gravedad, mayores niveles de radiación, temperaturas extremas,…). Ni que decir tiene que nuestra perspectiva temporal para poder ver todo ello hecho realidad no es inmediata. Hemos de asumir un horizonte amplio de uno o dos siglos.
El libro es un magnífico fruto de la buena imaginación y del conocimiento científico pertinente, muy bien escrito y documentado, y que es puesto al servicio del futuro de la humanidad.